viernes, febrero 15, 2019

la farsa


Aunque la mayoría de especímenes del circuito literario diga que los Premios Luces del diario El Comercio sea todo un canto a la frivolidad, lo cierto es que muchos de estos mutantes empeñarían hasta la histórica cocina Surge de la familia con tal de ganarlo o aparecer entre los nominados.
Ahora que sabemos los títulos ganadores en la categoría Letras, creo que hay poco que discutir, incluso en Mejor libro de Cuentos, que benefició a Biblioteca Peruana de Alejandro Neyra, bien pudo ser para Lluvia de Karina Pacheco. El libro que no he podido leer, y creo no ser el único en esta situación: El espía del Inca de Rafael Dumett. Espero que este premio, que sintoniza con la valoración crítica que viene obteniendo la novela, quiebre la demagogia que la daña y lleve a su editor a ponerse las pilas: distribuir con responsabilidad el libro, cosa que de esta manera encontraremos la genuina sintonía: libro-lector.
Verdad de Perogrullo: en los Premios Luces entran en juego otros factores, la mayoría reñidos con la “verdad” de su propósito, porque el voto se guía más por simpatías y preferencias, y claro, se potencia la certeza con las infaltables portátiles. No olvidemos que a uno de los ganadores del año pasado se le tuvo que anular más de diez mil votos, travesura de un hacker que hizo colapsar la web del diario anfitrión. No sorprende: en el largo y tortuoso sendero hacia la fama, algunos no solo pierden la paciencia una vez conseguida la nominación, también los escrúpulos. 
Acabada la algarabía, vuelve la normalidad, es decir, desaparece la mentira del éxito virtual (hay que ser un subnormal para ver en la dimensión líquida la representación de la vida), se impone la presencia de lo que no se quiere aceptar: ese premio es una cojudez.



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