la misma fórmula
Más allá de lo que digan los inevitables
detractores locales de Mario Vargas Llosa, no se podrá negar que los mismos
cumplen la noble función del cucarachismo que debe barnizar a todo autor de
renombre. Esta es la impresión que tengo tras leer su último artículo en Piedra
de Toque, su ya célebre columna de opinión. No solo hablamos de un texto sesudo
y muy bien escrito, sino también dueño de una actualidad que muchos nostálgicos
del terror, la miseria, el hambre y la muerte están en la obligación de
reflexionar antes de eructar estupideces.
Simplemente brutal el artículo La tragedia de Ucrania, en donde el Nobel describe, basándose en un libro de Anne
Applebaum, las acciones llevadas a cabo por Stalin en contra la población
ucraniana entre 1932 y 1933, cuyo objetivo era enviar una advertencia de
sumisión a las poblaciones que se cometieran el error de no formar parte de la
URSS.
Ahora, resulta imposible no asociar lo
sucedido con Ucrania a lo que estamos viendo ahora con Venezuela. Es
prácticamente la misma fórmula, con distintas variantes, de dictaduras que con
tal de perpetuarse en el poder no dudan en someter a los que se supone tienen
que defender. Uno termina de leer el referido artículo y no puede dejar de
sentir asco por las cerradas defensas que autodenominados intelectuales de
izquierda hacen de un régimen que a la vuelta de la esquina viene comportándose
como lo que más detestan.
Esa es pues la diferencia entre un
intelectual coherente (así sintonicemos con las ideas de MVLl o no) y aquel
entregado al hueleguisismo, encima ahuevado en un discurso que podría pintarse
bonito en teoría pero cuya praxis deviene en soberana cagada. Por eso leemos lo
que leemos en las paredes de los baños públicos de las redes sociales: la justificación
de una atrocidad, que por ser socialista no colapsa y que lo viene acaeciendo
no es más que un error menor que proviene fuera de la galaxia de los principios
que nutren al sistema socialista. Qué poco amor propio y qué escaso respeto
intelectual, cuánta bestialidad junta que trae una cantada consecuencia: la
propia destrucción de la moral de izquierda.
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