batalla ganada
Tras algunos días de tensión, el
gobierno peruano publicó un decreto de urgencia que extiende los beneficios
tributarios a la importación y venta de libros por un año más. Hay, pues,
tiempo suficiente para que el próximo congreso trate La ley del Libro y esta sea,
de una buena vez, permanente y que no esté sujeta a los pesares de la última
hora.
Al menos yo la tengo muy clara y no me
subo a carro alguno, como sí pretende hacerlo la galaxia de funcionarios públicos
que en estos últimos años ha hecho gala de un discurso timorato y amanerado al
momento de hablar políticamente de los beneficios culturales de una potencial
ley de libro. El verbo de estos sujetos ha estado pautado por el interés
personal, aquel que no enfrenta, sino que circula por los márgenes, siguiendo
el juego porcentual del MEF. Nos referimos a una actitud digna de cobardes a
los que nunca les importó la lectura, solo cuidar sus puestos de trabajo en el
Estado.
Si un mérito hay en esta batalla ganada,
se lo debemos a los privados, como la CPL, libreros, editores, distribuidores y
gestores culturales. En ellos he visto un discurso más frontal, el cual ha
generado una identificación en todos los interesados en promover la lectura en
el país, no solo como hábito, también como la única vía para salir del
subdesarrollo. He ahí la bulla política que suscitó la posible caducidad de la
exoneración, se necesitaba levantar la voz y se logró despertar una preocupación
que no solo correspondía a los actores naturales del mundo del libro.
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