jueves, julio 19, 2018

mujeres


Entre los libros que he leído en estos últimos días, me gustaría recomendar Género y conflicto armado en el Perú (La Plaza Editores), que recoge estudios de Anouk Guiné, Maritza Felices-Luna, Luisa Dietrich, Antonio Zapata, Marita Romero-Delado, Camille Boutron, Pilar Meneses, Óscar Gilbonio y Pablo Malek. La publicación cuenta con prólogo de José Luis Rénique, introducción de A. Guiné y M. Felices Luna, más un epílogo de Milena Justo y Jimmy Flores.
No hay mucho que describir, no porque no llame la atención, puesto que basta y sobra su diferencia de la sarta de imbecilidades que se vienen publicando cada vez que se habla de “violencia política” (las comillas son adrede) y violencia de género. Su esencia distintiva viene a cuenta de una actitud con el que se aborda el tema de la mujer en los años de la guerra interna en los siete acercamientos que exhiben rigor académico pero a la vez una verdad moral que no se regodea ni en la jerigonza ni en el oscurantismo del código teórico.
Entre los textos, sugiero Encrucijada de guerra en mujeres peruanas: Augusta La Torre y el Movimiento Femenino Popular de Guiné, La cuestión de género en situación de conflicto armado: la experiencia de las mujeres combatientes de Boutron y Voces, memorias y realidades de las mujeres excombatientes en los documentales  sobre el conflicto armado de Malek. 
Hablo pues de una publicación con la que ideológicamente jamás podría estar de acuerdo, pero esa es la gracia cuando tenemos que disertar de esos años que aún duelen: no llegar al punto medio, sino discutir con argumentación lo que sucedió y qué solución se puede conseguir para las mujeres víctimas no solo de las fuerzas militares, sino también de sus propios correligionarios. “Entenderse es una miseria”, dijo Borges en cierta ocasión. Tenía razón.

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