jueves, abril 30, 2009

3 segundos históricos: USA vs URSS, la Final de Basketball de Las Olimpiadas de Munich 1972



Las Olimpiadas de Munich 1972 es la más recordada de todas. Se desarrolló en la Alemania Federal (del 26 de agosto al 11 de setiembre); en plena guerra fría, época en la que Estados Unidos y La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no pocas veces dejaban de hacer, en todo el orbe, lo que les venía en gana, casi siempre por medio de sus institucionalizadas organizaciones terroristas como la CIA y la KGB.
A pocos días de la culminación del evento, este fue testigo de un hecho escabroso: el 5 de setiembre un comando del grupo terrorista palestino Setiembre Negro, el cual tenía evidentes lazos ideológicos y religiosos con el futuro Premio Nobel de La Paz Yasser Arafat, irrumpió en la Villa Olímpica. El resultado de la incursión es conocido: once integrantes de la delegación de Israel (entre atletas, entrenadores y dirigentes) fueron cobardemente acribillados. Esta masacre puso en riesgo la seguidilla de juegos que faltaban, pero Avery Bundage, Presidente del Comité Olímpico Internacional, ordenó que estos continúen. También se forzó a regresar, por razones de seguridad, a sus países a todos los atletas de origen hebreo, entre los que de lejos destacaba Mark Spitz, el nadador estadounidense ganador de siete medallas de oro.
Sin lugar a dudas, el terrorismo había empañado el certamen. Sin embargo, días antes del fatídico 5 de setiembre, el 27 de agosto en el Rudi Seldmayer Halle, se llevó a cabo la Final de Basketball entre Estados Unidos y la URSS. (Eran años de abierta confrontación entre el Capitalismo y el Socialismo. “Competencia” y “Emulación”. Cada cual quería demostrar ser el mejor en todo: en la cultura, en el arte, en la ciencia y, por supuesto, en el deporte) Por decir lo menos: la final soñada entre estas dos superpotencias deportivas, el encuentro a ver en Munich 1972.
Los norteamericanos tenían la supremacía en Basketball desde las olimpiadas de Tokio 1936. Pero en Munich los soviéticos estaban dispuestos a, sí o sí, llevarse el Oro en este deporte. No extraña entonces que haya sido el equipo de basketball de la delegación soviética el que recibió los mejores tratos, al punto que llegó en avión privado a la ciudad alemana.
Ambas escuadran derrotaron categóricamente a sus respectivos rivales en las fases de eliminación. Y lo que sorprendió a muchos fue el accionar del equipo norteamericano, el cual como nunca antes hizo gala de un sistema ultra defensivo, obra y gracia del entrenador Henry Iba. Cosa contraria pasó con la escuadra roja, que privilegió un esquema de ataque permanente.
(Para los pocos que no saben: en basketball se juega en “tiempo real”. El reloj se detiene ante faltas y tiempos muertos requeridos. Por eso los partidos muchas veces sobrepasan los mezquinos quince minutos de sus dos etapas.)
Desde los primeros minutos de juego los soviéticos ya tenían una ventaja de 10 puntos. El equipo gringo no salía de la pusilanimidad y los periodistas acreditados empezaban a sindicar a Iba como el principal responsable. La primera etapa finalizó 26 a 21 a favor de los rojos.
Para la segunda mitad, Iba, contra todo pronóstico por lo que vio de su equipo en los partidos anteriores, ordena marca a presión con salida a los aleros y ataques en diagonal, pero los rojos estaban imparables, sus contragolpes eran letales, cuidando la ventaja, ahora en 38 contra 28 puntos. Sin embargo, la vergüenza de no perder salió a flote. Iba mantuvo la nueva táctica y, carajeada de por medio, sus dirigidos empezaron a sumar puntos.
A falta de 55 segundos para el final, la ventaja era de 49 a 48 para los soviéticos, quienes querían que el partido se acabe ya…
Los segundos corrían, los nervios patentizados en fríos sudores resecos fueron el preámbulo para lo que en los segundos finales llegó a ser el intercambio de sueños y pesadillas en ambas escuadras: dos tiros libres para los norteamericanos.
El encuentro quedó igualado en el primer tiro libre, ejecutado por Doug Collins, pero antes del segundo tiro, el entrenador Vladimir Kondrashin, en una actitud que linda la criollada, pidió tiempo muerto para enfriarlo, desconcentrarlo... De todas maneras Collins sumó el punto que colocó a su equipo en la inesperada ventaja de 50 a 49.
Faltaban solo 3 segundos para el final. Si en verdad los soviéticos querían ganar, pues de todas maneras tenían que lograr una canasta de 2 puntos. Demasiada tensión para los equipos. Ahora los defensores de la medalla de oro eran los que deseaban que el partido se acabe ya…
El árbitro brasileño Renato Riguetto anuló el primer saque de los soviéticos. Este reparó en el hecho de que el reloj se había detenido luego de los tiros de Collins. Ningún bando reclamó, la decisión se ajustaba a las reglas… Para el segundo saque, el balón cruzó el campo en dirección a Modestas Palauskas, quien al estrellarlo en el tablero, desató la algarabía total en el Rudy Seldmayer Halle. Abrazos, llantos y besos en los equidistas norteamericanos. Por su parte, los soviéticos no lo podían creer, más de uno se vio pudriéndose en Siberia, preferían la muerte inmediata a regresar sin nada cuando prácticamente lo tuvieron todo para coronarse campeones olímpicos. Los relatores televisivos y radiales consolaban a los perdedores como campeones morales, puesto que por lo demostrado en los partidos, la URSS era el mejor equipo.
Sin embargo, una poderosa presencia bajó por las gradas. El Secretario General del Comité Olímpico William Jones le ordenó a Riguetto jugarse otra vez los 3 segundos finales. ¿La razón? Invasión del campo de juego por parte de la suplencia y los periodistas acreditados. Algunos analistas deportivos sugirieron que lo más saludable para los norteamericanos era que se retiren, en vista de que lo acabado de hacer por Jones tenía una sola definición: intento de robo. Sin embargo, Henry Iba aceptó el capricho del mandamás.
El tercer saque: el balón voló a las manos de la estrella roja Aleksandr Belov, quien, luego de desprenderse de un par de gigantes, encestó. 51 a 50.
Horas después la delegación perdedora apeló. El Comité Olímpico se reunió y resolvió el reclamo a votación. Los directores de las delegaciones de Italia y Puerto Rico votaron a favor de Estados Unidos. Y los de Bulgaria, Cuba y Rumania se alinearon con La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Las décadas han pasado y se sigue discutiendo sobre los pormenores de esos 3 segundos finales. ¿Robo? ¿Justicia deportiva? ¿Así es el basketball? Lo única certeza es que las medallas de Plata aún permanecen en la caja fuerte de un banco de Zurich. El dolor es tan grande que todos los subcampeones olímpicos de 1972, en actitud de evitar posibles estupideces familiares, han estipulado en sus respectivos testamentos que esa medalla no debe ser reclamada, ni mucho menos aceptada, bajo ninguna circunstancia.

miércoles, abril 29, 2009

Descarga la obra completa de Philip K. Dick

Me preguntaron hace unos días por Philip K Dick (1928 – 1982). No dudé en calificarlo como un novelista para kioskos, heredero (a lo mejor involuntario) de la novela de folletín del XIX.
¿Sería posible amar las novelas de ciencia ficción sin las de Philip? Imposible. Por ejemplo: yo empecé a leer ciencia ficción gracias a este norteamericano que me zarandeó la cabeza con UBIK.
Philip detestaba la posería, el caletismo ilustrado, la inteligencia del tonto… Y como gran escritor de kioskos que fue, seguramente por necesidad, pues le encantaría, desde el lugar donde esté, que su obra (y no limitarnos solo con las buenas y regulares adaptaciones cinematográficas que se hacen de ella) sea leída por todos.
Por ello, celebro la existencia de webs como La página preservadora, en la que puede descargarse la obra completa (novelas, cuentos y ensayos) de este extraordinario escritor, un genuino buscador de historias, un artífice del asunto…
Ya depende de Uds. si la leen en sus monitores o la imprimen, por 10 céntimos la hoja, en Azángaro.
Servidos.
Imagen, Philip K. Dick

viernes, abril 24, 2009

Peter Gabriel - "Growing Up"

jueves, abril 23, 2009

Novela gráfica de Rafa Fonteriz

Nunca he sido un devorador de comics, pero la vida me ha permitido estar, de alguna forma, rodeado de personas que no pueden concebir la vida sin los mundos representados en viñetas. Como puede deducirse, no soy un conocedor, pero tampoco ando tan perdido en el asunto.
Dicho lo anterior, paso a dar cuenta de una novela gráfica: EFECTO DOMINÓ (Collecció Mercat, Ediciones de Ponent, 2003), del español Rafa Monteriz (Valencia, 1961).
ED es, en líneas generales, un policial negro condimentado con el género de terror, brotando en cada página toda la ironía y sabiduría acrisolada en los perfiles de los personajes que dan rienda suelta a sus más exacerbadas pasiones, en el sentido de que son capaces de todo con tal de satisfacer el ego sin riego de reconocimiento, amor, lealtad y sexo… y cosa curiosa: la mayoría de estos son policías de una ciudad innominada que viene sufriendo la expansión de un virus que crea una raza de vampiro que amenaza no solo a los habitantes de la ciudad, sino también a la especie humana. Este virus se transmite a través de la sangre, los infectados se vuelven agresivos, eluden la luz solar, no soportan la brillantez. Adquieren, por si fuera poco, una descomunal fuerza física, incapaces de ser detenidos por las balas, estas solo son eficaces cuando los tiros van directo a la cabeza, siempre y cuando el parásito esté poco desarrollado. El método más efectivo para eliminarlos es la incineración.
Tenemos tres protagonistas principales: La Comandante Rosa Santomoro y los oficiales Luisa y Paco. Santomoro es la encargada de la brigada especial, cuyo único objetivo es poner fin a los ataques de los infectados. Ella, mejor que nadie, es conciente de que su futuro profesional depende del éxito que tenga y confía mucho en las palabras del doctor Beltrán, quien le informa que una posible solución es someter a estudio a un infectado. La corpulenta comandante no lo duda, pues llama a los dos oficiales más destacados de la brigada que dirige. A los oficiales Luisa y Paco se les asigna la misión, la cual será clandestina porque irán vestidos como civiles.
Paco transpira, sufre y llora por Luisa, no solo en lo sentimental sino también en lo sexual, pero ella no lo ve ni siquiera como amigo, sino como un buen compañero de trabajo de quien puede aprender mucho. En el curso de las andanzas nocturnas en pos del infectado, las sorpresas salen a flote: se cruzan con una mujer que lleva en brazos a su bebe infectado, se enteran de que un apreciado compañero de brigada acaba de ser atacado por los vampiros y, como para rematarla, la hija de su sargento es una vampira que recorre las noches por sangre.
Ya sea por los trazos en los dibujos o por la elaboración de los diálogos, queda claro que el artista valenciano es, en todo sentido de la palabra, un psicótico de la perfección, las viñetas están delineadas en tal grado de precisión que no pocas veces la secuencia narrativa es justificada por un detalle anterior, muchas veces desapercibo: basta una sombra, una mueca o una mirada perdida en el suelo como para cerciorarnos de las intenciones no solo de los personajes principales, también de los que conforman las historias paralelas, que condimentan la búsqueda del par de oficiales.
El talento de Fonteriz ha sido requerido por no pocas editoriales y revistas dedicadas exclusivamente al comic, entre las que destacan Camacue, El Víbora, Marvel y Kiss Comix. (No extraña el desmedido apego del autor por el cuerpo femenino, por algo su pericia fue requerida para Kiss Comix, revista de evidente corte erótico.)
EFECTO DOMINÓ es una novela gráfica que no se cansa de destilar dinamismo, fuerza y nervio. Fonteriz no solo ha leído mucho (guiños a Chander), sino que ha visto mucho cine, por el que puede rastrearse la malsana y siempre gratificante influencia de David Cronenberg. Todo un capo a la hora de narrar: la planificación narrativa cumple su cometido, ningún asunto a resolver se le escapa, juega con inteligencia los efectos de la transición, la planificación y la puesta en escena… Aseverar que puede aprenderse de Fonteriz no es una exageración, es una realidad; él encarna, en su arte, una enciclopedia de las técnicas narrativas.
Imágenes: EFECTO DOMINÓ; página 23

domingo, abril 19, 2009

J. G. Ballard ( 1930 - 2009 )


Cruzar fronteras es mi profesión. Esas franjas de tierra de nadie entre los puestos de control parecen siempre zonas tan prometedoras, colmadas de posibilidades de vidas nuevas, aromas y afectos nuevos. Al mismo tiempo desencadenan un reflejo de desasosiego que nunca he podido reprimir. Mientras los funcionarios de aduanas revuelven mi equipaje, siento como si trataran de abrirme la mente y descubrir un contrabando de sueños y recuerdos prohibidos. Y aún así, siempre hay ese placer peculiar de sentirse expuesto, que muy bien hubiera podido convertirme en un turista profesional. Me gano la vida como cronista de viajes, pero reconozco que esto es poco más que una mascarada. Mi auténtico equipaje pocas veces está cerrado con llave; los broches parecen esperar a que los abran.
(De: NOCHES DE COCAÍNA. Minotauro, 2003)

¿Te acuerdas de Óscar Wirth?

(Este post no es solo para los hinchas de Alianza Lima.)

Para la temporada futbolera de 1994, Alianza Lima se reforzó en vistas a su participación en La Copa Libertadores. La dirigencia comandada por Pío Dávila tiró la casa por la ventana al contratar a cuatro jugadores extranjeros de cierto nivel, de ellos, el que destacaba de lejos, por su palmarés, era el arquero chileno Óscar Wirth (Santiago, 1955).

Fue campeón con el Colo Colo (1979) y Cobreloa (1980), con el que llegó a disputar dos finales de la Copa Libertadores. También mundialista en España 82. Tuvo un periplo internacional que lo llevó a tapar en España y Alemania. En el 2000 retorna a Chile fichado por La Universidad Católica, y con ese club consigue el subcampeonato de la Copa Libertadores de 1993, en el que fue elegido como el mejor portero del certamen, y por si no fuera poco, catalogado como futbolista chileno del año.

Arribó al equipo blanquiazul con 38 años de edad. Nadie puso en tela de juicio el calendario de sus exitosos noviembres. Era, sencillamente, una contratación de lujo.

Debutó en Matute ante el Defensor Lima, en el marco de los partidos amistosos de verano. Alianza ganó el cotejo por 3 goles a 1. De esa noche recuerdo la tapada a quemarropa de un tal Dolorier. Solo cuatro metros de separación entre el arquero y el delantero. Un fuerte remate esquinado detenido en seco, solo un paso en diagonal hacia adelante, la cintura en 40 grados a la izquierda y los brazos estirados. Todo el estadio quedó en silencio. Una tapada mágica. El chileno pudo volar, hacerla linda para la foto, despejar el tiro al corner y gozar del aplauso de las tribunas. Pero no, la sobriedad mandó.

Sin embargo, las cosas le empiezan a salir mal. Por la Libertadores, Alianza y Universitario debían enfrentarse a las escuadras ecuatorianas del Barcelona y Emelec. Alianza viajó a Guayaquil con mucho entusiasmo, una semana antes había sumado sus primeros puntos en copa derrotando a los cremas por un gol de diferencia. Los dirigidos por Miguel Ángel Arrué hicieron papelones en sus partidos, fueron goleados. Más allá de los goles encajados a Wirth, hubo uno que dejó desconcertado a más de uno: fue ante el Barcelona, arco sur, un tiro atajable de fuera del área, la gordita hasta se da el lujo de rebotar dos veces, el arquero aliancista dobla las rodillas, brazos hacia abajo y las palmas juntas y abiertas, la caprichosa le besa en el antebrazo. Gol ridículo.

En los encuentros de vuelta, las cosas en Alianza se ponen aún más jodidas. Los victorianos pierden por 2 goles a 1 ante la U. Esta derrota llevó a los dirigentes a despedir a Arrué y contratar en el acto al serbio Iván Brzic, quien desde el saque sienta a los extranjeros, excepto al volante argentino Juan Carlos Kopriva. Ahora el arco tenía nuevo dueño, Francisco Pizarro. El año anterior Pizarro había tenido una buena temporada con El León de Huánuco, era un jale apostando al futuro, pero carecía de los suficientes méritos como para bancar a Wirth.

Al igual que yo, muchos hinchas se preguntaban por qué el veterano guardameta no regresaba a su país, estaba arriesgando su prestigio. Prácticamente no tenía muchas oportunidades, y cuando le tocaba ingresar, la falta de ritmo de competencia era más que evidente. Sin embargo, lo que sí se percibió en sus largos meses de suplente fue su nivel profesional, su liderazgo natural y una saludable capacidad para apagar incendios.

Los que seguimos año a año las campañas de los blanquiazules, sabemos bien que los jugadores hacen y deshacen. El equipo de 1994 era capaz de ganar siete partidos al hilo y perder la misma cantidad de la manera más tonta; por ello, no era extraño pensar en una cantada camita al serbio, anteponiendo, vaya novedad, los intereses grupales a los deportivos. En este sentido, Wirth, con toda la experiencia de vida, amainaba los ánimos caldeados, su conducta irradiaba un implícito respeto en sus compañeros, y fue lo suficientemente inteligente como para no macularse con lo peor del aliancismo. Se conoce hasta el hartazgo lo difícil que es la intimidad del “vestuario” blanquiazul, en donde imperan la cultura de la pichanga, el puterío, la trasnoche, el chocherismo, el tiro al sapo en las charlas técnicas, el plancito, antes y después de los partidos, con alguna nalgona desesperada en el Tumbao o Kimbará…

Sporting Cristal se coronó campeón nacional, y por lógica estaba clasificado para la Copa Libertadores de 1995. El otro representante peruano saldría de un cuadrangular, el cual tuvo a los clásicos rivales como protagonistas del cotejo más llamativo.

Este blogger estuvo en ese clásico, en la tribuna de oriente, muy pegado a sur. Alianza Lima lo ganó con dos golazos de Juan José “Alianza Lima es mi chacra y hago lo que quiero” Jayo. Fue un partido disputado, los jugadores no solo se jugaban la clasificación, también el sueldo. La U se fue con todo en los últimos treinta minutos, llegando a arrinconar a los pupilos de Brzic. Faltando no más de nueve minutos para el pitazo final, el arquero Pizarro se lesiona. Wirth, que había jugado casi nada en la temporada, se coloca los guantes. Se posiciona del arco. Más de un aliancista pensó que no solo nos iban a empatar, sino también a voltear.

Empero, desde el corazón del Comando Sur un susurro se imponía con fuerza, despertando la algarabía en toda la tribuna, al compás de un estridente y constante ¡Wirth corazón!

No era para menos, si el chileno podía saldar en algo su deuda con la hinchada, era entregando su arco con el marcador a favor. El equipo crema era el único en la cancha, e iba aprovechar los pocos minutos de juego del veterano arquero. Wirth tuvo tres intervenciones importantes, pero es la última, en minutos de descuento, la que queda en la memoria de los aliancistas: un centro bombeado de Roberto Martínez, preciso para la cabeza de “Balán” González, quien atropellaba en carrera; Wirth, dando cátedra de cómo tomar impulso para cortar un centro, se valió de la fuerza de una sola pierna para adquirir la suficiente altura y mostrar lo que no se vio en él en toda la temporada: una volada espectacular que cogió en una el peligroso balón… Ese pésimo año Alianza Lima lo compensó, en algo, con la clasificación a la Libertadores.

Días después, en una tarde de sol de diciembre, este blogger se encontraba almorzando y escuchando un programa deportivo. Como es habitual en los días de fin de año, el programa daba cuenta de los nuevos equipos de los jugadores, de las renovaciones y rescisiones de contratos. Cuando se le da señal al reportero encargado de cubrir los vaivenes de Alianza Lima, este cuenta un detalle alucinante del arquero chileno, quien al enterarse de que los empleados del club (porteros, jardineros, cocineros, guardianes, etc.) iban a cobrar su sueldo de diciembre recién en la quincena de enero, no dudó en repartir el suyo entre ellos. Digamos que ese gesto de desprendimiento es solo el más conocido de los varios que tuvo en su paso por La Victoria.

El año pasado, Óscar Wirth estuvo de paso por Lima, junto con su hija, en plan turístico. Aprovechando las horas libres hasta su vuelo a Cusco, cayó de sorpresa en Matute. Prácticamente las labores se paralizaron, incluyendo el entrenamiento del primer equipo. Los dirigentes llamaron a sus pares que dirigieron el club en los noventa. No era para menos, el profesionalismo y don de gente del chileno, a más de diez años, aún seguía presente en los ambientes de la institución. El reencuentro se celebró con un gran almuerzo. Cosas así no ocurren todos los días.

Imágenes (tomadas de aquí): Óscar Wirth.

miércoles, abril 15, 2009

Hincha de MC5

MC5 estuvo conformado por Rob Teiner (voz), Wayne Kramer (primera guitarra), Dennis Thompson (percusión), Fred “Sonic” Smith (segunda guitarra) y Michael David (bajo). MC5 es uno de los grupos más radicales de la escena gringa rockera de las décadas del sesenta y setenta.
Detroit era conocida como la Ciudad Motor, debido a las muchísimas fábricas de automóviles. Cientos de miles de personas trabajaban en esos templos de acero. Los integrantes de MC5 eran los hijos de la clase obrera de Detroit, y en honor a las fábricas en las que laboraban sus familias, deciden llamarse MC5 (Motor City Five (Ciudad Motor Cinco)).
Solían usar camisas con retazos de la bandera americana, vivían en comunidad, tenían hermosas jovencitas a su disposición, las que los acompañaban en sus giras y ayudaban en labores domésticas, como lavar y cocinar; y claro, embelesaban a sus ídolos con voluntarias muestras de amor y sexo. Los MC5 tenían un marcado discurso político que yacía en la anarquía, la disidencia y en la no creencia de las instituciones. Practicaban el amor libre y estaban convencidos de que la suprema expresión humana estaba en el puro rock and roll, cuyo único mensaje era el de la revolución.
MC5 tranquilamente pudo llamarse MC7. El espíritu contracultural de la banda nunca hubiera alcanzado dicho aura de no ser por “Hermano” J.C. Crawford, el orador político encargado de empilar a la gente en las previas de los conciertos, y John Sinclair, el manager y guía espiritual.
Este quinteto que nunca dio muestras de afán de gloria y ganancia pecuniaria (por eso la prensa conservadora los catalogaba como “cavernícolas” (no se bañaban) que lo único que hacían era “aparearse” con las “desdichadas” que los endiosaban) era el sueño hecho realidad de Sinclair. Este, durante muchísimo tiempo quiso formar un movimiento revolucionario, y lo consiguió cuando agrupó a los cinco talentosos y jóvenes músicos luego de anuales periplos por bares y garages en búsqueda de la materia prima a moldear, con quienes fundó la comunidad TransLove Energies, en la que solo podía hacerse dos cosas: vivir y crear.
Muchos cronistas de la época, específicamente de la escuela del Nuevo Periodismo, aseveraban que los MC5 eran mejores que los Doors, que en la postura de estos chicos de Detroit podía notarse coherencia entre la música ofrecida, el discurso político y la manera como vivían. En cierta ocasión, el guitarrista de la banda, Kramer, llegó a calificar, en una entrevista para TV, a Jim Morrison como “un patético vendedor de sebo de culebra”.
En 1968 los cachorreados por Sinclair y Crawford dejan definitivamente Detroit, justo semanas después del asesinato de Martin Luther King. Las represalias contra los activistas eran no menos que matanzas callejeras; aunque valgan verdades, la razón del cambio de ciudad se debió a que la policía antinarcóticos los tenía entre ceja y ceja. El nuevo destino de residencia fue elegido por Sinclair, en Ann Arbor. No fue para nada gratuita esa elección, esa ciudad era la cuna de los activistas políticos más influyentes y Sinclair era muy respetado por ellos, colaboraba con artículos en fanzines y revistas que pregonaban el quiebre del orden establecido. Entre otras cosas, fue el encargado de educar a los jóvenes músicos, a quienes les hizo leer los libros de William Burroughs, Norman Mailer y Allen Ginsberg. Los que vivieron el día a día con la banda, aseguran que las paredes del estudio de ensayo estaban cubiertas con las páginas de la Introducción de EL ALMUERZO DESNUDO.
En Ann Arbor vivieron en una casa de diez cuartos, en donde llegaron a alcanzar la plenitud musical producto de las más de diez horas de ensayo diario, y en la que no dejaban de rendir tributo a la diosa de los elegidos: la marihuana. Las anécdotas sobre lo que la marihuana hacía en los MC5 valen para una novela de no ficción tipo PONCHE DE ÁCIDO LISÉRGICO. Paraban tan drogados que horas antes de sus conciertos, Sinclair y Crawford les colocaban cintas de colores en las muñecas o, en todo caso, en los mangos de los instrumentos. En cada cinta estaba escrita el título de la canción más el número de orden en el que tenía que tocarse, como para segurar el cumplimiento del setlist.
No solo la policía antinarcóticos los tenía bajo la lupa, también el FBI. Las sospechas razonables apuntaban al grupo como un potencial financista de activistas políticos y grupos revolucionarios, lo cual no sería nada descabellado, puesto que en esos existía un descontento generalizado (ejemplos: estudiantes que criticaban la guerra de Vietnam y sindicatos que defendían los derechos laborales) por las medidas políticas y económicas que los gobiernos de turno tomaban, en especial el de esa bestia negra conocida como Richard Nixon. En este sentido, algunas novelas han registrado, en parte, dicho descontento generacional, relatando el cómo se les pasaba la mano a algunos activistas, tal y como sucede con Meredith, la hija de Seymour “El Sueco” Levov, el protagonista de la mejor novela de Philip Roth, PASTORAL AMERICANA. Ella es perseguida por la policía porque se la acusa de formar parte de un grupo de disidentes que hizo estallar una oficina de correos, el cual dejó como saldo tres muertos.
Con relación al mecenazgo que ejercían los MC5 con determinadas agrupaciones que creían sí o sí en los atentados, no hay nada comprobado. Empero, lo que sí está documentado era su labor de apoyo a grupos contraculturales, puesto que financiaban fanzines, revistas, recitales y demás.
Estemos o no de acuerdo con el discurso de este quinteto de Detroit, no hay que dejar de reconocer que ellos sí eran consecuentes en su anarquía, por más ilusorio o fumado que haya sido el discurso que empleaban, no dejará de ser edificante el saber que hicieron hasta lo imposible por concretar su utopía.
Tres álbumes fueron más que suficientes, tanto KICK OUT THE JAMS (1969), BACK IN THE USA (1970) y HIGH TIME (1971), son el mejor testimonio que refrenda la contundencia y genialidad de esta extraordinaria banda. Tres álbumes (sin contar los recopilatorios de años después) capaces de generar adicción por el rock de verdad, ergo: el rock de MC5.
Imagen, MC5.
Videos: “Ramblin´Rose”, “Kick Out The Jams”, “Looking At You”, “American Ruse” y “Back To Comm”.

lunes, abril 13, 2009

TOMMY (1975)





El largo fin de semana la pasé escuchando música y viendo películas (y haciendo otras cosas también).Y me gustaría recomendar, con lo poco que queda de mí, la película TOMMY (1975), de Ken Russell.
Con ligeros cambios del álbum homónimo de The Who, de 1969, en TOMMY se nos relata la vida de Tommy Walker, quien de niño sufre un bloqueo mental, que le impide no ver, no oír, ni hablar, causado por el trauma que le produce ver el asesinato de su padre, un aviador que luchó en la Segunda Guerra Mundial y que supuestamente falleció en combate, a manos del nuevo esposo de su madre.
Tommy crece con este problema al que le saca la vuelta forjando un peculiar mundo secreto. Por otro lado, su madre y el esposo de esta, lo someten a distintas opciones de curas sin resultados alentadores. Sin embargo, una noche, mientras Tommy se “mira” en el espejo, actividad que le sumergía en esperados estados de tranquilidad, descubre una suerte de revelación, la cual no diré, que lo lleva a experimentar el milagro de curarse, y que lo convierte en una suerte de mesías para todas aquellas personas que desean un milagro en sus vidas.
En TOMMY desfilan: Tina Turner, Roger Daltrey (Tommy), Eric Clapton, John Entwistle, Pete Townshend (el encargado de los arreglos musicales y adaptación de las letras), Ann-Margret, Oliver Reed, Robert Powell, Keith Moon…
En el primer video que abre el post, tenemos a Tina Turner dando cuenta de “Acid Queen”, tema que “las mejores piernas de la historia del rock” utilizaría para titular su segundo trabajo como solista; en el segundo, a Elton John con “Pinball Wizard”, con el que se da cuerpo a la escena más lúdica de TOMMY.
Si ya la han visto, cosa que creo probable porque es una joya por donde se la mire, pues no estaría nada mal un “remember” musical; si en caso no, pues no tienen idea de lo que se pierden. Esta película de Russell exuda magia, hechizo, y de paso, activa el insano bicho de la curiosidad por escuchar a un grupazo como The Who, al menos eso fue lo que me pasó cuando la vi por primera vez, hace más o menos quince años.

...

lunes, abril 06, 2009

Entrevista: Aldo Vivar

“Mis personajes están atentos al ambiente que los rodea pero lo miran desde el lente de su propia soledad”
Aldo Vivar (Lima, 1961) publicó a fines del año pasado el libro de cuentos El orden de la soledad (Revuelta Editores). Este autor hace gala de un fino trabajo en los perfiles de sus personajes, quienes están dotados de una mirada especial que les permite otorgar un sentido revelador a sus actividades marcadas por la rutina. Aparte de ser un muy buen escritor, Vivar es considerado uno de los mejores médicos peruanos. Administra el blog Historia clínicas (http://historiasclinicas.blogspot.com/)
(El orden de la soledad también puede encontrarse en las principales librerías de Santiago de Chile)
GRO
La primera impresión que genera El orden de la soledad radica en que privilegias el mundo interior de los personajes.

Al comenzar a escribir cuentos estuve centrado en la narración de situaciones, pero sentía que perdía la riqueza que tiene todo ser humano: su mundo interior. Las experiencias vividas, sus emociones y la capacidad de utilizar la memoria como agente de cambio me parecieron más importantes al momento de escribir los cuentos. Todos los días pensamos en algo, conversamos con nosotros mismos y ejecutamos acciones o reaccionamos ante los hechos internos, fantaseamos, creamos nuestras propias historias o sueños para llevar de una mejor manera la vida que vivimos. Nos inventamos un futuro, que dependiendo de nuestra capacidad de emprender lo llevamos a cabo. Nuestra conducta es en parte un producto de nuestras vivencias previas.
Tus personajes siempre están atentos al acaecimiento de algo, sin forzar la realidad…

Mis personajes están atentos al ambiente que los rodea pero lo miran desde el lente de su propia soledad, ellos tienen un pasado y una riqueza interior, siempre están al borde de la ruptura con su propio orden, eso es lo que enciende el motor de los argumentos, cómo estos personajes se desenvuelven frente a los acontecimientos es lo que importa en mis historias. Ellos no esperan nada fantástico o inusual, solo los momentos cotidianos. Para mi esa es la verdadera riqueza de la vida, encontrar en las cosas simples lo trascendente.
Uno de los temas del libro, el cual se anuncia desde el título, es la soledad. ¿Cuánto tiempo te llevó ordenarlos orgánicamente?
Me llevó unos cuatro meses aproximadamente. Luego del proceso de corrección, que fue extenuante, un día decidí darle una estructura orgánica, ya que los cuentos fueron escritos a un ritmo de dos por mes. Debido a mi formación científica, coloqué palabras clave en cada uno de ellos, luego hice un listado pero me di cuenta que por ahí no iba la cosa. Una tarde, casi exhausto por encontrar un hilo conductor para temas tan disímiles, todo se me apareció como una epifanía: la soledad de mis personajes. De una manera consciente y premeditada o expulsados emocionalmente de su entorno, estaban mis personajes envueltos en su soledad viviendo sus vidas, expuestos a los acontecimientos y reflexionando sobre ellos, o acaso esperando el momento preciso para emprender un cambio.
Se nota una suerte de regocijo de tus personajes por la soledad.
Repito las primeras frases del prefacio del libro: “La soledad es un espejo en el que nos miramos por días o por siempre. En silencio o en compañía. Nuestras vidas se esconden entre esas dos palabras para las que no encontré equivalente en español: loneliness y solitude. Tenemos, como la luna, un lado visible y el otro oculto: el solitario”. Ahora, los seres urbanos, vivimos en espacios más pequeños y siempre rodeados de gente, pero creo que eso nos despersonaliza, diluye nuestras sensaciones y ambiciones, estamos uniformados, casi clonados, se nos induce a comportarnos de la misma manera, pero estoy seguro que aquello sea el fin de todo ser humano. Por eso, aun rodeados de una multitud nos sentimos solos o queremos estarlo, encontrar un espacio donde amenguar la tristeza o disfrutar de nosotros mismos, de encontrar una identidad singular. No creo que todos piensen así, acaso solo lo hagan las personas que quieren provocar algún cambio o hallar algo trascendente en sus vidas. La soledad puede ser muy creativa y placentera, de hecho la necesitas para crear, para construir e inventarte un futuro.
¿Qué autores influyeron en el libro?
A mi particularmente me gusta mucho el libro Otras tardes de Luis Loayza, tiene una sensibilidad particular, muy limeña, crepuscular. Además he leído mucho a Chejov, pero de él he tomado más esa dualidad profesional, la de ser médico y escritor. Por otro lado, leo mucho a los japoneses Yasunari Kawabata y Ryonosuke Akutagawa. Cuando comencé a escribir los cuentos, imaginaba la idea de escribir acerca de los pecados capitales, pero pronto la narración siguió otro rumbo. Pero no dejo de leer la Biblia como fuente inagotable de historias y metáforas. Me gustan los cuentos de Hemingway, aunque en él se privilegian los diálogos. Una escritora de cuentos que me fascina es Flannery O´Connor y que he leído bastante. Una de las obras que me dejó marcado también fue la Perorata del Apestado de Gesualdo Bufalino. De los contemporáneos, me gustan Philip Roth, Ian McEwan, Haruki Murakami, Alessandro Baricco y Sergio Pitol. Otro de los autores que me impresionó, luego de muchas lecturas fue Edgar Allan Poe, pero más que sus cuentos me interesó su vida, su capacidad creativa frente a la adversidad. Pero es Eureka, su obra filosófica, la que me conmueve, por las ganas que le puso al publicarla y por la poesía que creó acerca del universo. Por eso, el epígrafe de mi libro tiene una frase de Eureka. No puedo dejar de mencionar a los clásicos, sobre todo Lev Tolstoi, con La muerte de Iván Illich y Anna Karenina, o Flaubert con Madame Bovary o las obras de Shakespeare, estas últimas que leo entre novela y novela, sobre todo los Sonetos que disfruto de a pocos. Un autor que me marcó también fue Sommerset Maughan con El velo pintado. Pero más que los libros que han podido sugerir una forma de contar, los relatos de mi libro están basados en vivencias, propias o ajenas, de esos retazos están construidas mis historias.
Por la estructura, pienso en Raymond Carver.
Eso me han dicho algunas personas, pero me pasó algo curioso, descubrí los cuentos de Richard Yates, ya en la etapa de corrección de mi libro, encontré una similitud en la estructura. Otro autor que me dejó impresionado fue JM LeClezio, luego de saber de él a causa del premio Nobel, leí El africano, me agradó ver ciertos parecidos, salvando las grandes distancias, con mi manera de escribir.
Eres médico y escritor, ¿cuál es la relación que encuentras entre la medicina y el oficio de escribir?
Muchísima. Imagino primero la capacidad de observación, tengo un ojo entrenado para captar detalles, de un signo clínico o de un solo síntoma puedo diagnosticar una enfermedad. Con el tiempo aprendí a reconocer el lenguaje corporal, la inflexión de las palabras, los objetos, todos ellos contaban una historia, delataban la personalidad o las intenciones encubiertas. Al momento de construir los cuentos me ayudó mucho esa capacidad de observación, esa capacidad de fisgón que debemos de tener los clínicos y los escritores. Otra similitud sería en que ambos, médicos y escritores podemos explorar los lados vulnerables del ser humano, la de estar enfermos, allí se revelan sus secretos y sus emociones acumuladas. Pero veo además el enriquecimiento que viene en dos vías, las líneas argumentales de las obras literarias me han hecho ver que las enfermedades poseen un argumento lleno de plots, un inicio y un final, algo que en medicina llamamos historia natural. Otra similitud es la disciplina, lo que importa en el estudio de la Medicina y en la Literatura es la perseverancia, la práctica metódica y constante, el amor por la lectura y la búsqueda de fuentes, por eso admiro el ritmo de trabajo de Chejov, de Vargas Llosa, la disciplina espartana y el apego a los detalles de Nabokov, quien me recuerda a un severo profesor de medicina.
En la solapa se lee que estuviste en la Escuela de Escritura Creativa del CCPUCP. ¿Cómo fue tu paso por ella?
Es una experiencia sui géneris, de las primeras promociones han salido escritores noveles muy interesantes que ya han publicado. En realidad he sido el último de la camada en publicar. No creo que la Escuela te enseñe a escribir, creo que lo que te enseña es a orientarte, a conocer el significado y extensión de las corrientes literarias, sobre todo a personas como yo que venimos de profesiones distintas a la literatura. La Escuela te enseña además a tener disciplina, la inspiración no basta, aprendes a corregir en forma espartana, a veces a golpes, ya que tus compañeros de clase, son a veces tus más implacables críticos. Eso es bueno, la Escuela te ayuda a perder el miedo a mostrar tu obra en público, te va forjando. Creo que las personas que no tienen el talento de escribir, ni la perseverancia, sólo aprenderán la teoría de la estructura. Una de las cosas que más aprendí es la capacidad de los metatextos en literatura, eso que me llevó a escribir en mi blog, eso de una de las leyes de la termodinámica: la literatura no se crea ni se destruye, sólo se transforma. La mayoría de temas ya están contados, lo que varía es la forma de escribirlos. Tanto Alonso Cueto como Iván Thays, han hecho un trabajo memorable con nosotros, en cierta medida, somos fruto de sus mentes emprendedoras, se jugaron por el experimento y veo que a diferencia de Dr. Frankenstein han logrado resultados notables con muchos de nosotros. Creo que muchos de mis compañeros al igual que yo le debemos mucho al empuje y al estilo de ambos, para leer, para escribir o para afrontar la literatura como una forma de vida.
Se sabe que a la hora de escribir entra en juego lo leído y vivido. En tu caso siento que es más lo segundo, en cuanto a las situaciones que recreas, a las atmósferas muy bien trabajadas que nos llevan a ser parte de las situaciones en las que están inmersos tus personajes, se presiente una especie de intimidad, de susurro.
Como dije, mis relatos son retazos de vivencias propias y ajenas. Una ventaja que te dan los años vividos, no imaginas además la cantidad de historias que conozco día a día, trabajo en un hospital público, hago docencia universitaria. Allí están, mis pacientes, mis alumnos, mis amigos, mis propias experiencias todos ellos alimentándome de anécdotas, de historias, de detalles. Sólo debo de tener un espacio de soledad, sí la misma del libro, la solitude, para ordenarlas y dar vida a mis personajes.
También se lee en la solapa que tienes una novela en fase de magma. ¿Puedes decirme de qué va?
Pienso hacer una novela de aprendizaje, desde siempre he intentado explicar muchas cosas, que me pasan o suceden a otros, es un estilo de vida, cuando no sé algo y me pica la curiosidad no paro hasta averiguarlo, hasta desentrañar las causas, en realidad lo hago todos los días en mi labor diaria. Me interesa conocer los lados oscuros del ser humano, de los grupos sociales, y como rebelde que soy defender la individualidad y la libertad a toda costa. Mi novela tratará de explicar, el mundo médico desde dentro, para desmitificarlo algo, reconstruirlo a partir de sus contradicciones. Finalmente somos seres humanos y caemos entre el bien y el mal, algunos en un lado mas que otros, no importan cuantos títulos o distinciones se tengan, los médicos somos personas que sabemos un poco más de algo, nada más, tenemos las mismas virtudes y defectos que el resto. Me ha entrado la peregrina idea de hacer la novela como un descenso al infierno de Dante, luego una redención. Para ello también he leído El paraíso perdido de Milton. Pero a la hora de escribir seguro me saldrá otra cosa. La historia es la de un médico joven, que ingresa a un hospital para su entrenamiento, allí descubrirá no sólo sus limitaciones como persona y profesional, sino además se dejará arrastrar por un sistema perverso que al inicio repugnaba. En un momento sentirá que las circunstancias actuarán contra él y aprenderá a lidiar con aquellas, esa será su transformación. Más que con el argumento, que tendrá una epidemia de por medio, trabajaré la estructura, en una combinación de narrativa y lenguaje médico. En esta novela hasta las historias clínicas tendrán mucho que decir.
Imagen del autor tomada de aquí.

domingo, abril 05, 2009

07 - 28 de abril: Conmemoración del Día Internacional del Libro Infantil


Del 07 al 28 de abril se llevará a cabo en las instalaciones del Centro Cultural de España (Jr. Natalio Sánchez, 181, Santa Beatriz (altura cuadra 6 de la Av. Arenales)) la conmemoración del Día Internacional del Libro Infantil. El evento cuenta con el patrocinio de El Centro de Documentación de Literatura Infantil, la Editorial Alfaguara y el C.C. de España - Lima.
Para mayores detalles, clic en la imagen.

viernes, abril 03, 2009

José Miguel Herbozo sobre LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO

Sillón Voltaire es el blog administrado por el talentoso poeta José Miguel Herbozo (Lima, 1984), autor de los libros que, dicho sea, han merecido la atención de la prensa y la crítica: CATEDRAL (2005) y LOS RÍOS EN INVIERNO, el cual ganó el Premio Nacional PUCP de Poesía 2007.

Herbozo acaba de postear un sesudo texto sobre LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO (Revuelta Editores), la novela de Francisco Ángeles (Lima, 1977), el autor revelación del 2008.

Aparte de destacar las cualidades de Herbozo para la poesía, le reconozco también su gran voracidad como lector, prueba de ello es la primera vez que hablamos de verdad, en la cafetería de la Feria del Libro de Trujillo, celebrada hace poco más de dos meses, en la que no solo dimos cuenta de buenos libros, sino también secamos algunas estupendas Cusqueñas heladas bajo el amparo de un caliente crepúsculo

Si gustan leer algunas cosas más de Herbozo, pues clikeen en los siguientes títulos: ESPUMA!, UN LUGAR LLAMADO OREJA DE PERRO y LOS MUTANTES.

Y si quieren más luces de la novela de Ángeles, clic en los comentarios de Martín Palma Melena, José Guich Rodríguez, Javier Ágreda, Juan Francisco Ugarte y Ricardo González Vigil, como también en los textos de presentación de Fernando Ampuero y Jeremías Gamboa.

A continuación, el texto de Herbozo:
LA LÍNEA EN MEDIO DEL CIELO.

Creo que la primera novela de Francisco Ángeles debe ser una de las apariciones más recordables de nuestra narrativa reciente. Tanto la modalidad narrativa que elige y ejecuta, los temas que explora y la relación particular que un libro de este carácter tiene con otras apariciones de la década me parecen sencillamente interesantes.

La línea en medio del cielo cuenta la historia en que Ignat recuerda las circunstancias de la muerte de Virginia, transcurrida varios años antes de que Ignat se decidiera a escribir la historia. Esta novela propone un modelo narrativo que intenta reconstruir los hechos del pasado pero no lo hace cronológicamente: en todo caso, se podría decir que parte en un momento de la relación entre Ignat y Virginia, y termina revisitando la muerte de la última tras volver a narrar el comienzo de la historia, pero desde otro punto de vista. Así, la estructura del relato que parte del final y va hacia el comienzo representa un retorno en búsqueda del sentido del pasado, un círculo que cuenta dos veces las proximidades de la muerte de Virginia. La novela se ordena alrededor de la acumulación de experiencia y la culpa por la muerte que la soledad genera en Ignat, el protagonista.

La línea en medio del cielo propone un especial acercamiento a sus personajes a partir de dos creencias: la primera es que el narrador parece confiar en la capacidad de las pulsiones y los momentos de tensión para revelar la naturaleza profunda de las personas; la segunda es la determinación de las vidas más simples a los hechos del poder. Mientras el tema de las pulsiones es fundamental porque organiza la historia a partir de la muerte de Virginia, (mediante la pulsión de muerte o el final de la virginidad de Virginia); el tema del poder ha sido planteado de una manera tan fría que algunos lectores lo han considerado un error, pues les parece un accesorio para poder contar la historia. Sin embargo, creo que el libro hace bien en desprenderse un poco de un marco político (acaso los noventa), en especial ahora que hablar de narrativa peruana no vale si no se habla de sendero. Lo que esas menciones aparentemente tangenciales a un poder que nos determina son importantes porque genera las condiciones para el desenlace, la muerte de Virginia. Y aunque el vínculo se pudo escribir en ese lenguaje que parece explorar la última verdad de Ignat, y resultar así más cálido, se puede redondear este tema regresando a una determinación en lo político que cree en el poder de la ficción para entender que lo político es un relato que se le cuenta a la gente para manipularla.

A partir de la modalidad narrativa y los temas más recurrentes, se pueden establecer algunas conclusiones importantes en relación con lo que se viene produciendo en narrativa peruana. Sin duda, y pese a sus diferencias, estamos ante un libro que cala bien en el catalogo de su editorial, pues es una novela que esta inscrita fundamentalmente en las claves de una narrativa mas preocupada en el cuidado de la prosa y en la exploración de los rasgos de identidad de sus protagonistas. En ese sentido, tiende puentes con novelas como Casa de Islandia de Luis Hernán Castaneda o Habrá que hacer algo mientras tanto de Ezio Neyra, pese a la notoria diferencia de obsesiones de los dos mencionados.

Después de todo, queda la impresión de que todavía se puede escribir narrativa indeterminando las historias, jugando en el límite de las posibilidades de la ficcción realista y explorando otras formas de representación. De hecho, La línea en medio del cielo es un libro que pone como tema el lugar de Mario Bellatín en nuestra literatura, acaso el narrador que más ha experimentado con las posibilidades de representación de Latinoamérica sin convertir a Latinoamérica en su tema central (me refiero, al menos, a la primera etapa de Bellatín) durante los años noventa y los primeros de esta década.