intelectuales contra la pared
Uno de los temas que seduce a la mayoría
de escritores e intelectuales peruanos es la política. Les fascina hablar de
política, no importa si se sabe mucho o nada, lo que les atrae es la proyección
de la (supuesta) postura justiciera haciendo uso de todos los medios al
alcance.
No pocos de estos especímenes tienen una
preferencia por los principios de izquierda. Principios con los que sintonizo, no
por afinidad, sino por sentido común: ¿no hacer nada en contra del maltrato a
la mujer?, ¿quedarme callado ante los abusos laborables?, ¿no condenar las
dictaduras?, etc.
Pues bien, ahora la superioridad zurda
se halla en un serio cuestionamiento en tiempo
real a razón de la desgracia que ocurre en Venezuela. No dicen nada
contundente al respecto. Impera la creencia imbécil de que hay que defender la
ideología que está siendo atacada por el imperialismo, actitud con la que se
demuestra una incuestionable inhumanidad hacia el venezolano que sufre.
Nuestro circuito intelectual está
podrido. Veamos este maravilloso criterio: se condena la violación de derechos
humanos si el perpetrador es de derecha pero no si este es de izquierda. Un
intelectual puede equivocarse, pero nunca traicionar su coherencia, que es la
firma de su credibilidad. Cuánta diferencia con Mario Vargas Llosa en los
asuntos dictatoriales. En su última columna en Piedra de Toque, Venezuela: Largo caminohacia la libertad, Vargas Llosa reafirma su posición sobre la dictadura de
Hugo Chávez y Nicolás Maduro. No olvidemos que en muchas ocasiones hizo lo
mismo con la tiranía derechista de Augusto Pinochet. Dictadura es dictadura,
algo que deberían aprender aquellos que se delatan en redes como intelectuales
baratos. Campea la indecisión y la cobardía para llamar a las cosas por su
nombre. Fácil, muchachón: entre un chavista y un borracho que habla huevadas,
no hay diferencia, es lo mismo.
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