sábado, marzo 30, 2019

los más jóvenes


Ya se está haciendo costumbre que me pregunten por la situación de la narrativa peruana última. Para ser franco, es algo que no me agrada del todo y ahora más puesto que ando un poco desconectado de ella. No la he abandonado porque ya no me interese, sino porque la percibo previsible en sus planteamientos, cosa que me apena porque no hay nada que me entusiasme más que un buen libro de ficción de un autor joven (o lo que entendamos por juventud).
Sucede que ya no hallo intensidad de la vida (no confundas con vitalismo, mascota) en los textos de ficción de nuestras maravillosas plumas. Si a esta maravilla sumamos una escritura que encubre y que no sugiere conflictos, como que no hay mucho que pensar: ¿estás dispuesto a invertir tu tiempo en un texto que es una invitación al macheteo o prefieres dedicar ese tiempo a otros textos que te digan cosas así te gusten o no? La situación empeora cuando se asume el aburrimiento como mérito literario, reforzado por cierto reseñismo descriptivo que juega en pared con las editoriales y los autores, con quienes es preferible quedar bien bajo no sé qué motivo. 
En su momento, se dijo con acierto que Oswaldo Reynoso era el escritor peruano más joven. En lo personal, la obra de Reynoso es una novela, Los eunucos inmortales, pero sí doy trámite a la impresión, su poética sigue resonando, en parte gracias a su prosa lírica pero más a la soltura con la que este abordaba sus temas. Esta impresión la puedo aplicar a otros autores que escapan a la dictadura de la cronología. Más allá de que se sintonice o no con sus propuestas, pensemos en Miguel Gutiérrez, Fernando Ampuero y Alonso Cueto. ¿No te has dado cuenta de que la novela Kymper de Gutiérrez transmite mucho más que los tochos de violencia política que son invitaciones tajantes al bostezo? ¿Los cuentos y las memorias de Ampuero acaso no nos hacen pensar en esa mágica cualidad de apostar por la epifanía de la sencillez en vez de interminables chancacas narrativas que solo se quedan en la autoconsolación de que algo grande se hizo y que el mundo no está a la altura de la propuesta? ¿No es Cueto el que en sus última novelas expone como nadie el oculto tema del conflicto generado por la pérdida de la apariencia exitosa y el arribismo, tópicos que rehúyen nuestras voces más “avanzadas”, el autor que aprovecha en tiempo real las fisuras de la sociedad peruana actual, tan plástica y entregada a la modernolatría? Claro, todo escritor está en el derecho de escribir de lo que le venga en gana, apostando por las estrategias que le sean convenientes, la honestidad creativa ante todo (por supuesto), sin embargo, el problema se presenta cuando el chancateclas pierde la perspectiva creativa a causa de las trampas del ego, que construyen un convencimiento de valor en la propuesta pero que al mismo tiempo esta no encuentra eco en quienes deberían apreciarla. Esa es la razón por la que vemos hartas quejas de autores que ven fantasmas cuando lo que existe es un pujante aburrimiento en los lectores, a los que subestiman, craso error. La clave para salir del pantano discursivo nunca será traicionar la poética, sino soltarse, divertirse escribiendo sin alterar la médula del nervio de la escritura, solo así nos toparemos con novelas y cuentarios de autores “jóvenes” que escriben con lozanía y demonios, no como si fueran ancianos.

viernes, marzo 29, 2019

perrovaca


Llegará el día en que las estrellas se alineen para propiciar el milagro entre hombres y mujeres: reconocer las grandes canciones de Electric Light Orchestra. Imagino que aquellos que son dueños de oídos educados, que hacen esfuerzos por evitar el mal gusto y la baratija tonal que se cuela sin uno saber cómo, tendrán algún tema de ELO en su mente y corazón.
Me hallaba obnubilado en estos pensamientos cuando me entero de la muerte de Perrovaca, que provocó un alud de tristezas silenciosas y no pocas membretadas manifestaciones de pesar en la comunidad sanmarquina. No es para menos, Olguita ya formaba parte de la geografía emocional de la universidad.
Horas después de anunciado el fallecimiento del animal, la autoridad mayor de la casa de estudios informó que se construirá una estatua en su honor. Parecía broma, pero no lo era. Este hecho polarizó a la tribuna universitaria, por un lado estaban los que consideraban justa la edificación de una estatua y por otro los que creían que se trataba de una cojudez sin parangón ante los innumerables gastos tiene que afrontar esta universidad estatal. 
Me desentendí del asunto, puesto que me concentré en una fugaz maratón de Californication. Horas después me puse a pensar en el asunto de la estatua, si esta llegaría a significar algo en el imaginario sanmarquino. No tardé en darme cuenta de que sí, porque Perrovaca, señores, es lo más honesto que ha podido dar San Marcos en los últimos tiempos, impresión reforzada al pensar en sus autoridades que andan más ahuevadas por mantener el puesto en lugar de mejorar la calidad educativa, en ciertos docentes que al opinar de la realidad política actual la cagan, como aquel lustrabotista naranja que cuestionó meses atrás la valiente y encomiable labor que venía haciendo el fiscal José Domingo Pérez a razón de una tesis mediocre y cuando vemos que algunas escuelas profesionales están copadas por profesores mediocres que entran a enseñar más por el relacionismo que por una capacidad demostrada, situación que han evidenciado los mismos alumnos ante lo que consideran un chanchullo que contradice los principios educativos que sustentan la tradición de la universidad. Ante estas atrocidades, Perrovaca era una luz.

jueves, marzo 28, 2019

xenofobia


Cuando creía que la xenofobia era una suerte de estupidez pasajera, inaceptable en el circuito cultural local, cuando esta solo podía darse en inevitables mentes limitadas, resulta que esta también se cuela en el discurso de nuestros mayores representantes (o lo que entendamos por semejante despropósito) de nuestra izquierda, que por más que adornen el verbo en pos del like y el rebote, no pueden contener la obviedad: la pequeñez moral y la chatura de criterio.
Lo que estos infaltables energúmenos no consideraron fue precisamente la realidad que resta a sus estratégicos postulados de indignación. Desde la comodidad del bunker socialista defienden lo indefendible, viendo árboles donde hay pistas sin asfaltar. La incuestionable taradez: Nicolás Maduro resiste los embates del imperio gringo. Qué romántico. El sistema socialista persiste teniendo todo en contra, pero ese solo enunciado no es más que una mentira nutrida de inhumanidad y desconexión de la calle: ¿cómo explicas esa supuesta resistencia del socialismo a los miles de venezolanos que día a día luchan por sobrevivir en Lima? ¿Qué le responderás cuando te señalen que el sueldo mínimo bolivariano es igual al precio local de un kilo de pollo crudo? Dos preguntas entre muchas, cada cual más letal para la apología del fracaso, que sodomizan a los que abogan por el horror de la dictadura venezolana. 
Algunos se han dado cuenta de que están patinando en esa falsa idea romántica, pero siguen en la ceguera, puesto que ahora afilan sus lanzas contra el mismo migrante, perfilándolos como lo peor y, por ello, responsable de todos nuestros males actuales. Sus posturas no resisten el más flojo análisis, al toque se refleja la carencia del quejoso, que se cura con amor, buena alimentación y harto ejercicio. No hay otra, huevas.


lunes, marzo 25, 2019

"editores"



En los próximos días se inaugurará la tercera edición de La Independiente, feria de libro promovida por el Ministerio de Cultura, que tiene el objetivo de difundir la labor que vienen desarrollando los proyectos editoriales independientes de Lima e interior del país. Vista de lejos, la lista de sellos participantes no generará cuestionamientos, tampoco hay que pedir mucho, este circuito sigue siendo muy pequeño. Ahora sí podemos decir que están los que deben estar, del mismo expresar la satisfacción de ver proyectos serios como Alastor, que fue ninguneado en la edición anterior a causa de la argollaza que mascoteaba a la Dirección del Libro y la Lectura, hoy dirigida por gente transparente y con vocación de servicio, al menos eso es lo que vengo creyendo.
Este asunto de las nuevas/jóvenes editoriales arriba a mi atribulado imaginario en estas semanas del año a razón de la existencia de otros circuitos editoriales paralelos. Vomitados de las catacumbas, resucitando bajo el signo de la estrategia, echan a andar una maquinaria luciferina cuyo objetivo mayor es el lucro a lo bestia. No se piense que este circuito paralelo carece de logística, por el contrario, exhibe una maña digna de mafias, con contactos en los lugares en los que sirve tener contactos, de donde salen las aprobaciones presupuestales, ajá, dónde más: el Ministerio de Educación.
“Editores” que a las justas han leído veinte libros en sus vidas que además gozan de la complicidad de topos (egresados de San Marcos y la PUCP) a los que premian con un porcentaje generoso de llegar a buen puerto la aprobación presupuestal. Y eso que no hablamos de los colegios en los que cientos padres de familia son obligados a comprar el mamarracho de un autor X, quien tiene un mérito: ser amigo del profesor que define las lecturas que tendrán los niños y adolescentes en el año académico.
Ojalá este tema sea tratado en una de las mesas de debate en los días que dure La Independiente, aunque sea en los momentos de ocio mientras editores y anfitriones maltratan una empanada. Hay que diferenciarse de los mercachifles, de los editoresbestias que no creen en el libro como instrumento cultural, que como tal no debe estar reñido con la ganancia comercial, pero de ningún modo con textos basura de autores basura.
Eso es lo que pienso. También Chiboliné Du France, aliado de lo justo, lo correcto, lo moral, de la humildad de alma, de la sencillez de espíritu, de las causas justas, enemigo de cualquier cosa que apeste a corrupción.

sábado, marzo 23, 2019

sds


En los últimos días vengo escuchando y leyendo no pocas críticas a Salvador del Solar, nombrado jefe de la Presidencia del Consejo de Ministros por el presidente Martín Vizcarra.
La mayoría de los señalamientos a SDS están barnizados por la gratuidad. Basta ver su CV para saber que se ha estado preparando para un cargo político y público durante toda su vida. Cuestionarlo por ser director de cine y actor, no es más que la constancia membretada de mentes limitadas y llenas de prejuicios. 
Se espera mucho de SDS y abrigo la esperanza de que en esta nueva oportunidad de servir al país, pueda hacer lo que no cuando estuvo a cargo del ministerio de Cultura. Ahora tiene más facultades a disposición, ya no debe desempeñarse como el ministro buenagente encargado de una cartera que no interesa a los tecnócratas en el poder. Espero que no la cague, porque la cagó más de una vez siendo Ministro de Cultura. Todo un pecho frío en temas de corrupción en el sector más complicado del imaginario estatal. El mayor problema que percibo en SDS es su poco carácter para enfrentar situaciones políticas que exigen, como mínimo, un pronunciamiento. Contra la corrupción resulta insuficiente el verbo “diplomático”. De seguir en esa costumbre, será una pantomima de buena gestión, un amago de decencia que se estrella en la frontera de los intereses ocultos, un ejemplo de figuretismo que como tal deviene en olvido. No deseamos eso.



jueves, marzo 21, 2019

pagar


Un artículo de la narradora española Sara Mesa pone los puntos sobre las íes. Escribe de un tema del que pocos hablan, además, lo hace con otra diferencia a distinguir: consigna nombres. En una era líquida en la que miles de idiotas asumen como cierto lo eructado en las redes sociales, en donde las tendencias son más falsas que los textos de contratapas de las novedades editoriales, etc., etc., complace toparse con textos que desnudan prejuicios y confrontan pendejadas.
La autora expone los problemas a los que se enfrenta todo artista e intelectual cuando este debe reclamar por el pago de su trabajo precisamente artístico e intelectual. Se cree, con mayor razón en una época pragmática, que las horas invertidas en la lectura, el estudio y la escritura, son meros pasatiempos hueveriles. Incluso, en el plano local, podemos ver esta creencia en personajes ligados al mundo libresco y editorial, y cómo no, también en la llamada gestión cultural. Al respecto, no creo que exista creador o pensador peruano que no se haya sentido maltratado alguna vez, e indignado también, en especial cuando se reconoce el trabajo de otros que no tienen mérito alguno pero que sí exhiben una red de relaciones que no conoce fronteras, ni privadas ni públicas. Por ejemplo, los vemos en la Cámara Peruana del Libro y en el maravilloso Ministerio de Cultura, este último especie de fortaleza para muchos eternos holgazanes sin vocación de servicio, aferrados al cargo y al lobby porque saben que el Estado, así es señores, jamás quebrará. 
Y para terminar, tengo en mis manos la revista española eñe, cuyo número 54 estuvo dedicada a Perú, la cual apareció durante la última FIL de Lima. Se trata de una edición que destaca por la agilidad narrativa de los convocados, pero la inquietud se impone: a los autores se les dijo que les iban a pagar por sus textos, por ello: ¿cumplieron con todos?, ¿acaso alguno tuvo que mandar varios mails pidiendo fecha para el depósito de lo acordado? ¿si no tenían presupuesto, no era más transparente decir la verdad?  

miércoles, marzo 20, 2019

olvidada / rescatada


Días atrás estuve en la presentación del rescate de la novela Mosko – Strom (1933; Espuela de Plata, 2019) de la escritora peruana Rosa Arciniega. Como acababa de leer la novela, escuché con atención a las presentadoras, Andrea Cabel y Victoria Guerrero (su texto de presentación lo pueden leer aquí), y a la editora y literata española Inmaculada Lergo.
Una impresión común entre ellas, que sorprende para mal: ¿qué tuvo que pasar para que una escritora muy conocida en su tiempo haya estado olvidada durante décadas en nuestro imaginario literario? No hablamos de una mujer que escribía, publicaba y luego se olvidaba del oficio hasta otra oportunidad. Arciniega fue una figura estelar en España y Latinoamérica, reconocida por las voces más autorizadas de su época, incluso por el Estado peruano, que le otorgó una pensión.
M-S es una novela con actitud y que refleja un cuestionamiento permanente a la frivolidad de la vida moderna por medio de un mosaico de personajes contradictorios entre sí. Arciniega fue heredera, especulo, de Zola y Stendhal, debido a la intención de testimoniar la época partiendo de la mirada convulsionada de los personajes, caso contrario de otros gigantes decimonónicos, que abordaban primero el contexto para luego diseccionar al personaje.
Creo que no hay que quemar cerebro para entender el olvido, que no hay que asociar al descuido, sino a un borrado de escritoras peruanas, pensado y paulatino. Uno analiza las posibles razones, pero a medida que se lucubra, llegamos a lo que se sospechaba pero que por pudor se calla: la letal combinación del machismo con el sentimiento menor. 
A Arciniega la borraron por ser mujer y por ser una buena escritora. Hay material sobre ella en algunas universidades locales, pero de nada sirve que estén en bodegas de conservación si no se propicia su difusión más allá del paper y la tesis que no interesan a nadie. Por ello, celebremos el milagro, el acontecimiento que significa el rescate de una novela suya. Arciniega no necesita academia, sino lectores.

lunes, marzo 18, 2019

lo que espero


Hace unos días me preguntaron qué espero de la narrativa peruana este año. No sé a qué obedece la pregunta, pero es una que se ha vuelto recurrente en estas últimas semanas, lo cual es entendible porque la editoriales, grandes y pequeñas, harán correr la manquinaria de publicaciones. Se vienen ferias, eventos y presentaciones, de las que salen las más grandes maravillas que haya podido tener este país. Bueno, ese es el rollo que se repite cada año y los mohines no tardan en hacer acto de presencia.
Lo que sí espero es que la narrativa peruana despierte, aunque sea un poco. También que sus autores se den cuenta de que no basta con escribir “bonito”, sino que hay que dejar un algo más mientras se escribe. Y claro, dejarse de cojudeces en cuanto a la falsedad: ¿a quién se le ha ocurrido que lo soporífero debe ser asumido como profundidad o densidad discursiva?, ¿desde cuándo la huachafada es vista como riesgo formal?, ¿por qué nuestros narradores leen tan mal a sus autores influyentes? y ¿desde el cuándo el amaneramiento verbal es categoría estética?
Yo sé que nuestras maravillosas plumas se hallan en un fulminante apuro por la consagración. Hoy más que nunca puesto que las transnacionales están haciendo lo que ya olvidaron las editoriales independientes, apostar por nuevas voces, hecho que siempre implicará un riesgo comercial, pero ello no tendría que importar al autor de verdad. 
Lo que le falta a la narrativa peruana: desenfado, ironía y conchudez, que cumplen la función de insuflar ánimo y carácter a la prosa, no importa en qué registro se esté escribiendo, esa característica invisible es lo que pone orden en la frontera que divide lo verosímil de aquello que no. A muchos les ayudaría volver a las páginas de la novela No se lo digas a nadie de Jaime Bayly. Ahí, en ese desenfado (subliteratura según los puristas del panconmanteca) hay más honestidad narrativa que en muchos clonazepanes llamados libros peruanos de ficción, adornados con las más variadas ocurrencias de la moda editorial.

viernes, marzo 15, 2019

bv


El martes pasado recordamos a Blanca Varela.
A Varela se la sigue extrañando, es ya una presencia recurrente en el imaginario de los actuales poetas peruanos y una figura en vías de ser ubicada nominalmente por el gran público, así este conozca o no su obra.
Lo que siempre me gustará de BV: decir mucho en pocas palabras. La síntesis como sublime experiencia literaria. De joven se dio cuenta de lo que muchos escritores no: ser la autora que puede ser.
En lo personal, cada día estoy convencido de que si los autores llevaran a cabo ese ejercicio de franqueza, créanme que no existirían no pocas payasadas.
BV se sabía grande, pero nada más lejos de ella que el estatuismo, esa suerte de costumbre atorrante que adopta el poeta ni bien recibe una chisgueteada de reconocimiento.
Lo que recordé más de BV fue su actitud ante la palabra, es decir, también con la vida. Qué lejana de las argollas y del relacionismo (más en una época en que el circuito cultural contaba con nombres estelares), qué divorciada de la frivolidad del parecer. BV no aparecía pero todos hablaban de ella. Tampoco era una mujer esquiva, cualquiera podía conversar con ella y ser testigo de su inteligencia e ironía. Lo suyo era escribir y publicar sin el prurito del apuro. Construyó su legitimidad sin deberle nada a nadie. 
Tantas cosas, y no solo literarias, para reconocer de BV. Ojalá su imagen sirva de estímulo para las nuevas voces, perdidas en la cojudez de la consagración inmediata sin una obra que roce lo atendible. ¿Qué pensaría BV de los conversatorios, colectivos, la intelectualización críptica de la poética, recitales y presentaciones actuales en las que hasta la entonación del poema es más falsa que el like de un poeta a otro? La poesía como medio de compensación. A eso se llega cuando la palabra ya dejó de ser protagonista en la propuesta del poeta.


sábado, marzo 09, 2019

murdoch


En esta mañana de sábado, o para ser más preciso: desde la madrugada me acompañan un par de novelas de Murdoch. Una de ellas la releeré íntegramente. Imposiblemente destinarla a la relectura a medias, con Murdoch no vale ese criterio, aplicable a muchas novedades que uno tiene hasta por gusto.
Es momento de regresar a Henry y Cato (Impedimenta), que reseñé con desbordado y justificado entusiasmo para un número de la desaparecida revista Buensalvaje. No solo me seduce la contemplación de una prosa nerviosa e insegura, marca de agua idónea para configurar personajes de aparentes seguridades pero destruidos por dentro, protegiendo el horror de la duda existencial, amenazada por la más mínima intervención de elementos externos. La obra de Murdoch viene signada por una especie de alerta emocional, que bien nos haría pensar en la paranoia, en todo caso en un viaje a la locura contenida por lo ya señalada apuesta de la apariencia. Eso es lo que define a los personajes homónimos del título de esta novela.
En este proyecto, Murdoch llevó esa estrategia narrativa hacia niveles de inolvidable conmoción. En distintos grados, todos los hombres y mujeres tenemos cosas de Henry y Cato, y es gracias a la genialidad de la autora que la representación de estas sensibilidades no solo queda en la exposición, sino que se alimenta en la cirugía del gesto y en los diálogos que firman la condena de la crisis personal.
Cuando tengas un libro de Murdoch en las manos (si no la has leído), hazte el favor de fijarte en la geografía del diálogo. En el “pensar expuesto” de los personajes, mediante el cual nuestra escritora transmitió otra de sus grandes pasiones (aunque no mayor a la literaria): la filosofía. 
No solo hay que releerla, también conocerla porque vale la pena la inversión que demandan sus páginas. Uno sale distinto de sus novelas, no mejor, ni tonterías afines. Eres otro, simplemente.




jueves, marzo 07, 2019

relativizar el testimonio


En la web de El Comercio puede encontrarse una sección interesante, que vale la pena revisar: Los más buscados por feminicidio.
Felizmente, de a pocos se vienen tomando medidas en el asunto, muestra de ello es la exposición de casos que tienen que ver con el maltrato y el acoso. Pero lo que indigna es la evidente y persistente relativización que se hacen de los testimonios de las agraviadas. Si ni siquiera tienen valor los informes de necropsia, podemos pues tener una idea del tétrico panorama que le espera a una mujer dispuesta a denunciar a su agresor. Esa es la razón por la que vemos a muchos sinvergüenzas prófugos de la justicia, a la fecha 2543 con orden de captura, 19 de ellos por actos de feminicidio.
De esta realidad no escapa nuestra clase intelectual, conformada por narradores, poetas, académicos y ensayistas, que han construido referencia en base al señalamiento de injusticias sociales de toda índole, pero que en el asunto sobre la violencia contra la Mujer vienen mostrando un silencio que no debería sorprender porque en estos dos últimos años estos guachimanes de la moral han sido estelares protagonistas de condenables bajezas. En este wok de la atrocidad hay de todo: desde el acosador que humilla tras el rechazo hasta andantes cilindros de alcohol que intentan abusar de mujeres, pero a ese wok le falta el condimento, el aceite de la relativización: tienen defensores que buscan la culpabilidad de las víctimas. 
No se habla y no se taladra en el discurso ni el acoso ni el feminicidio, fácil: son pocos los que tienen la autoridad moral para hacerlo. Estamos hasta las huevas.




martes, marzo 05, 2019

la misma fórmula


Más allá de lo que digan los inevitables detractores locales de Mario Vargas Llosa, no se podrá negar que los mismos cumplen la noble función del cucarachismo que debe barnizar a todo autor de renombre. Esta es la impresión que tengo tras leer su último artículo en Piedra de Toque, su ya célebre columna de opinión. No solo hablamos de un texto sesudo y muy bien escrito, sino también dueño de una actualidad que muchos nostálgicos del terror, la miseria, el hambre y la muerte están en la obligación de reflexionar antes de eructar estupideces.
Simplemente brutal el artículo La tragedia de Ucrania, en donde el Nobel describe, basándose en un libro de Anne Applebaum, las acciones llevadas a cabo por Stalin en contra la población ucraniana entre 1932 y 1933, cuyo objetivo era enviar una advertencia de sumisión a las poblaciones que se cometieran el error de no formar parte de la URSS.
Ahora, resulta imposible no asociar lo sucedido con Ucrania a lo que estamos viendo ahora con Venezuela. Es prácticamente la misma fórmula, con distintas variantes, de dictaduras que con tal de perpetuarse en el poder no dudan en someter a los que se supone tienen que defender. Uno termina de leer el referido artículo y no puede dejar de sentir asco por las cerradas defensas que autodenominados intelectuales de izquierda hacen de un régimen que a la vuelta de la esquina viene comportándose como lo que más detestan. 
Esa es pues la diferencia entre un intelectual coherente (así sintonicemos con las ideas de MVLl o no) y aquel entregado al hueleguisismo, encima ahuevado en un discurso que podría pintarse bonito en teoría pero cuya praxis deviene en soberana cagada. Por eso leemos lo que leemos en las paredes de los baños públicos de las redes sociales: la justificación de una atrocidad, que por ser socialista no colapsa y que lo viene acaeciendo no es más que un error menor que proviene fuera de la galaxia de los principios que nutren al sistema socialista. Qué poco amor propio y qué escaso respeto intelectual, cuánta bestialidad junta que trae una cantada consecuencia: la propia destrucción de la moral de izquierda.


domingo, marzo 03, 2019

lescanos


Si hay un tema que viene recorriendo con fuerza el imaginario del peruano en estas últimas horas, ese es sin duda alguna el del congresista Yonhy Lescano, acusado por acoso sexual por una periodista, hecho que ha sorprendido a la opinión pública, más cuando se trata de un parlamentario en funciones durante varios periodos y de quien conocíamos su lado más resaltante: la del fiscalizador.
De ser cierta la acusación, Lescano se convertirá en la metáfora por excelencia del basurismo moral. Esta dimensión inmoral está presente en todos los estratos de la sociedad peruana y el circuito cultural no es nada ajeno de aquella manifestación. Quien piense que el hombre de cultura está signado por la decencia, pues se equivoca. Hay mucho pajero.
 En Perú abundan artistas e intelectuales conocidos por actitudes justicieras y afanes revolucionarios. Venden la imagen de la intachabilidad para la platea virtual, se alucinan el último verso de Ernesto Cardenal, el punto final del manifiesto feminista y otras hierbas de la postura estratégica. Lo cierto es que no son lo que alucinan ser, puesto que se sabe de sus oscuras costumbres en contra de las mujeres del circuito a las que intentan tirarse valiéndose de su posición de poder (o lo que diablos sea esto). Hemos visto cómo los brigadieres de la ética acaban denunciados por las mismas mujeres a las que fastidiaron y, claro, resultó imposible no darnos cuenta de su caradurismo que les ha impedido aunque sea pedir disculpas. El acosador, cuando es puesto en evidencia, se resiste a aceptar su responsabilidad. En el colmo de la conchudez enarbola ficciones que solo pueden ser creídas por subnormales. Las pruebas son insuficientes, su palabra basta y sobra para mofarse de las evidencias. Fácil, el atropello se justifica solo: en el circuito cultural peruano se sigue viendo a la mujer como una entidad de quinto orden. Por eso, no sorprende el blindaje en favor del acosador, el violador y las liliputienses bestias que insultan públicamente a mujeres como muestra de valentía. 
Pero el “triunfo” del discurso virtual conoce su tácito premio: el público no los acompaña en sus campañas de la vida real, la que importa a fin de cuentas (obvio, la vida no puede ser una payasada, no es una extensión de las redes sociales). Por eso los vemos ahuevadazos gracias a ese chicotazo del sentido común. No aceptan la consecuencia de la falsedad de sus palabras, lo que los lleva a refocilarse en indignados posts con los que reclaman un mundo mejor para la mujer, porque escribir de la mujer maltratada es lo que vende. Ya lo estamos viendo y en las próximas horas leeremos encendidos posts que condenen a Lescano. Donde hay guiso se posa el hocico. Conocen su negocio.