maravilla breve
Podría llamarse novela, pero creo que
vendría bien el rótulo de pequeño artefacto narrativo (en el buen sentido,
lejos de las impresiones que catalogan lo que el “opinante” de ocasión sencillamente
no puede entender) a Pornografía
(Periférica) de Manuel Arranz.
Del autor no hay mucha información, y no
tiene que haberla, porque basta lo que importa: se ha desempeñado como
traductor de importantes autores franceses. Basta y sobra la práctica de la traducción
para generar el suceso: el perfil del estilo.
En esta novelita, Arranz nos habla de la
posibilidad de escribir una novela, pero no apela a estructura lineal, sino más
bien a la libertad que nace del dietario y el aforismo, intervenidos por el
aliento del ensayo, es decir, por la no seguridad en la sentencia. Si a esta
estrategia le sumamos entrega o nervio en la moral de la palabra, terminamos
siendo testigos de una narración que ingresa en la parcela del extrañamiento.
¿De qué va la novela?, será la primera inquietud del lector, que felizmente no
será duradera, ya que se impone el placer, tanto intelectivo como sensorial por
cómo se dicen las cosas y no por el mero enunciado de las mismas (he allí el
motivo del título).
Tras su lectura, quedan en uno algunas
sensaciones, lo que dinamita la mentira de su brevedad. La novelita dice más
que muchos ladrillos que apelan al facilismo lineal y el temático lugar común.
No proponerse grandes metas deviene en mérito. Pornografía cuenta una vida y su respectiva circunstancia, en su
carencia de propósitos mayores yace su importancia, lo que seduce para leerla y
tener por momentos el deseo de no acabarla.
Búscala.
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