martes, marzo 05, 2019

la misma fórmula


Más allá de lo que digan los inevitables detractores locales de Mario Vargas Llosa, no se podrá negar que los mismos cumplen la noble función del cucarachismo que debe barnizar a todo autor de renombre. Esta es la impresión que tengo tras leer su último artículo en Piedra de Toque, su ya célebre columna de opinión. No solo hablamos de un texto sesudo y muy bien escrito, sino también dueño de una actualidad que muchos nostálgicos del terror, la miseria, el hambre y la muerte están en la obligación de reflexionar antes de eructar estupideces.
Simplemente brutal el artículo La tragedia de Ucrania, en donde el Nobel describe, basándose en un libro de Anne Applebaum, las acciones llevadas a cabo por Stalin en contra la población ucraniana entre 1932 y 1933, cuyo objetivo era enviar una advertencia de sumisión a las poblaciones que se cometieran el error de no formar parte de la URSS.
Ahora, resulta imposible no asociar lo sucedido con Ucrania a lo que estamos viendo ahora con Venezuela. Es prácticamente la misma fórmula, con distintas variantes, de dictaduras que con tal de perpetuarse en el poder no dudan en someter a los que se supone tienen que defender. Uno termina de leer el referido artículo y no puede dejar de sentir asco por las cerradas defensas que autodenominados intelectuales de izquierda hacen de un régimen que a la vuelta de la esquina viene comportándose como lo que más detestan. 
Esa es pues la diferencia entre un intelectual coherente (así sintonicemos con las ideas de MVLl o no) y aquel entregado al hueleguisismo, encima ahuevado en un discurso que podría pintarse bonito en teoría pero cuya praxis deviene en soberana cagada. Por eso leemos lo que leemos en las paredes de los baños públicos de las redes sociales: la justificación de una atrocidad, que por ser socialista no colapsa y que lo viene acaeciendo no es más que un error menor que proviene fuera de la galaxia de los principios que nutren al sistema socialista. Qué poco amor propio y qué escaso respeto intelectual, cuánta bestialidad junta que trae una cantada consecuencia: la propia destrucción de la moral de izquierda.


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