miércoles, diciembre 19, 2018

año de las mujeres


No es que pensara dejar de postear hasta el 2019, sucede que en estos días, aparte de convertirme en el ser más intolerante, debo cumplir algunos recados, como imagino debe sucederle a todo el mundo. En esos asuntos me encuentro y, claro, también leyendo mucho y viendo todas las películas y series que el tiempo me permita.
Sin embargo, ciertas cosas llamaron mi atención en las últimas horas a razón de algunas preguntas y comentarios que me hicieron llegar.
Más allá de los balances literarios que veremos en los próximos días, si tuviera que definir este 2018 en materia literaria, lo calificaría como el Año de las Mujeres.
Obvio, hemos visto que muchas autoras han publicado, y eso es positivo, mas no habría que caer en la demagogia, porque no todo lo publicado puede ser calificado de maravilla. Nada más lejos de mí que la forzada homologación de la calidad pautada por el género y las cuotas.
Pues bien, cuando pienso en las escritoras peruanas, lo hago también en función a que este año he percibido una solidaridad consecuente en ellas, la cual ha horadado la barrera del hipócrita apoyo silencioso. Hemos sido testigos de cómo los miedos, el llamado “roche”, han ido desapareciendo ante la fuerza de una causa común: denunciar al acosador, condenar al maltratador, humillar al semiviolador, dinamitar al violador y otras manifestaciones de justicia.
De lo visto en estos meses, destaco el reportaje de Gabriela Wiener y Diego Salazar, “Reynaldo Naranjo: una historiade terror en París”, que hace unas horas acaba de ganar el Premio Nacional de Periodismo en la categoría de Periodismo Escrito. Se trata de un texto histórico por su valor moral y también porque permitió proyectar una metodología para denunciar al maltratador de mujeres.
No es novedad lo siguiente: no existe autora peruana que no haya sido vista como un plato de carne. Ha habido una seguidilla de abusos por cuenta de plumas que, valiéndose de su prestigio literario, académico y periodístico, han creído que tenían carta libre para dar rienda a sus bajas intenciones en estado de impunidad. Felizmente, estos representantes de la excrecencia ya están identificados, como aquel autor intocable que acosó día y noche a una amiga escritora, del mismo modo el striper del Skype que pontifica desde su desprestigio… 
Reportajes como el de Wiener y Salazar señalan el camino: la denuncia debe ir acompañada de una narrativa, la formulación de un caso que permita filtrar lo que debe ser expuesto y lo que no.


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