viernes, febrero 08, 2019

maravilla breve


Podría llamarse novela, pero creo que vendría bien el rótulo de pequeño artefacto narrativo (en el buen sentido, lejos de las impresiones que catalogan lo que el “opinante” de ocasión sencillamente no puede entender) a Pornografía (Periférica) de Manuel Arranz.
Del autor no hay mucha información, y no tiene que haberla, porque basta lo que importa: se ha desempeñado como traductor de importantes autores franceses. Basta y sobra la práctica de la traducción para generar el suceso: el perfil del estilo.
En esta novelita, Arranz nos habla de la posibilidad de escribir una novela, pero no apela a estructura lineal, sino más bien a la libertad que nace del dietario y el aforismo, intervenidos por el aliento del ensayo, es decir, por la no seguridad en la sentencia. Si a esta estrategia le sumamos entrega o nervio en la moral de la palabra, terminamos siendo testigos de una narración que ingresa en la parcela del extrañamiento. ¿De qué va la novela?, será la primera inquietud del lector, que felizmente no será duradera, ya que se impone el placer, tanto intelectivo como sensorial por cómo se dicen las cosas y no por el mero enunciado de las mismas (he allí el motivo del título).
Tras su lectura, quedan en uno algunas sensaciones, lo que dinamita la mentira de su brevedad. La novelita dice más que muchos ladrillos que apelan al facilismo lineal y el temático lugar común. No proponerse grandes metas deviene en mérito. Pornografía cuenta una vida y su respectiva circunstancia, en su carencia de propósitos mayores yace su importancia, lo que seduce para leerla y tener por momentos el deseo de no acabarla. 
Búscala.

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