domingo, abril 28, 2019

un poco de quietud


Ayer sábado se celebró en algunas librerías limeñas La noche de las Librerías.
En Sur organicé un recital de poesía, que me dejó satisfecho no solo por la participación de los poetas convocados, sino también por el contacto de la actividad con el público, además, algunos de estos se animaron a leer poemas propios o de sus poetas favoritos.
La poesía tiene un extraño poder. Bien dicen los que saben, no obedece a una sola interpretación y por más que nos cueste entender la poética de algunos de sus más grandes representantes, basta con sentirla. Y sentir la poesía es lo que urge en estos días en los que el país experimenta una profilaxis de los malos elementos que nos gobernaron. Para millones de peruanos resulta inaudito lo que estamos viendo en estos últimos años, una sensación extraña que se vio potenciada la semana pasada tras el suicidio de un expresidente. Todos hablan de lo que viene ocurriendo y en el cruce de opiniones somos testigos de harto atarantamiento y poca lucidez. Cada quien tiene derecho a decir algo al respecto y tan válido como ese derecho es también no decir nada, a lo mejor porque no interese, canse o aburra, en fin, hay opciones para todos los gustos.
Los llamados a proyectar calma, al menos en teoría, son espoleados por sus intereses ideológicos. No es necesario analizar el discurso, este se vende por hipócrita, falso y oportunista. Veamos un ejemplo: un día condenan a García y PPK, y al siguiente relativizan la campaña del NO de Susana Villarán, cuando sugieren que se realice una inmediata investigación a los aportes de la propuesta del SÍ durante la revocatoria contra la exalcaldesa de Lima. Lo que yo recuerdo es que el SÍ tuvo una campaña muy modesta en comparación a la del NO. Y no creo ser el único con esa certeza. En verdad, hay que tener un tornillo oxidado en el cerebro para que desde la “dimensión moral” se justifique una inmoralidad delatada por insultante. 
Eso pasa con nuestras mentes brillantes, sus cerebros funcionan a cuenta de la inmediatez. No hay reflexión, porque para ello se necesita tiempo y quietud, un encuentro personal antes de analizar el mundo. Urge leer poesía, que genera no pocos beneficios, uno de ellos: sentido común.


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