reseñismo de competencia
Después de un tiempo, regreso a las
redes literarias del lindo Perú. No son pocas las sorpresas que uno encuentra,
pero una de ellas llama mi atención, no por ser sorpresa positiva, sino por su
evidente lastre, es decir, la negatividad que pocos asumen como rigor.
Así es, el reseñismo.
Si existe el reseñismo amical (el que
domina por estos pagos), del mismo modo el argollero y el infaltable vengativo,
no podemos dejar de pensar en el reseñismo de competencia.
Aquí el celador aborda la obra de turno desde
el ánimo destructor y no tiene la más mínima intención de brindar luces sobre
el título que escribe. Lo que le importa al celador es dinamitar para lucirse.
No veo nada de malo en el lucimiento de la tradición personal, menos cuando
esta se relaciona con la dinámica del estilo en la reseña; tampoco subrayo el
hecho de que un escritor desgrane la obra de otro. Sin embargo, para que estos
criterios se cumplan, urge dinamitar el lugar de competencia desde el que se
escribe. Con mayor razón cuando la obra del celador irradia una prosa
amaneradamente imbécil con evidente inclinación al aburrimiento.
Lamentablemente, esta práctica inmoral desestima
el ejercicio de la reseña, proyectando una injusta idea de la misma. Y claro, nos
dice mucho de quien se lanza a destruir una obra cuando la suya propia es una
mierda al lado de esta.
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