viernes, marzo 29, 2019

perrovaca


Llegará el día en que las estrellas se alineen para propiciar el milagro entre hombres y mujeres: reconocer las grandes canciones de Electric Light Orchestra. Imagino que aquellos que son dueños de oídos educados, que hacen esfuerzos por evitar el mal gusto y la baratija tonal que se cuela sin uno saber cómo, tendrán algún tema de ELO en su mente y corazón.
Me hallaba obnubilado en estos pensamientos cuando me entero de la muerte de Perrovaca, que provocó un alud de tristezas silenciosas y no pocas membretadas manifestaciones de pesar en la comunidad sanmarquina. No es para menos, Olguita ya formaba parte de la geografía emocional de la universidad.
Horas después de anunciado el fallecimiento del animal, la autoridad mayor de la casa de estudios informó que se construirá una estatua en su honor. Parecía broma, pero no lo era. Este hecho polarizó a la tribuna universitaria, por un lado estaban los que consideraban justa la edificación de una estatua y por otro los que creían que se trataba de una cojudez sin parangón ante los innumerables gastos tiene que afrontar esta universidad estatal. 
Me desentendí del asunto, puesto que me concentré en una fugaz maratón de Californication. Horas después me puse a pensar en el asunto de la estatua, si esta llegaría a significar algo en el imaginario sanmarquino. No tardé en darme cuenta de que sí, porque Perrovaca, señores, es lo más honesto que ha podido dar San Marcos en los últimos tiempos, impresión reforzada al pensar en sus autoridades que andan más ahuevadas por mantener el puesto en lugar de mejorar la calidad educativa, en ciertos docentes que al opinar de la realidad política actual la cagan, como aquel lustrabotista naranja que cuestionó meses atrás la valiente y encomiable labor que venía haciendo el fiscal José Domingo Pérez a razón de una tesis mediocre y cuando vemos que algunas escuelas profesionales están copadas por profesores mediocres que entran a enseñar más por el relacionismo que por una capacidad demostrada, situación que han evidenciado los mismos alumnos ante lo que consideran un chanchullo que contradice los principios educativos que sustentan la tradición de la universidad. Ante estas atrocidades, Perrovaca era una luz.

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