un autor a tener en cuenta
Los años de esta segunda mitad del siglo
XXI no han sido del todo auspiciosos para la narrativa peruana. A diferencia de
lo visto en la década pasada, escasean las llamadas revelaciones narrativas. Solo
un puñado entre tanto debutante que anhela la falsa consagración de los ya no
tan jóvenes. No solo hay pocos, sino que de ahí la mayoría no pasa la media
valorativa, y no me refiero únicamente al logro de estilo para destacar
determinada voz, ni siquiera encuentro en sus propuestas la energía verbal y
sensorial que pueda brindarme la esperanza de que algo el debutante podrá ofrecer en el futuro.
Claro, el agua tibia del extrañamiento
no podía ser eterna y ya tenemos consecuencias de su caducidad: muchas
propuestas que aprobaron gracias a esa dimensión ahora habitan la zona del
recuerdo esporádico ejercido por algún familiar, o yunta cercana del autor.
Como dije, no han sido años fértiles en
voces a considerar.
Por eso, gratifica toparse con textos que
proyectan una postura narrativa no muy en boga entre nuestras últimas voces.
Apunta las señas: Su póliza no cubre esta
eventualidad, Sr. Samsa (Vivirsinenterarse, 2018) de Gianni Alfredo Biffi.
Lo que veo aquí es la construcción de
una personalidad. Biffi cumple con lo básico que debe honrar todo escritor,
pero por eso el cuentario no es recomendable, lo es por la morfología de su
temperamento, risueño e irónico, que podemos leer en cuentos logrados como “¿Quién
va para nazi?” y “El diablo viste de Graña” e incluso en los menos favorecidos “El
hombre que amaba a las mujeres guapas” y “Dedicatoria”. Como señalé, existe un
temperamento, reflejo del oficio y la manera en que este es asumido, sin
creérsela. O sea, estamos lejos de un autor que se siente la cagada cuando
escribe (si no me creen, vean los muros de nuestros activistas del autobombo) y
que subestima al lector porque este ha leído poco. Biffi hace uso de muchas
referencias literarias y librescas, pero estas no son elementos decorativos,
sino el condimento con el cual el autor se burla de la pose, del caletismo
ilustrado y de cualquier maravilla engendrada por el amaneramiento discursivo.
Biffi puede dar mucho más, ojalá.
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