expo jw
Entre los acontecimientos del 2019, de
lejos: El ojo y sus razones,
exposición sobre la vida y obra de José Watanabe, curada por Rodrigo Vera. Va hasta
agosto en la Casa de la Literatura Peruana.
Vale la pena verla por muchas razones,
una por mientras: lo inagotable que sigue siendo Watanabe como poeta. Qué lejos
se encuentra del envejecimiento prematuro y qué cercano de la conexión con los
lectores, en especial los jóvenes, que asistieron en gran cantidad en la
inauguración.
He ido a muchas exposiciones, pero muy
contadas veces a sus inauguraciones. La de anoche no pudo ser más gratificante.
En lo personal me permitió firmar una admiración por un poeta al que releí
cuando murió. A Watanabe siempre lo había considerado una voz importante, pero
nunca me sentí un rendido entusiasta de su obra. Incluso me costaba sintonizar
con el gusto arrollador que profesaban amigos y conocidos. Para variar, me tocó
llegar muy tarde a la fiesta de celebración de su obra.
Como dicen los entendidos, a los poetas
llegamos en su momento. Quizá ese redescubrimiento se debió a un hartazgo de la
decepción que me deparaban algunos autores peruanos vivos, en especial aquellos
que transitan por la hora punta de la fama inmediata mediante la repartija de
favores. Puro huevonazo, a secas, capaz forzar cualquier tipo de conexión
pasando por alto la sensibilidad del texto. En este sentido, la poesía de
Watanabe arribó en su mágica sencillez, con su sabiduría vital que no depende
del gran tema, sino del detalle, el objeto en apariencia inane, haciendo suya
esta máxima: hacer fácil lo complicado.
Los versos usados para la muestra
cumplen el propósito de la transmisión, cosa que me alegra ya que serán muchos los
que se acercarán a Watanabe por primera vez.
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