miércoles, octubre 31, 2018

había una vez...


Entre las publicaciones peruanas que se presentaron en la última FIL, la siguiente: Había una vez una peruana (Xilófono, sello de librerías Crisol).
A quien se le haya ocurrido la idea de un proyecto como este, así sea una copia editorial de Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes de Elena Favilli, va toda nuestro saludo, porque hubo una acertada lectura comercial sobre un tópico que obedece a una coyuntura histórica en la que vienen debatiéndose los derechos de la Mujer.
Como objeto, nos hallamos ante un libro soberbio en diseño, diagramación e ilustración. Sin embargo, los yerros provienen de donde no deberían y callar ante ellos no sería más que una evidente falta de respeto a los lectores.
Entre las autoras convocadas, tenemos un abanico de voces que van desde las consagradas a las noveles, lo que nos permite poner a prueba su oficio al enfrentarse a textos signados por el encargo. Al respecto, hagamos memoria, hasta hace un tiempo tuvimos una serie de libros de fútbol a razón de la participación de la selección peruana en el Mundial de Rusia. Todos escritos contra el tiempo y los resultados fueron, en líneas generales, aceptables en discurso. Obviamente, contados quedarán en la memoria y la mayoría ya tiene un lugar de privilegio en el nicho del olvido. 
El problema mayor de Había una vez… es la falta de maceración de los relatos. En parte es responsabilidad de las autoras, pero la dejadez mayor viene a cuenta de los editores, que debieron cumplir su función y no limitarse solo a la presentación material. Absolutamente todos sufren de apuro en su desarrollo y las buenas intenciones que los alientan resultan insuficientes. Felizmente, hay solución a la vista: agotar esta primera edición e ir trabajando desde ya en lo que realmente importa. No hay que subestimar a los niños.

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