domingo, octubre 13, 2019

bs18


El día de ayer leí el último número de Buensalvaje, el 18.
Una revista como BS resulta necesaria. Es un medio adicional para compartir lecturas y, en especial, saber en qué van creativamente algunas plumas locales e internacionales.
Desde su inicio, BS se impuso como una revista de difusión y en esa línea cristalizó su prestigio. BS se lee de un tirón, pero también con esa mágica cualidad de la retención de información, que me alegra (y no me sorprende) porque hay textos de celebrada factura y entrevistas que recomiendo (a Patricio Pron (autor de portada) y Rita Segato).
Todo muy pajita/excelente en BS18.
Solo un reparo: el ensayo de Jorge Frisancho sobre la novela Vivir abajo de Gustavo Faverón.
Frisancho, al igual que los muchos o pocos que hemos leído la novela en cuestión, tiene el legítimo derecho de transmitir su impresión que le deparó la misma. Ese no es el problema, sino la forma oscura en que proyecta sus conceptos, a la que habría que sumar una suerte de subestimación al lector (me refiero a la primera parte que tranquilamente pudo quedar a la mitad), del mismo modo un desconocimiento de la verdadera promoción del libro, la cual no se resiente por determinado escándalo, menos por una mala logística. La verdadera promoción nace de la genuina recomendación de los lectores. Hizo falta “calle literaria”, pero este es un punto menor. El lastre mayor, como ya señalé, es el oscurantismo en código abierto que aburre y quiebra el tenor discursivo de toda la revista.
Un texto como este lo puedo justificar en otro medio de distribución limitada, no en BS. Pero hay más, lamentablemente: demasiado espacio (2 páginas) en donde el ensayo pudo ser reseña y así compartir parcela con otras publicaciones no incluidas en este BS18, las cuales han suscitado entusiasmo y, en algunos casos, debate. Pienso en Todo es demasiado de Christian Briceño, La máquina de hacer poesía de Luis Alberto Castillo, Los ríos de Marte de Yeniva Fernández, Algunos cuerpos celestes de Augusto Effio, Resina de Richard Parra, Adiós a la revolución de Francisco Ángeles y La comedia literaria de Julio Ortega.


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