sábado, julio 29, 2006

Manual para cazar plumíferos

Leonardo Aguirre, escritor controvertido, ex blogger farandulero y ex crítico literario. El primer libro de este autor fue uno de los más sonados el año pasado, y no precisamente por sus cualidades, que evidentemente las tiene, sino por el aura de escándalo que deambula alrededor de este personaje del ambiente literario peruano.

En líneas generales se trata de un libro entretenido, a excepción del cuento Crucidrama, que al parecer fue escrito con los acicates de ciertas poluciones verbales que terminan agotando al lector por abusar en demasía de la experimentación estructural de la que Aguirre hace gala.

Todos los personajes son escritores, ya sean jóvenes, maduros y relativamente consagrados. Como Aguirre es un caserito con fortuna de los concursos literarios, vemos en Café con Milton y cordero con Saki los secretos de un viejo escritor ducho en llevarse cuanto certamen literario se le ponga en el camino ofreciendo la receta del “éxito” a un aspirante a escritor que obedece al nombre de Chipana. Es a partir de este relato que podemos tener una idea de lo que nos vendrá después puesto que los cuentos exhiben un encadenamiento temático que termina salvando y a la vez dando fuerza a este volumen. Si cada cuento es abordado por unidad nos toparemos con el mayor defecto que se dejan sentir en historias realmente buenas ( Doctor Luber, Un blackbird en el Honey pie y Sandrita, Pattie Boyd y Michelle ma Belle), y este defecto está muy asociado al exceso de la ironía que se despliega en cada uno de estos escritores con todos los visos de snobs, exageradamente preocupados en el qué dirán, en lugar de trabajar una obra relativamente consistente. Otra lectura puede darnos luces de la desacralización de la imagen del escritor hoy en día, de lo ridículo que se puede ser en pos de la publicidad, del reconocimiento. Y valgan verdades, en más de un relato se deja salpicar una extraña sonrisa premunida de ternura.

El mejor cuento es, sin lugar a dudas, Mi vida en Beatles. Aguirre, conciente de las superficialidades con la que son narrados sus cuentos se valió de un parche, parche que finalmente terminó dándole sentido a Manual...En este cuento se nos termina por llenar los espacios vacíos que quedaron en los relatos anteriores, en los que el autor apeló a varios finales abiertos. Pero más allá de esta solución, hay que dejar por sentado que Mi vida... es un canto a la vida, un exorcismo de los demonios que perseguían al autor, una declaración de amor y una apuesta visceral por la amistad. Una de las sensaciones que me dejó como lector es la de haber leído una novela. La coherencia temática nos lleva a abordar este libro de dicha manera. Aunque esta es una impresión muy arbitraria.

Los soportes en los que se basa este escritor están muy alejados de las fuentes literarias, y si estas aparecen, son de manera nominal. La cultura de masas es su aliada ideal, la misma que va acorde con el espíritu provocador de esta primera entrega. Y uno de los méritos de Aguirre es el de haber combinado bien los distintos soportes estructurales, y si estas historias entretienen, el mérito es mayor.

Este libro no ha caído en el aplauso unánime, por el contrario, ha recibido los más opuestos comentarios, prueba de que se volverá a hablar de Manual para cazar plumíferos.

(Sobria portada de Manual para cazar plumíferos. Editorial Matalamanga)

Entrevista: Alonso Cueto

" LA MUERTE ES LA GRAN GENERADORA DE HISTORIAS "

Hoy en día no son pocos los escritores que anhelan emigrar y así tentar suerte en un mercado tan difícil como lo es el español, pero lo que me llama la atención es que tú has ingresado a ese mundo editorial escribiendo desde Lima, ¿ existe alguna relación con esta ciudad, o Perú, en especial?

Mi elección de vivir en Lima es tan misteriosa como cualquier otra. Podría decirte que me interesa recoger el habla de los personajes. Encuentro interesante observar los movimientos de emergencia social en el Perú de estos tiempos y que nuestro país es un productor natural de las historias turbulentas y tensas, de las que se alimenta cualquier escritor. Todo eso abonaría a favor de la elección de vivir aquí. Sin embargo, hay muchas otras razones para vivir en el extranjero. Al final ninguna de las elecciones importantes en nuestras vidas tiene una explicación. Son opciones que se toman sin saber por qué. Solo sabemos, creo, las razones por las que tomamos las decisiones más cotidianas. Pero las otras (elegir a la persona con la que nos casaremos, el lugar donde viviremos, la profesión a la que nos dedicaremos), creo que no tienen explicación. Sí creo, sin embargo, que me interesa siempre pasar temporadas cortas o largas fuera de mi país justamente porque desde fuera puedo a veces observarlo mejor.

Es imposible no notar el rigor de investigación de tus dos últimas novelas, ya sea en la figura de Fujimori y su mafia, y lo que significó la guerra interna llevada por Sendero Luminoso y MRTA . ¿cuánto le debes a tu experiencia como periodista?

Le debo mucho pero te diré que mi interés por la política y la historia se debe también a que la imagino como una gran escena en el que se juegan las pasiones más encendidas. Fujimori, Montesinos, y cualquier personaje de la vida pública son parte de un teatro de representaciones en el que las ambiciones, los celos, las traiciones y las lealtades se ponen en juego, a veces en situaciones límite. Cuando uno observa a los personajes de nuestra historia se da cuenta de que el poder es la gran droga que aqueja todavía al hombre contemporáneo. En eso el siglo XX se parece al XIX. El sueño de ser emperador no ha muerto. Allí tienen a Hugo Chávez para recordarlo. Por otro lado, todos vivimos en unas relaciones de poder y somos definidos por ellas. Siempre hay alguien a quien obedecemos y alguien a quien mandamos.

Uno de los detalles que siempre me ha llamado la atención de tu narrativa son los personajes femeninos, tanto la vengativa Gabriela (Grandes Miradas) como la sufrida Mirian (La hora azul) están cobijadas por una sombra de sensualidad, inteligencia, resentimiento y soterrada violencia, ¿crees que La Mujer ha tenido un papel primordial en este par de etapas históricas incomodísimas para los peruanos?

Sí, las mujeres justamente porque no tienen el poder son los motores de la historia. Como no tienen un poder que perder, se lanzan contra el poder y logran amenazarlo y cuestionarlo. En el Perú, la gran heroína de la década del noventa es María Elena Moyano, que se enfrentó al poder de Sendero Luminoso. Por otro lado, el mundo emocional de las mujeres siempre me ha fascinado porque me parece mucho más complejo que el de los hombres. Es un mundo más contradictorio, con dudas y dilemas, y mucho más vasto. Las mujeres son más capaces que los hombres de desarrollar una vida interior. Es un terreno extraordinario para un escritor.

Sabemos bien que cuando escribimos una novela podemos explorar infinitos senderos, sean estos temáticos y estilísticos, pero luego de leer La hora azul me es imposible desligar un mensaje moral muy asociado a la falta de memoria colectiva, ¿crees que una de las tantas fronteras que tiene la Literatura es la de preservar la memoria, aún así esta no sea su fin?

La memoria está hecha de palabras porque no hay material más imperecedero. En realidad, el único deber de un escritor es el de aprovechar las historias que circulan a su alrededor y convertirlas en historias propias. Lo que más me interesó cuando fui a Ayacucho fue escuchar las historias de la gente. Todos tenían muchos episodios que contar precisamente porque la muerte había estado tan presente en sus vidas. Sin excepción, todas las personas con las que hablé tenían amigos o parientes muertos. Una señora, Paula Socca, que aparece en la novela, había perdido en la guerra a su marido y a sus seis hijos y ahora camina sola por Vilcashuamán. Creo que ninguno de nosotros podemos imaginar una experiencia así.
La muerte es la gran generadora de historias. En realidad, creo en lo que le hago decir a uno de mis personajes. El arte surge en su plenitud solo cuando la muerte ronda cerca.

Fujimori y el Terrorismo ¿Desde cuándo nace tu interés por esta clase de tópicos?

Siempre me interesó lo que pasa en el Perú. Sin embargo, cuando escribí mi primer libro, La Batalla del pasado, en 1983, la realidad social me interesaba poco como tema literario. Me parecía que solo iba a involucrarme con la intimidad de los personajes y sus relaciones, y no con nada que tuviera que ver con su contexto social o político. Esto empezó a cambiar en los años noventa cuando me di cuenta que el material que nos da la realidad es infinitamente rico para un escritor peruano. Lo que para una sociedad puede ser un infierno es un paraíso para un escritor.

Me gustaría saber si tu próximo libro seguirá la misma senda de tus dos últimas novelas, ¿ o ya te cansaste de tanta mugre, o consideras que aún hay demasiado por exprimir?

Estoy escribiendo una novela sobre dos mujeres que se encuentran veinticinco años después de salir del colegio. Es un encuentro en el que una le increpa a la otra todo aquello que sufrió cuando era una niña. La historia no está ligada a un contexto social específico pero sí tiene que ver obviamente con ese proceso de socialización que es la escuela, donde ya se establecen los grupos que dominan, los que sufren y los que se mantienen al margen. Un salón de clase es una minisociedad.


¿Cuáles han sido los referentes literarios, o la tradición literaria, en las que han descansado estás dos últimas novelas?

Un libro que me interesó mucho fue “Nocturno Hindú” de Antonio Tabucchi, un autor al que aprecio mucho. En general, por otro lado, tengo una gran devoción por Henry James que me parece que es el escritor que describió mejor que nadie la épica de la conciencia.

Con una importante trayectoria encima, ¿cómo tomas el haber ganado el último Herralde?

El Herralde es un premio del que me siento muy orgulloso por la calidad de la editorial, la de los jurados donde hay escritores que admiro mucho como Vila-Matas, y por el nivel de los ganadores anteriores. Me siento muy honrado de haberlo ganado.

Y por último, y saliéndonos del tema, ¿cómo ves a los nuevos narradores hispanoamericanos?

Creo que hay magníficos escritores, muchos de ellos amigos míos. Sería injusto mencionar solo a unos cuantos. Hay una línea de escritores que se han mantenido escribiendo novelas realistas, incluso situadas en contextos políticos, como Carlos Franz. Hay otros que han optado por la creación de un universo suprarreal de gran calidad, como Mario Bellatin. Creo que en estas dos líneas la literatura latinoamericana siempre va a encontrar nuevos escritores pues nunca hubo más estímulos y más lectores para un escritor que en la actualidad.

(Nota: Esta entrevista a Alonso Cueto apareció en el diario Siglo XXI de España, a razón del premio Herralde que se le otorgó por La hora azul)

sábado, julio 22, 2006

Rocío Fuentes / "Cuerpo de pétalo"

Cuerpo de pétalo

Cabe decir que la propuesta de la joven poeta Rocío Fuentes es una de las más frescas actualmente, si hablamos de temáticas y cuestiones formales.Alejada de todo afán de aparecer en un algún estudio de género, preocupada más en la honestidad lírica que pueda ofrecer a los lectores que se acercan a su trabajo. Sus versos son limpios, en ellos vemos la claridad pulcra de la palabra poética, sugerente y solapadamente ambiciosa.Fuentes no busca que se le dé una lectura política o social, simplemente busca ser ella misma en un quehacer poético en el que muchos(as) buscan otros fines paralelos a los poéticos.Cuerpo de pétalo, entrega sutil del estado de contemplación, versos en los que la vate dialoga consigo misma, en un permanente discurso de reflexión, en una soterrada lucha por asir contados instantes de iluminación a través de imágenes secas:

Esta ciudad se vuelve bosque
Y bailo para ti.

Si hay un componente esencial en esta primera entrega de Fuentes, si hay un canal por el que sentimos todo ese arranque de la poeta por cargarse al mundo, no perdamos tiempo en mirar en donde no hay, no abusemos de las neuronas tratando de encontrar lo que siempre podemos encontrar a través de las leyes literarias, pues bien, es el cuerpo la vía, es el cuerpo el auténtico motor que nos lleva por este viaje interior:

Ser de barro:
A esta tentación mi piel se abre.

Ser de barro, ser moldeable, estar expuesto al libre albedrío de la creación por la experiencia, recibir todo el envidiable estado de mujer que recibe y filtra, gracias a la musicalidad casi silente que se deja salpicar, un cuestionamiento que busca encontrar una solución inmediata a ese egotismo que se refocila en sí mismo, cuando la clave a todo siempre ha estado a la vista, en una eclosión que impulsa a seguir indagando en preguntas encadenadas circularmente:

¿De qué se trata todo aquel discurso
Que nos viene como una ráfaga:
Culpa, arrepentimiento, perdón?
¿Qué mancha es aquella que impregno nuestro sexo?

Entrega poética que nos lleva a la indagación de las fuentes que esta poeta ha bebido: herencia oriental que se cristaliza en una propuesta que yace en la simbología, espíritu unitario en un texto en el que la condición de mujer se recrea: ser madre, hija, mujer, en permanente reflexión, sin caer en tendencias ideológicas de pasajeras. Experiencia y sapiencia en diálogo permanente, es lo que nos ofrece este poemario que hay que leer bajo una lámpara de luz tenue.

miércoles, julio 19, 2006

Entrevista - Pedro Juan Gutiérrez

“Soy un radar, una esponja, lo capto todo”

Uno de tus personajes que mantengo con fervor y espasmo en la memoria es Reynaldo, protagonista de El Rey de la Habana. La impresión que me dejó la lectura de esta novela es la de haber leído una versión moderna y arrolladora de El lazarillo de Tormes, pero al revés. Trágica y extremadamente sórdida en todos los sentidos. El tema de la muerte como tal ha estado presente aquí con más fuerza en comparación a otros libros tuyos. ¿En qué estado emocional escribiste esta novela?, ¿cuánto tiempo te demandó?

Esos dos personajes fueron un "residuo" de la Trilogía sucia que escribí entre 1994 y el 97. No quería escribir más de ese modo, me sentía mal. Finalmente esos personajes me obligaron. Es el único libro que he escrito en estado de trance total, sin saber qué iba a pasar dos líneas después. Algo muy extraño. El Rey caminó sólo hacia la muerte. Intenté salvarlo muchas veces, pero él no quería evidentemente. Los últimos días escribí llorando sin parar. Por supuesto, ese libro y Trilogía no los quiero volver a leer jamás.

¿Te fastidia que se le pueda dar a tus libros una lectura política o sexual?

Sí, mucho porque yo hago literatura en el sentido más amplio del término. Me alejo todo lo posible de la política, que es muy circunstancial y no me interesa en absoluto. La literatura tiene que ser intemporal y universal para que sobreviva.
En cuanto al sexo es sólo un modo de divertir y entretener al lector. Otros escritores van matando gente, asesinando. Yo los pongo a templar, que es más divertido y a todos nos gusta. Es mucho más humano templar que asesinar. Digo yo.

Hurgando en tu biografía veo que te has desempeñado en muchos trabajos, siendo uno de ellos el periodismo. ¿Esta experiencia como periodista te ayudó, estilísticamente o temáticamente, cuando decidiste dedicarte por completo a la literatura?

Sí, mucho. Fue decisiva esa experiencia de 26 años. Sobre todo en dos sentidos: el periodismo te obliga a investigar bien y después a escribir muy rápido contra fecha de entrega, pero jamás sentarte para sacar cositas locas de tu cerebrito. Eso no. Y además me ayudó a controlar mucho el idioma, a ser conciso y directo y no escribir ni una palabra innecesaria.

Una de las tendencias narrativas que se está viviendo hoy en las letras castellanas es la tan mentada metaliteratura, en la que el lenguaje tiene una función primordial, teniendo, casi siempre, a la figura del escritor como tópico central. Si bien es cierto que eres un escritor que está en la antípoda de dicha tendencia, no puedo dejar de mencionar tu muy buena novela Nuestro GG en la Habana en la que exploras sin concesiones la figura de Graham Greene. ¿ Cómo articulaste las historias que están presentes en esta novela?

Esa novela está basada en circunstancias y hechos reales. Incluso casi todos los personajes están sacados de la realidad. Un momento que yo recuerdo bien porque tenía cinco años y tengo una memoria bastante buena. En fin, estuve casi dos años leyendo y releyendo los libros de Graham Greene, que me gusta mucho, y sobre él, hasta que encontré las claves en su novela El americano impasible, que me pareció muy autobiográfica y de pronto se me reveló todo, ya yo estaba metido dentro de Graham Greene. A partir de ahí escribí en tres o cuatro meses.

¿Cuán necesaria es La Habana para ti?, ¿sientes que tu literatura sería distinta si no vivieras en la isla?

Sí, me dejo influenciar mucho por el contexto en que estoy. Soy un radar, una esponja, lo capto todo. Inconscientemente quizás. Y lo recuerdo todo. A veces es agobiante ser así porque todo puede ser transformado en literatura. Adoro a La Habana y a su gente.

Los cuentos de La trilogía sucia de La Habana, por su carácter orgánico, hace que también pueda leerse como una novela. ¿Cuánta diferencia existe entre Pedro Juan Gutiérrez escritor y Pedro Juan Gutiérrez protagonista?

Quisiera que hubiera más diferencias. Pero ya ves. Por mi método de trabajo te darás cuenta que escribo siempre a partir de lo que me sucede a mí personalmente o a mi alrededor.

Cuando se opta por escribir en la parcela del realismo sucio se cree que solo tiene que ampararse en la experiencia de vida, como si esta fuera más que suficiente para armar una obra, pero lo que noto en ti es que la lectura como tal va a la par de todo el vitalismo que salpica en tus textos. ¿ Cuán importante ha sido y es la lectura en tu formación como escritor?

Esencial, como en todo escritor. Uno empieza de lector, como es lógico. de niño leía muchísimos cómics. Toneladas de cómics de todo tipo y al mismo tiempo leía muchísimo en una biblioteca cerca de mi casa en Matanzas. La biblioteca Guiteras, que era un paraíso fabuloso para mí y hago alguna referencia a ese sitio en El nido de la serpiente. Después leí lo normal: Dickens, Mark Twain, Salgari, Defoe. Todo eso hasta que a los 16 años más o menos descubrí Desayuno en Tiffany´s, de Truman Capote y me quedé marcado porque ese relato no parece literatura. Es tan natural que me dije: "si algún día escribo, quiero escribir de este modo", por eso engaño al lector siempre, intento que no parezca literatura lo que hago sino un chisme que le cuento muy bajo al oído, un secreto entre el lector y yo, algo que nunca se podría contar en voz alta.

¿Te fastidia o te deja indiferente que te cataloguen como el Bukowski tropical?

Me deja indiferente. No tenemos nada que ver. Somos muy diferentes.

No sólo tienes una faceta de narrador, también eres poeta y pintor. ¿Cómo fusionas estas inquietudes?

La poesía es esencial y no se controla. Sale sola. A veces estoy años sin escribir un poema y de repente salen 40, uno tras el otro y se cierra la llave. No sé cómo es ni me interesa averiguar ese misterio. Pero sé que me da un sentido del ritmo, un entrenamiento para respetar mucho el idioma y no usarlo para maquillar la realidad con palabras y más palabras, sino al contrario, para usarlo con precisión, siempre bajo control. Y la pintura me relaja mucho porque pinto sin pensar demasiado, sin presión. Ahora mismo hace dos años más o menos que no pinto pero hago poesía visual, experimento con el collage. Y así.
También hago fotos, en fin, el mundo visual y el cine me fascinan.

Con El nido de la serpiente llevas a cabo la precuela que cierra el ciclo de la otra Habana, y que precisamente no es la imagen oficial que se suele proyectar al mundo. ¿Has tenido problemas, políticamente hablando, de esta visión sin concesiones que ofreces del lugar en el que vives?

Cuando salió Trilogía sucia, a fines de 1998, me echaron del periodismo, pero hasta ahí, nada más. Después la editorial de la unión de escritores publicó Melancolía de los leones (aquí está publicada por Odisea) y después salió Animal tropical en una pequeña edición que ni se vio en las librerías, y ahora se prepara una edición también pequeña de Nuestro GG en La Habana. En fin.

Muchos escritores aspiran llegar al mercado editorial español. Muchos viajan a tentar suerte, pero tú te has forjado una carrera importante escribiendo desde La Habana. ¿qué consejo le darías a un escritor en ciernes?

No me gusta dar consejos. Yo no los pedí jamás. Nunca molesté a un escritor consagrado con mis poemitas y mis cuentecitos. Creo que el acto creativo es algo muy sagrado, muy interior, es una actividad espiritual totalmente. Creo que una persona no debe ir a preguntar a otro: ¿Crees que debo ser ateo o debo creer en Jesucristo o quizás en Buda?. Creo que es una pregunta propia de un imbécil. Bueno, pues eso mismo sucede con la escritura. No se puede preguntar. No se debe preguntar. Hay que aprender solo. Vivir mucho, leer mucho, conocer a todo tipo de gente, viajar, tener cientos de mujeres, ensuciarse un poco con la vida, a ver si sale algo. No hay fórmulas.

(Nota: Esta entrevista a Pedro Juan Gutiérrez apareció en el diario Siglo XXI de España. La fotografía pertenece a Marianne Greber)

sábado, julio 15, 2006

El nido de la serpiente


Cuando hablamos de realismo sucio pensamos en los padres de las irreverencias que han forjado toda esta onda narrativa que ha sabido captar muchos adeptos, estos letraheridos forajidos vienen a formar un triángulo nominal, y dejo al criterio del lector la preferencia que pueda tener: Henry Miller, Charles Bukowski y John Fante. En Latinoamérica y España tenemos ejemplos que nos dan luces de que el realismo no sucio sigue más fresco que nunca. Vale decir que esta vertiente narrativa ha sido muy atacada, pero muchos de estos ataques no han logrado salir del terreno del prejuicio y la estolidez.

Pedro Juan Gutiérrez nació en Matanzas, Cuba, en 1950. Desde que tenemos conocimiento de su producción hemos sido testigos del torrente verbal con el que nos ha sabido envolver en sus historias. Este escritor tropical nos ha dado una imagen clara y desgarradora de lo que para muchos es el verdadero rostro de la Habana. La pobreza, la corrupción, el trago y el sexo han sido los motores temáticos que lo han terminado ubicando como el mejor representante del realismo sucio hoy en día en las letras castellanas.

Su obra referencial es Trilogía sucia de la Habana, la misma que lleva más de ocho ediciones. Es a partir de la lectura de los relatos que conforman este volumen lo que nos permite buscar y hurgar en la obra de Gutiérrez. Sin embargo, su última novela, El nido de la serpiente, sirve como extraordinario prólogo al Ciclo de Centro Habana, conformado por Animal tropical, El insaciable hombre araña, la ya citada Trilogía sucia de La Habana, Carne de perro y El Rey de La Habana.

Ni bien empezamos a recorrer las páginas de esta novela nos topamos con un Pedro Juan Gutiérrez que tiene quince años pero que debido a su talla y físico desarrollado, da la apariencia de tener veinte años. Vemos a un joven que busca hacer algo con su vida, o darle un sentido en medio de un ambiente marcado por la pobreza. Esto se hace patente desde la primera frase de la novela: “ Yo quería ser alguien en la vida y no pasármela vendiendo helados” La vida de este personaje es marcada desde el momento que conoce a Dinorah, una vieja puta que marcará la vida del joven Pedro Juan, quien descubre el sexo y no duda en entregarse a él en plenas eclosiones hormonales que salpican semen en casi todas las páginas de esta novela. Pero esta historia narrada en un tono desgarrador y parco es también una crítica rotunda a los acontecimientos políticos que se estaban dando en la isla en la década del sesenta del siglo pasado. Ni bien el protagonista recibe la noticia de enrolarse al servicio militar obligatorio, lo cual es visto con excesiva preocupación por la madre de este, pero que el ya anárquico Pedro Juan lo toma como algo que ni le va ni le viene, es el conducto por el cual el narrador nos da una imagen pocas veces leída de lo que acaeció políticamente en Cuba. Vale anotar una de las escenas que está llena de humor, que indudablemente quedará en la memoria de la legión de lectores de este autor, en la que el protagonista, ayudado por un personaje secundario a quien se le llama el Gomo, fingen un caso de sonambulismo. Pero el Nido de la serpiente es más que una novela de aventuras picarescas, es también una novela de aprendizaje, y es a mi entender la búsqueda de una vocación la que nos permitirá entender el crisol en el que este referente narrador ha esgrimido una obra a la que siempre se tiene que seguir con atención. Nombres de escritores que son devorados por el joven protagonista, a quienes admira con desborde y compromiso, y que lleva en contubernio con el silencio, como muy bien lo podemos leer en esta conmovedora declaración: “La vida que me apasionaba era territorio oculto y prohibido para los demás. Era mi vida secreta”.

Es menester mencionar las influencias estilísticas que están presente en esta novela. No es nada raro afirmar que el escritor Pedro Juan Gutiérrez sigue siendo tributario de sus maestros Hemingway y Capote, la precisión para las frases proviene de la parcela del periodismo. Y el mérito de este cubano está en haber asimilado dicha influencia para crear una propia, como tiene que ser.

En una entrevista realizada para este medio, Pedro Juan Gutiérrez declaró que le deja indiferente que lo cataloguen como el Bukowski tropical, y no puedo dejar de expresar mi extrañeza al ver que El nido de la serpiente arranca con un epígrafe del autor de La senda del perdedor. Pero seamos justos y claros, no caigamos en temores, hay que reconocer lo que es bueno siempre, y en mi caso personal, luego de haber leído casi toda la obra de Gutiérrez y Bukowski, puedo decir con conocimiento de causa de que el cubano se sitúa por encima del entrañable narrador norteamericano.

El nido de la serpiente no solo es una precuela del Ciclo de Centro Habana, es a mi entender, junto a El Rey de La Habana, lo mejor que Gutiérrez ha entregado a las imprentas.
(Esta reseña apareció publicada en el diario Siglo XXI de España)

martes, julio 11, 2006

Entrevista: Luis Hernán Castañeda

sábado, julio 08, 2006

Entrevista: Santiago Roncagliolo


“Durante toda mi vida, las historias estaban en las películas”


Al recorrer tus trabajos noto que recoges mucho de parcelas extraliterarias para llevar a cabo tus ficciones. Las estructuras de Pudor y Abril rojo nos dan la impresión de que descansan también en el montaje cinematográfico. Y las temáticas de las mismas están muy ligadas a literatura de masas, a los best sellers, para precisar. ¿Cuánto le debes a estos elementos que por lo general los escritores no suelen tomar en cuenta?

Mucho. Me gusta contar historias que te permitan sumergirte en la ficción, olvidarte de la realidad y de que alguien te cuenta el cuento, para vivir con esos personajes, en esos escenarios. Por eso, mi referente narrativo fue siempre el cine. Durante toda mi vida, las historias estaban en las películas. La literatura latinoamericana, en cambio, no se preocupaba especialmente por la narración, sino por el lenguaje o la técnica.

Trabajaste en la Defensoría del Pueblo en Perú, te documentaste con el informe final de Comisión de la Verdad y Reconciliación, ¿en qué momento decidiste trabajar Abril rojo?

El trabajo en la DPP, en Derechos Humanos, me puso en contacto con un mundo que no se conocía en esa época: las desapariciones, las torturas, lo que ocurría en las cárceles, la violencia silenciada. Durante años me pregunté cómo transfigurar esa experiencia en ficción, como hacer que el lector viva la misma inmersión en el horror que yo viví. Luego descubrí From Hell, una historieta de Alan Moore sobre Jack el destripador, que aprovechaba esa historia para describir toda la sociedad inglesa de su tiempo. Entonces empezó a cobrar forma la idea de escribir un thriller. Incluso en su versión final, la novela tiene varias referencias a From Hell.

Para ti, como autor, ¿cuáles son las diferencias o lazos entre Pudor y esta novela galardonada?

Trato de reinventarme para cada nuevo libro, de cambiar de género, de recursos y de tema. Pero hay un puente entre ambas novelas: el tema de los psicópatas y los perdedores. Todos los personajes de Pudor oscilan en el límite entre ambas figuras. Abril Rojo es un enfrentamiento entre ellas.

¿Cuáles han sido las novelas que te sirvieron de soporte temático para Abril rojo?

Desgracia de Coetzee, Estrella distante de Bolaño, El inocente de Ian McEwan, Sostiene Pereira y La cabeza
perdida de Damasceno Monteiro de Tabucchi.

Hace un tiempo leí unas declaraciones tuyas en las que explicabas las razones por la que decidiste irte del Perú, algunas de ellas apuntaban a la reelección de Fujimori y a los videos de su asesor Montesinos. Como bien sabes, ahora en Perú se vive una fiebre electoral ¿ Consideras un retroceso el hecho que Ollanta Humala tenga grandes chances de ser presidente?

No es un retroceso, sino la certificación de que todo sigue igual. No se puede culpar a Ollanta por tener votos, pero sí a los políticos de la democracia, que no entendieron nada con Fujimori. Si, una vez más como en el noventa, la mitad del país está dispuesta a votar por un desconocido, es que los conocidos han fracasado estrepitosamente. Hasta que no entiendan eso, la democracia seguirá suicidándose periódicamente. La gente escogerá a un autoritario, volverá la democracia, volverán a escoger un autoritario, y así sucesivamente...

Santiago, hablemos un poco de este lastre mundial: el terrorismo ¿Qué se esconde, a tu juicio, detrás de un grupo terrorista? ¿Una mafia, una religión, un movimiento nacionalista, un movimiento marxista? ¿Es lícito el terrorismo?

Un grupo terrorista sólo crece si tiene algún grado de legitimidad. Sendero Luminoso puso en jaque al estado peruano durante doce años, eso no se explica si no tenían apoyo en el terreno. Montaron una guerra en la que murieron 70000 personas. ETA en cuarenta años no ha matado ni a mil, por falta de recursos políticos más que militares. Al Qaeda se ha disparado en Irak, donde la invasión norteamericana le ha dado legitimidad. Ahora bien, para que esa demanda política pueda montar un ejército, es necesaria una ideología trascendental que justifique la muerte de los enemigos -y la propia- en el marco de una gesta histórica, incluso divina. Esa es la función de la religión o, en el caso de Sendero, el marxismo.

Para acabar con un movimiento terrorista, ¿qué método es más válido: la negociación o la lucha sin condiciones?

Pensando fríamente, un Estado puede plantearse exterminar sin miramientos a los grupos terroristas sólo si están tácticamente paralizados (o aislados) y carecen de legitimidad política. En el Perú, el estado consiguió derrotar militarmente a los terroristas cuando ellos se granjearon el odio de los campesinos y se capturó a Abimael. En Irak, todo ataque militar contra Al Qaeda los hace crecer, porque se alimentan del odio. En España, no parece posible una derrota militar total, aunque para negociar, de todos modos, ha sido necesario enfrentar a una ETA muy golpeada y debilitada por la policía.

Un grupo terrorista renuncia a las armas, se compromete a un alto el fuego definitivo, ¿qué se debe hacer con sus militantes?, ¿se les amnistía o se les aplica la ley con todo rigor?

Eso es precisamente lo que entra en negociación. Desmond Tutu, arzobispo sudafricano, decía que todo proceso implica poner la sabiduría por encima de la justicia. Si quieres una paz dialogada -en España, en Palestina, en Irlanda- debes saber que habrá asesinos paseándose por la calle libremente. Si no la quieres, sabes que continuarán matando. De todos modos, el proceso es lento y está lleno de matices.

Y cambiando de tema, hoy en día vemos a muchos escritores que administran blogs, tú tienes uno. ¿Qué piensas de todo este auge en este soporte?

El blog es un diálogo abierto: te permite compartir con tus lectores la actualidad cultural o política. Ellos comentan lo que dices, incluso discrepan o discuten entre ellos. Eso siempre es estimulante, como toda conversación.

Nunca faltan personas que defiendan el insulto o la infamia que aparecen en los comments de los blogs, muchas veces estas voces se amparan en el anonimato, justificando esta acción por medio del espíritu democratizador del mismo, ¿estás de acuerdo con esta idea?

Imagino que es gente muy frustrada con su propia vida. Dirigir tu odio contra otra persona siempre te permite olvidar lo que funciona mal en ti. Insultar a un escritor siempre es más fácil que escribir tú un libro y exponerte al fracaso. A la vez, es una manera de exigir atención. Por eso mismo, no les doy mucha importancia. Entre los lectores del blog también hay un acuerdo tácito para no hacerles caso. Al final, se aburren y se van.

¿Podrías contarnos en qué andan tus próximos proyectos literarios?

Publico un libro para niños que se llama "Matías y los imposibles", y he escrito un musical de "Rebelión en la granja" que montarán el próximo año en un teatro peruano.

¿A qué escritores en tierras íberas admiras?

Javier Cercas, Ignacio Martínez de Pisón, Quim Monzó, Manuel Vásquez Montalbán, Rosa Montero y muchos más.

(Nota: Esta entrevista a Santiago Roncagliolo apareció en el diario Siglo XXI de España. A razón del premio Alfaguara de novela que se le otorgó. La realicé conjuntamente con mi amigo, el crítico literario y escritor, Herme Cerezo)

viernes, julio 07, 2006


Putas asesinas

Reconocido escritor fallecido en pleno auge literario. Se pueden decir muchas cosas de Roberto Bolaño, para muchos, el representante más influyente de la nueva generación de narradores latinoamericanos, y para muchos también, un narrador sobrevalorado cuya muerte contribuye en aumentar el aura de leyenda que se ciñe sobre él. Es sabido por todos que la producción literaria de este narrador chileno llegó a alcanzar un gran voltaje narrativo con sus últimas entregas. Y de esta premisa enunciada no podemos dejar de citar a Los detectives salvajes, mastodóntica por cierto, y que en lo personal, me lanzo a decir que se trataría de una de las novelas insuperables en los últimos 50 años si ésta hubiera muerto en las 300 páginas puesto que esta novela-río demanda del lector un previo conocimiento de lo que ha significado el devenir literario en Latinoamérica en el siglo XX. Y ni hablar de 2666, cuyas más de mil páginas se alimentan del mismo crisol literario con el que Roberto pergeñó su novela ganadora del Rómulo Gallegos y el Herralde, motivo más que suficiente para seguir hablando, escribiendo y estudiando su obra por varios lustros más.

Bolaño, antes de ser narrador, era poeta, prueba de ello se deja sentir en su poemario, Tres, libro al que no se le da mucha bola pero que es necesario leerlo a conciencia para no dejar de colegir el punto de partida por el que este autor anduvo antes de dar el salto a la narrativa. La musicalidad de su prosa y los contenidos temáticos se recogen subrepticiamente del libro acabado de citar. Bolaño tiene dos crisoles de los que siempre alimentó su narrativa: la literatura misma y la vida, o el desarraigo.

Desde la aparición de su libro de relatos, Llamadas Telefónicas, se empezó a rumorear pero no a declarar abiertamente que el Bolaño en estado puro se hallaba en este género tan difícil de lograr, ergo, el cuento. Sus influencias chejovianas y carverianas se dejaron ver en cuanto a estructura se refiere, pero los contenidos temáticos seguían la misma veta por la que recorrió toda su literatura teniendo al legado de Jorge Luis Borges por encima de todo. Y este legado se hace sentir con fuerza en su extraordinario libro de relatos, Putas Asesinas.

Cuentos como Últimos atardeceres en la tierra, que no es sino un verdadero descenso a la desazón en un viaje que hacen a Acapulco un padre y su hijo que no para de leer una antología de surrealistas franceses traducida por el argentino Aldo Pellegrini. Se ha dicho mucho de la influencia de los posmodernistas norteamericanos en su relato Carnet de baile, y en lo personal, creo que se trata de un error puesto que como todos sabemos, Roberto era un fervoroso admirador de la literatura argentina, y bien se sabe que desde Los detectives... se puede rastrear la influencia de un narrador gaucho al que se tiene que rescatar y de quien este desarraigado supo recoger variantes estilísticas con acuciosidad: Leopoldo Marechal. El mejor cuento de este maravilloso libro es Prefiguración de Lalo Cura, aquí nos sumergimos en los recovecos de los narcotraficantes y el mundo del cine porno desde un punto de vista muy subjetivo teniendo así una peculiar visión de los personajes que desfilan por este relato.

Se ha dicho que hay pasajes que pueden estar en antología alguna de lo que mejor que se ha escrito en lengua castellana, lo cual puede ser cierto. Ninguno de los relatos de Putas... tiene pierde, en todos nos encontraremos con protagonistas que son omnívoros lectores que ven a la literatura como el fin máximo en la vida, por ejemplo, en Encuentro con Enrique Lihn es una afirmación frontal de los principios estilísticos afianzados en la falta de temor con la que Bolaño no deja de expresar lo que piensa.

Los gustos nunca son totalitarios, pero es indudable que los amigos de Anagrama se valieron del título de un buen relato para lanzarlo al mercado valiéndose más de un principio comercial que de un principio literario, lo cual vale, siempre y cuando, no se publique basura.

(Nota: He tenido que recurrir a una foto en la que Roberto aparece junto al buen pero escandaloso escritor Pedro Lemebel. Lo ideal sería colocar la portada del libro reseñado pero en estos momentos el ejemplar que tenía está en muy buenas manos)

miércoles, julio 05, 2006


El Paso


El Paso es fiel heredero de la temática vivencial con la que Ildefonso ha construido una carrera poética marcada por la constancia. Lo lúdico, lo onírico, el desamor, el sexo, el trago y el amor se juntan en una fiesta que tiene al estilo como el gran abanderado de estos relatos. Este poeta y narrador sabe muy bien cómo entretener al lector, prácticamente, se vuela leyendo las peripecias del protagonista que nos insufla su conmovedor desarraigo existencial

En un aburridísimo texto sobre este libro, el académico Nelson Ricardo Ramírez, comete el flagrante error de calificarlo como una muestra de la alternancia que va de lo metaliterario a lo vitalista. Si bien es cierto que hay muchas referencias a escritores y libros, estas solo están enmarcadas en el terreno de la enunciación. Si el protagonista de una historia X es un escritor que nos ofrece un catálogo de libros, esto no la convierte en una obra metaliteria, y declararlo así no es más que una muestra de ignorancia no-intencionada marcada por el apuro y una falta de acuciosidad elemental. Las reflexiones e inquietudes que aparecen en estas páginas están pautadas por la búsqueda, encuentro y desencuentro de una vida marcada por la aventura y el exceso.

Lo metaliterario tiene larga data, y una de las características de esta vertiente es la indagación que apunta al oficio creativo como tal, a las influencias que se mueven y alimentan una obra literaria dentro de otra, teniendo al proceso imaginativo y a la persona del escritor como motor de las ficciones pergeñadas. Ejemplitos: La novela de una novela, de Thomas Mann; la figura de Cide Hamete Benengeli en El Quijote, de Cervantes; La noche del oráculo, de Paul Auster; o Casa de Islandia, de Luis Hernán Castañeda, por citar una muestra local.

Como dije, lo metaliterario tiene varias características. Si el apreciado Nelson Ricardo Ramírez tiene alguna duda al respecto, con mucho gusto y desinteresadamente podría sugerirle algunas obras más. Lo peor que se le puede dar a este libro es una calificación tan jalada de los cabellos que no le hace ningún favor a Ildefonso, y sobre todo, a El Paso.

Si a este libro se le quiere ubicar en vertiente alguna, esta sería la vitalista. Y para rendir justicia, buen vitalismo.

Esta es una colección de microrrelatos que en muchos casos arriban al feudo del olvido por el abuso de la anécdota. En gran parte sentimos estar leyendo el mismo cuento. ¿Quién se acuerda de lo que se hizo en una intensa noche de juerga con olor a sexo y alcohol ni bien nos cae la resaca? Digamos también que Yoknapatawpha y La luz del mundo son de lo mejor de este conjunto, siendo para mí, el segundo relato mencionado, el que indiscutiblemente quedará en la memoria del lector por muy buen tiempo. Sin embargo, los libros como este te ofrecen una distinta manera de ser abordado. El carácter orgánico nos lleva a leerlo también como si fuera una novela, pero esta es una opción anclada más en el defecto que en la virtud. Y con muy buena vibra señalo que fue un craso error, imperdonable para el editor y el autor, cambiar el título original, Por partida doble, por uno comercial que traería supuestas suculentas ganancias. A lo mejor por el auge editorial que hoy en día tienen los libros que tratan de los inmigrantes. El título con el que fue entregado a los lectores termina traicionando la auténtica esencia de este conjunto. Declaremos desde ya que los mejores relatos que lo conforman están en la segunda parte, Del otro lado de la frontera.

Si nos atrevemos a rastrear algunas fuentes estilísticas y temáticas, estas apuntan a dos poemarios del autor: Canciones de un bar en la frontera y MDIH. Al leer este libro lloramos, nos reímos, creemos que vale la pena vivir sin importarnos lo que pueda venir, sin arrepentimientos de por medio.

El Paso sirve también como punto de quiebre en la obra de Ildefonso. Abusar de los referentes que le han traído buenos réditos en su trayectoria literaria abarca riesgos, y estos se hacen aún más patentes cuando se escribe narrativa. Y como bien sabemos, la inspiración no es una aliada idónea en esta parcela creativa.

El gran compositor argentino, Astor Piazzolla, declaró meses antes de morir que “el oficio creativo es como el agua, que se tiene que cambiar, porque se corre el riesgo de que se pudra”. Todo cambio artístico es un parricidio que llega a cuajar si se conoce bien la tradición de la veta creativa en la que uno decide moverse. Este legado de Piazzola no solo lo dio para los amantes de la música, lo es también para todo aquel que está dispuesto a arriesgarse.

El talento de Ildefonso es innegable y reconocido, pero este autor no es un intocable. Y lo mejor de todo, es que aún no ha dado lo mejor de sí.

El Paso, un buen libro para desaforados amantes de la vida.




martes, julio 04, 2006

Entrevista: Miguel Ildefonso