martes, octubre 02, 2018

conchudez


Una de las cosas que menos me gustan, y seguramente a miles, es ir a votar. Ya sé por quién votaré y no precisamente por el menos malo. Solo espero que la próxima autoridad edil sepa llevar su plan de trabajo sin atentar contra los que menos tienen. Puede sonar a demagogia, pero no, es cierto: lo más perjudicados no dejan de ser las peruanas y los peruanos de a pie, en especial los que viven en los conos, que día a día tienen que atravesar la ciudad para trabajar (empleos formales, informales), en un trayecto que aparte de perder tiempo, también destrozan su alma.
Lo que he visto en casi todos los candidatos es su poca atención en la dimensión social de sus propuestas. Nadie niega que esta ciudad necesita cambios a gritos, pero hay que tener en cuenta al otro, pues.
Algunos amigos y conocidos me preguntan por mis señalamientos a Susana Villarán, si es que acaso tengo una fijación ideológica. Ninguna fijación. En lo personal, hasta creo que en su honestidad, pero ello no me libra de la obviedad: no solo su gestión fue la peor en la historia municipal, sino que sus proyectos afectaron directamente a los menos favorecidos. No olvidemos los fracasos de la reforma de transporte y el corredor azul. 
Ahora que estamos a pocos días de las elecciones, aparecen los cantamañanas que nos dictan lo que debería hacerse para salir del caos. En este sentido, Augusto Rey en su columna de Perú 21 “habla” como bueno de esta gesta electoral, cuando en realidad no tiene la más mínima autoridad moral para pronunciarse al respecto. Rey fue parte del equipo de Villarán, integrante de ese fiasco de gestión. Una autocrítica antes de pontificar no estaría nada mal. No hay que ser conchudo.

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