martes, septiembre 04, 2018

"lcn" / ws


Más de una vez lo he dicho, sea en este espacio, en Caretas y en alguna entrevista, seguramente a manera de queja: los escritores peruanos desaprovechan su privilegiado contexto temático. Claro, en esta sentencia hay mucho de preferencia personal, de ordenanza caprichosa que como tal no es justa, puesto que cada creador es dueño de forjar su poética de acuerdo a sus intereses.
Dicho esto, no puedo ser ajeno al entusiasmo que me dejó La coca nostra (Alejo, 2018) de Wilfredo Silva Mudarra.
Esta novela merece un post especial, que haré en los próximos días. Mientras tanto, un par de preguntas se imponen, más sus inmediatas respuestas: ¿Qué hacer para que circule en librerías limeñas, al menos en las que no pidan tanto papeleo para la exhibición? No puedo asegurar que su presencia en el circuito librero genere un impacto, pero sí podría concitar la atención de algunos lectores que gustan del tópico del narcotráfico. La segunda: ¿los escritores que escriben fuera de Lima son mejores? No lo creo. En todos lados hay espantos narrativos, la diferencia radica en que los de acá saben maquillar sus deficiencias gracias al relacionismo (pensemos en las reseñas a pedido). En este sentido, WS ha forjado su trayectoria desde Chanchamayo, lejos de este antro de frivolidades, es decir, de la distracción. Por momentos, siento curiosidad por leer lo que ha publicado antes de LCN, cuya lectura me ha presentado a un escritor maduro en oficio y que escribe con conocimiento de causa; además, me revela su conocimiento del género de divertimento, pero  aquel pautado por el trabajo en la verosimilitud, sea en la voz narrativa, los personajes y la trama. 
Ojalá, sí, ojalá, algún maravilloso distribuidor se ponga en contacto con WS y vea la posibilidad de que su libro pueda estar por estos lares.

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