la mujer no importa (2)
Me despierto y comienzo la jornada de
domingo, me desperezo con el mejor álbum de Talking Heads, Fear of music. Dejo correr las canciones, paso café y veo las noticias
en la pantalla del cel.
Algo extraño e inconcebible viene
sucediendo en el país. Si hasta hace poco nos quejábamos de la impunidad, que
con mucho esfuerzo se ha estado combatiendo, ahora esta impunidad da paso a un conchudo blindaje. Por ejemplo, pensemos
en la agresión que sufren las mujeres y peor: la protección de la que gozan los
agresores. Masacrar, maltratar, violar y abusar de la Mujer no solo se ha
vuelto cosa corriente, sino que las pruebas presentadas ya no son hechos suficientes
a tomar en cuenta. El problema no es la aplicación de la ley, sino los ojos y
los “principios” que la interpretan. En esta sinuosa dimensión, entra a tallar
el machismo en toda su magnitud: desde la condena estratégica a la protección
de filiación. Lo vemos en todos los estratos, desde aquellos menos favorecidos
por la educación hasta los que sí. En este segundo grupo, refiriéndome a
nuestro insuperable circuito cultural y literario, podemos corroborar un
patrón, encontramos autores que pontifican desde el estrado de las redes
sociales, veamos: realizan señalamientos a los embates del sistema neoliberal,
se condenan las tropelías de la dictadura venezolana, leemos discursos sobre el
compromiso con los vecinos de San Juan de Lurigancho y otras hierbas
políticamente correctas. Sin embargo, ¿qué sucede cuando se presentan
testimonios de acoso e intento de violación por cuenta de las propias
agraviadas? Pues nada. Se aplica el condenable criterio del relativismo. La
amistad y la solidaridad grupal por encima de los principios que dicen honrar en
los palcos virtuales, tejiendo la aberrante táctica de cuestionar la acusación
de la agraviada, a menos que no sepan leer, cosa que sería un sinsentido
tratándose de gente dedicada a las letras. Y encima tienen la Concha de
indignarse cuando se les critica por esa doble moral. Esta gente necesita cilindros de desahuevina. A este paso se les va a recordar por inmorales y no por
los chispazos que alguna vez hicieron en la escritura.
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