recomendamos: "todo es demasiado"
Una de las publicaciones de ficción
peruana que vale la pena leer: el cuentario Todo
es demasiado (Planeta, 2019) de Christian Briceño. Los saludos que viene
recibiendo el libro son más que justificados, cosa que me alegra porque su
autor ha venido trabajando su propuesta en el más absoluto silencio, ajeno a
las tentaciones lúbricas de las redes, es decir, del aplauso que ahueva y que
ha llevado a más de uno a morar en las parcelas de la atorrancia y el no
aceptado olvido en vida.
Briceño, como poeta, ha obtenido algunos
reconocimientos importantes, pero nuestras expectativas estaban en lo que podía
hacer como narrador. Desde sus iniciales incursiones narrativas (La trama invisible y La literatura en Alaska), asistíamos a
la impresión dominante de su poética: el extrañamiento, suerte de rareza
anímica en la que descansa el trámite de su escritura.
El autor expone en los cuentos de TED, incluso en la irregularidad de
algunos, un aliento de distinción, un sello de agua que nos impide ubicarlo en
una línea determinada de referencia, o llámalo tendencia. Fíjense en cuentos
como “Los hangares vacíos”, “Timolina”, “Guapo” y “¿Por qué no me separé del
fantasma de mi esposa?”, en los que notamos una estrategia original que desafía
y derrota a la racionalidad del curso narrativo. Allí, en donde más de un
alucinado cree triunfar para luego estrellarse en el amaneramiento verbal y la
densidad inútil, Briceño alza la pierna proyectando una sensibilidad
privilegiada que le permite escribir de lo impensado y forjar de esta manera el
suceso: la sensorialidad del código pincelado por el humor y la oscuridad.
Para escribir ficción no hay que depender
únicamente de la pericia y la capacidad inventiva. Para escribir ficción uno
está en la obligación de decir cosas, detalle que no requiere de muchas lecturas,
por cierto, sino de una disposición honesta de los materiales temáticos a usar.
Como ya dije en alguna ocasión: hay que ser el autor que se puede ser y morir
en esa ley, es la única manera de llegar lejos sin traicionarse.
Once cuentos componen TED, lo ideal hubiese sido prescindir de
cuatro, pero este reparo no es más que un gusto personal. Briceño es una de las
contadas muy buenas apariciones que le ha podido suceder a la narrativa peruana del
nuevo siglo. Este título es el gratificante anuncio de una certeza: debemos seguir
su producción. No digo más. Léelo.
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