lunes, julio 16, 2018

ms / tm


Aunque en esta época del año la dedico a la caza de novedades cinematográficas, suerte de puesta al día de lo que se me pudo haber escapado, y no solo de los últimos meses; por lo general, absorbo lo no visto en dos años y la empresa la mayoría de las veces me resulta insuficiente.
Días atrás revisaba algunos catálogos de cine independiente y escuché al vuelo la conversación de una pareja de jóvenes, no sé si eran enamorados, lo que sí es que difícilmente vaya a poder olvidar en las próximas horas la voz chillona de la señorita, que le pedía a la vendedora todas las películas con Martin Sheen.
MS no es mi actor predilecto, pero sí ha actuado en un par de pelas que me gustan mucho. La primera es una obra maestra, la otra no tanto, aunque quién sabe: Apocalypse Now y The Departed.
A los interesados se les alcanzó todas las películas en las que el actor salía. Estoy seguro de que tuvieron más de lo esperaban. Al llegar a casa, seguramente motivado por una oscura curiosidad, comencé a buscar una película con MS, la cual ya tiene sus años. No es la primera película que vi del conocido actor, pero sí es la primera de su director, con quien guardo una suerte de relación que transita de la admiración a la subestimación, y viceversa.
De Terrence Malick me “gustan” todas sus películas, pero es precisamente en Badlands (1973) en donde hallo las semillas que desarrollaría en trabajos posteriores. En ella nos topamos con una suerte de remedo barrial de James Dean, llamado Kit Carruthers (MS) y Holly Sargis, adolescente de lindas piernas a cuenta de Sissy Spacek, que queda arrobada por el atractivo de Carruthers, obnubilada por su lado salvaje y por el descubrimiento de su dimensión pasional que este le despierta. Holly se enamora y en ese estado idealiza al joven, al punto que no duda fugarse con él, sin importarle que este haya asesinado a su padre. La pareja emprende la fuga por los desiertos y bosques cobrizos de Dakota. En este tránsito, Malick juega con el tedio de los jóvenes, explora sus quiebres intelectivos que les depara los espacios en los que a las justas hay sombra y no poca sed.
Para quienes han seguido la filmografía de TM, no demoramos en señalar la cualidad que ha signado su cine: la postura moral del personaje ante el entorno. Ellos siempre tienen la potestad de decidir: la autodestrucción o la posibilidad de cambiar el destino inmediato. 
Muchas veces he pensado en las escenas rodadas y adrede desestimadas, no porque estas fueran deficientes, sino porque no se hallaban en sincronía con la revelación del momento. Ese momento es lo que persigue y en esta su primera película tiene varios tramos en los que Kit y Holly están ante la disyuntiva, seguir o no.

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