un poco de quietud
Ayer sábado se celebró en algunas
librerías limeñas La noche de las Librerías.
En Sur organicé un recital de poesía,
que me dejó satisfecho no solo por la participación de los poetas convocados,
sino también por el contacto de la actividad con el público, además, algunos de
estos se animaron a leer poemas propios o de sus poetas favoritos.
La poesía tiene un extraño poder. Bien
dicen los que saben, no obedece a una sola interpretación y por más que nos
cueste entender la poética de algunos de sus más grandes representantes, basta
con sentirla. Y sentir la poesía es lo que urge en estos días en los que el
país experimenta una profilaxis de los malos elementos que nos gobernaron. Para
millones de peruanos resulta inaudito lo que estamos viendo en estos últimos
años, una sensación extraña que se vio potenciada la semana pasada tras el suicidio
de un expresidente. Todos hablan de lo que viene ocurriendo y en el cruce de
opiniones somos testigos de harto atarantamiento y poca lucidez. Cada quien
tiene derecho a decir algo al respecto y tan válido como ese derecho es también
no decir nada, a lo mejor porque no interese, canse o aburra, en fin, hay
opciones para todos los gustos.
Los llamados a proyectar calma, al menos
en teoría, son espoleados por sus intereses ideológicos. No es necesario
analizar el discurso, este se vende por hipócrita, falso y oportunista. Veamos
un ejemplo: un día condenan a García y PPK, y al siguiente relativizan la
campaña del NO de Susana Villarán, cuando sugieren que se realice una inmediata
investigación a los aportes de la propuesta del SÍ durante la revocatoria
contra la exalcaldesa de Lima. Lo que yo recuerdo es que el SÍ tuvo una campaña
muy modesta en comparación a la del NO. Y no creo ser el único con esa certeza.
En verdad, hay que tener un tornillo oxidado en el cerebro para que desde la “dimensión
moral” se justifique una inmoralidad delatada por insultante.
Eso pasa con nuestras mentes brillantes,
sus cerebros funcionan a cuenta de la inmediatez. No hay reflexión, porque para
ello se necesita tiempo y quietud, un encuentro personal antes de analizar el
mundo. Urge leer poesía, que genera no pocos beneficios, uno de ellos: sentido
común.
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