jueves, enero 09, 2020

listas (poesía peruana última)


Hace algunos días algunos amigos me enviaron un par de listas que daban cuenta de los poemarios/poemas peruanos más destacados de la década. Hay que reconocer  la ambición, del mismo modo el arrojo, más cuando nos presentan el lisérgico número de 50 (y pico).
Para algunos, este asunto puede parecer una pérdida de tiempo o una tremenda cojudez, en cambio para otros, como este servidor, sí se trata de una chambaza más allá de si haya trampa o no, o sobre cuáles sean las verdaderas intenciones en esta clase de selecciones en las que encontramos carne y hueso, o llámese también tráfico de intereses. En las parcelas de la especulación todas las sospechas resultan razonables y más cuando se habla de poesía peruana última.
Imagino pues el ejercicio de memoria del colectivo Sub 25 (1 y 2) y el poeta Julio Barco (1). La relevancia de sus listas la dirá, apelando al lugar común, el tiempo. Ahora, me gratifica haber encontrado más de una voz atractiva (yo hice mi tarea, salí a la búsqueda de muchos poemarios/poemas (no pude encontrar todos) para dejar atrás algunos vacíos, además, lo bueno es que aparecieron en días de encierro forzado por las fiestas de fin de año, es decir, hubo tiempo extra para leer lo no planificado). 
Más que Likes, la poesía peruana reciente urge de lectores y no voy a negar que estas antologías al vuelo pueden ayudar a un debate o un seguimiento, o sea, brindar la sugerencia de una cartografía para el eventual lector. Bien sabemos que el circuito poético (al igual que en todos lados) es muy pequeño. Podemos ver las reyertas y olímpicas payasadas de la mayoría de sus integrantes, a los que habría que agradecer por alegrarnos durante la digestión, pero subrayo: lo más importante es recoger la recomendación y de esta manera saber quién es quién en poesía peruana última mediante la experiencia del texto. En cuanto a mí, lo agradezco.

sábado, enero 04, 2020

«palabras de otro lado»


Una de las novelas que debería figurar más en nuestros apurados recuentos literarios es Palabras de otro lado (Galaxia Gutenberg) de Alonso Cueto. La novela, para más señas, resultó también ganadora del II Premio de Narrativa Alcobendas Juan Goytisolo.
Cueto vuelve sobre sus marcas creativas, como la exposición de hombres y mujeres cuestionados por una revelación de último momento. Esto es lo que sucede con Aurora Carhuana, cuya madre antes de morir le confiesa que no es hija del padre que ella siempre creyó. Partiendo de este suceso, el autor comienza a armar una trama atractiva, lo que para sus (no pocos) lectores no es novedad, incluso es posible intuir cómo sería su desarrollo, sin embargo, lo que ofrece la novela no es una trama cerrada, sino un despliegue humano en la interacción de los personajes. En este sentido, la lectura depara no pocos sucesos en la búsqueda de Aurora de su padre, los cuales están enhebrados por los encuentros y la empatía entre estos, lo que lleva a Cueto a descollar en la introspección de los mismos y, en especial, en la sensibilidad de Aurora. Este ingreso a las zonas de lo dicho y lo no dicho, a los circuitos de la especulación, es lo mejor de Palabras de otro lado, novela en la que cada acción viene sustentada por una carga reflexiva que sabe detenerse a tiempo y en la que sus personajes quedan expuestos en sus más escondidas vergüenzas, pero esta exhibición de atrocidades anímicas no depende de la dimensión descriptiva del discurso, sino de la capacidad de Cueto para llevar el orgullo dinamitado a la galaxia emocional e intelectiva del lector. Esta luz deformada está presente en muchas páginas y tiene el poder suficiente para rescatarnos aún de las falencias de la novela (diálogos).
Palabras de otro lado ya se ubica entre las mejores novelas del autor, junto a Grandes miradas, La hora azul, El susurro de la mujer ballena y La Perricholi
Otro aspecto que me atrajo del libro es su frescura, la actualidad temática convertida en protagonista alterna. Imposible no pensar en nuestros nuevos o no tan nuevos escritores, que han hecho del chancaquismo discursivo, de los horrores superfluos y del aburrimiento, las marcas del prestigio sin lectores (o sea, doblemente hasta las huevas), del triunfo de la otra literatura legitimada por el lobby y otras maravillas parecidas. Uno no piensa así porque sospecha mal y cree que todo está hasta las patas. No qué va. No hay motivo para pensar así.