año de las mujeres
No es que pensara dejar de postear hasta
el 2019, sucede que en estos días, aparte de convertirme en el ser más
intolerante, debo cumplir algunos recados, como imagino debe sucederle a todo
el mundo. En esos asuntos me encuentro y, claro, también leyendo mucho y viendo
todas las películas y series que el tiempo me permita.
Sin embargo, ciertas cosas llamaron mi
atención en las últimas horas a razón de algunas preguntas y comentarios que me
hicieron llegar.
Más allá de los balances literarios que
veremos en los próximos días, si tuviera que definir este 2018 en materia
literaria, lo calificaría como el Año de las Mujeres.
Obvio, hemos visto que muchas autoras
han publicado, y eso es positivo, mas no habría que caer en la demagogia,
porque no todo lo publicado puede ser calificado de maravilla. Nada más lejos
de mí que la forzada homologación de la calidad pautada por el género y las
cuotas.
Pues bien, cuando pienso en las
escritoras peruanas, lo hago también en función a que este año he percibido una
solidaridad consecuente en ellas, la cual ha horadado la barrera del hipócrita
apoyo silencioso. Hemos sido testigos de cómo los miedos, el llamado “roche”,
han ido desapareciendo ante la fuerza de una causa común: denunciar al
acosador, condenar al maltratador, humillar al semiviolador, dinamitar al violador
y otras manifestaciones de justicia.
De lo visto en estos meses, destaco el
reportaje de Gabriela Wiener y Diego Salazar, “Reynaldo Naranjo: una historiade terror en París”, que hace unas horas acaba de ganar el Premio Nacional de
Periodismo en la categoría de Periodismo Escrito. Se trata de un texto
histórico por su valor moral y también porque permitió proyectar una
metodología para denunciar al maltratador de mujeres.
No
es novedad lo siguiente: no existe autora peruana que no haya sido vista como
un plato de carne. Ha habido una seguidilla de abusos por cuenta de plumas que,
valiéndose de su prestigio literario, académico y periodístico, han creído que
tenían carta libre para dar rienda a sus bajas intenciones en estado de
impunidad. Felizmente, estos representantes de la excrecencia ya están identificados,
como aquel autor intocable que acosó día y noche a una amiga escritora, del
mismo modo el striper del Skype que pontifica desde su desprestigio…
Reportajes como el de Wiener y Salazar
señalan el camino: la denuncia debe ir acompañada de una narrativa, la
formulación de un caso que permita filtrar lo que debe ser expuesto y lo que
no.
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