lunes, septiembre 03, 2018

lozanía / envejecimiento


2016 fue calificado por los críticos como el año de la poesía.
2017 como el de las reediciones.
Y todo indica que este 2018 será el de la no ficción.
Me centro en las publicaciones del año pasado. Es cierto: tuvimos reediciones muy importantes, como Un único desierto de Enrique Prochazka.
No sé, ni me interesa, cuál es el presente comercial del libro. De lo que sí estoy convencido es que su circulación no debe descuidarse, siempre aparecerá el lector curioso, al acecho por saber cuánta verdad hay en aquel autor al que muchos catalogan de raro y que es dueño de un inquebrantable reconocimiento entre los letraheridos entrenados. Desde este pequeño espacio me sumo (una vez más) a lo obviedad: UUD es un alucinógeno para la lectura y haríamos bien en recomendarlo todas las veces que sea posible.
*
El gordo Javier me pregunta por la reedición de Las fotografías de Frances Farmer de Iván Thays. Entonces, ingreso a los terrenos de la duda existencial: la franqueza o el buenagentismo. ¿Qué camino elegir? Escojo lo más sano: me despido del gordo Javier y voy tras la butifarra y el espresso de los lunes.
No lo voy a negar: este libro fue importante en la década del noventa. Hagamos memoria: en esa era signada por el ahuevamiento fujimorista no teníamos lo que hoy: alternativas editoriales que propicien la aparición de nuevas voces narrativas. El circuito editorial era como un pueblo de tierra, adobe y paja que veía interrumpido su inutilidad ante la huida de un cuy de un perro. En esas duras circunstancias aparece Thays y este cuentario gozó de muy buenos comentarios, del que se destacó la fuerza poética en textos como “Nosotros hubiéramos querido que ella fuera eterna” (primera y segunda parte), “Los hombres al viento”, “No necesariamente rubia”, entre otros. Cuando lo leí, mostré también el mismo ánimo. Thays escribía/escribe bien. Pero también sabemos que la experiencia de la lectura no se ajusta a la factura del momento, esta es sometida a escrutinio y en esta vía nos podemos dar cuenta si un libro de ficción queda o no.
La relectura (en mi caso, en dos ocasiones más) nos indica que LFDFF ha envejecido muy mal. El problema no radica en una posible deficiencia de la pericia narrativa, sino en la ausencia que potencia incluso a los textos imperfectos: la dimensión humana. Cuando me refiero a esta dimensión, no estoy pensando en el vitalismo barato, sino en la esencia espiritual y emocional que sostiene todo proyecto literario. Líneas atrás mencioné a Prochazka, cuyo libro podría exhibir más de un punto en común con el de Thays, pero en lo de Prochazka es posible detectar una extrañeza que no solo contribuye a la arquitectura de la prosa, también a la configuración moral de sus personajes y a las atmósferas en las que se amparan sus cuentos, por eso es que UUD se mantiene vigente, lozano, del mismo modo los títulos noventeros Orquídeas del paraíso de Enrique Planas y Al final de la calle / Ciudad de M de Óscar Malca. 
En la primera entrega de Thays todo es cartón, plástico, papel bulky y bolsita de marciano. No hay incomodidad, ni cuestionamiento, ni corazón, solo olvidable belleza verbal. Vacío.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal