viernes, febrero 22, 2019

expo jw


Entre los acontecimientos del 2019, de lejos: El ojo y sus razones, exposición sobre la vida y obra de José Watanabe, curada por Rodrigo Vera. Va hasta agosto en la Casa de la Literatura Peruana.
Vale la pena verla por muchas razones, una por mientras: lo inagotable que sigue siendo Watanabe como poeta. Qué lejos se encuentra del envejecimiento prematuro y qué cercano de la conexión con los lectores, en especial los jóvenes, que asistieron en gran cantidad en la inauguración.
He ido a muchas exposiciones, pero muy contadas veces a sus inauguraciones. La de anoche no pudo ser más gratificante. En lo personal me permitió firmar una admiración por un poeta al que releí cuando murió. A Watanabe siempre lo había considerado una voz importante, pero nunca me sentí un rendido entusiasta de su obra. Incluso me costaba sintonizar con el gusto arrollador que profesaban amigos y conocidos. Para variar, me tocó llegar muy tarde a la fiesta de celebración de su obra.
Como dicen los entendidos, a los poetas llegamos en su momento. Quizá ese redescubrimiento se debió a un hartazgo de la decepción que me deparaban algunos autores peruanos vivos, en especial aquellos que transitan por la hora punta de la fama inmediata mediante la repartija de favores. Puro huevonazo, a secas, capaz forzar cualquier tipo de conexión pasando por alto la sensibilidad del texto. En este sentido, la poesía de Watanabe arribó en su mágica sencillez, con su sabiduría vital que no depende del gran tema, sino del detalle, el objeto en apariencia inane, haciendo suya esta máxima: hacer fácil lo complicado. 
Los versos usados para la muestra cumplen el propósito de la transmisión, cosa que me alegra ya que serán muchos los que se acercarán a Watanabe por primera vez.



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