"editores"
En los próximos días se inaugurará la
tercera edición de La Independiente,
feria de libro promovida por el Ministerio de Cultura, que tiene el objetivo de
difundir la labor que vienen desarrollando los proyectos editoriales
independientes de Lima e interior del país. Vista de lejos, la lista de sellos
participantes no generará cuestionamientos, tampoco hay que pedir mucho, este
circuito sigue siendo muy pequeño. Ahora sí podemos decir que están los que deben estar, del mismo expresar la satisfacción de ver proyectos serios
como Alastor, que fue ninguneado en la edición anterior a causa de la argollaza
que mascoteaba a la Dirección del Libro y la Lectura, hoy dirigida por gente
transparente y con vocación de servicio, al menos eso es lo que vengo creyendo.
Este asunto de las nuevas/jóvenes
editoriales arriba a mi atribulado imaginario en estas semanas del año a razón
de la existencia de otros circuitos editoriales paralelos. Vomitados de las
catacumbas, resucitando bajo el signo de la estrategia, echan a andar una
maquinaria luciferina cuyo objetivo mayor es el lucro a lo bestia. No se piense
que este circuito paralelo carece de logística, por el contrario, exhibe una
maña digna de mafias, con contactos en los lugares en los que sirve tener
contactos, de donde salen las aprobaciones presupuestales, ajá, dónde más: el
Ministerio de Educación.
“Editores” que a las justas han leído
veinte libros en sus vidas que además gozan de la complicidad de topos (egresados
de San Marcos y la PUCP) a los que premian con un porcentaje generoso de llegar
a buen puerto la aprobación presupuestal. Y eso que no hablamos de los colegios
en los que cientos padres de familia son obligados a comprar el mamarracho de
un autor X, quien tiene un mérito: ser amigo del profesor que define las
lecturas que tendrán los niños y adolescentes en el año académico.
Ojalá este tema sea tratado en una de
las mesas de debate en los días que dure La Independiente, aunque sea en los
momentos de ocio mientras editores y anfitriones maltratan una empanada. Hay
que diferenciarse de los mercachifles, de los editoresbestias que no creen en
el libro como instrumento cultural, que como tal no debe estar reñido con la
ganancia comercial, pero de ningún modo con textos basura de autores basura.
Eso es lo que pienso. También Chiboliné
Du France, aliado de lo justo, lo correcto, lo moral, de la humildad de alma, de
la sencillez de espíritu, de las causas justas, enemigo de cualquier cosa que
apeste a corrupción.
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