jueves, octubre 30, 2008

DEEP IN A DREAM

En DEEP IN A DREAM. LA LARGA NOCHE DE CHET BAKER (Debolsillo 21, 2006) de James Gavin, tenemos la biografía más completa y a la vez desmitificadora del genial trompetista norteamericano Chet Baker.

A diferencia de otras biografías, esta no es un mero recuento de las “noches” del trompetista marcadas por el ritmo sensorial causado por el desmesurado consumo de marihuana y cocaína, aromatizado con impostergable sexo al paso, sino que ahonda en la búsqueda del “por qué” del voluntario descenso de Baker, el cual terminó en su trágica muerte en Amsterdan en 1988.

En esa indagación del “por qué” es donde radica la fuerza del libro, Gavin sabe que el mejor homenaje que le puede rendir al artista, que con su música le salvó la vida, no es otro que el de la destrucción de todas esas leyendas que hasta hoy en día colocan en segundo plano su legado musical. A lo largo de más de quinientas páginas, se desploma de a pocos, y con buen estilo novelístico, todas las mentiras y exageraciones que tanto encantaban al trompetista, como cuando declaraba, cada vez que podía, que su descubridor fue Charlie Parker, lo cual no es poca cosa puesto que innumerables artículos aún siguen dando cuenta de ello como si fuera cierto, lo que lleva al biógrafo a bajarse esa leyenda de la siguiente manera:

Charlie Parker estaba rodeado de mitos y, después de su muerte, Baker utilizó la leyenda de Bird para mitificarse a sí mismo. En los años sesenta, Baker empezó a contar una historia apócrifa sobre cómo había sido “descubierto” por Parker, un relato que fue puliendo durante el resto de su vida…Baker contaba esto con tanta sinceridad que los entrevistados se tragaban hasta la última palabra de una historia que Bob Whitcock calificó de “mentira cochina”. Años después, Don Trenner, el pianista de aquella convocatoria en el club Tiffany, se quedó asombrado al oír la versión de Baker de cómo fue contratado. “Nada de eso parece tener la menor relación con la verdad”, dijo Trenner.

Estos “destapes” documentados son la única opción del biógrafo a la hora de resaltar su intención: que prestemos atención a lo que debe importar: la música de Baker. Su música, en cuanto a tal, y a riesgo de parecer una contradicción, también se nutría de la experiencia de vida, pero a aquella relacionada a las aflicciones interiores que provenían de su niñez, de la figura paterna específicamente; y de sus decepciones amorosas, que en algunos casos corporizaban la frustración al no poder soportar la soledad producto del engaño. En este sentido llega a ser capital lo que vivió en una tarde de verano de 1947, en su primera estadía europea, cuando sale a navegar por el lago Wannsee, abandonando a sus amigos de orquesta que se iban a buscar putas en el Berlín ocupado por Francia, y encontrándose a la deriva, el cielo se oscurece, se oyen truenos, regresa a la orilla y ve a la “mujer de sus sueños” que caminaba por la orilla con la falda levantada mostrando las turgentes pantorrillas bañadas con dulces gotitas plateadas. Como buen seductor, Baker le preguntó si quería dar una vuelta en la barca, en plena tormenta, y la chica, una alemana de veintidós años llamada Gisella, le dice que sí. Navegaron hasta llegar a una cabaña abandonada, en donde no se cansaron de hacer el amor. Baker se enamoró perdidamente de ella y en los siguientes días empezaron a verse con mucha frecuencia. Sin embargo, ella lo estaba utilizando de la manera más vulgar porque lo que quería de él era que se la lleve a Estados Unidos, siempre y cuando cumpla el requisito indispensable: que tenga dinero. Como es de esperarse, ella lo abandona por otro músico de la orquesta, quien no tenía su atractivo ni mucho menos su talento, pero sí dinero. Pese a la decepción, el trompetista tuvo por años la esperanza de verla en algún bar de mala muerte de Oklahoma en donde tocaban los músicos de cool jazz. Ergo, tocaba exclusivamente para que ella sepa de su existencia.

La decepción vivida con Gisella grafica muy bien la música del trompetista. Baker era un cero a la izquierda en cuanto a teoría musical, su formación se limitaba al conocimiento básico de las notas musicales, pero eso sí, tenía un gran oído. Lo que lo hacía genial era el derroche de pasión, nervio y soltura con la trompeta, como si estuviera en la última tocada de su vida, como si nadie más que él importara. En Baker era imposible no percibir el hechizo (a)tonal que no solo lo llevó a ser considerado un gran trompetista, sino que en su papel de cantante la hizo linda rescatando del olvido temas como “My Funny Valentine”.

Como es de esperarse, Gavin le dedica suculentas páginas a las innumerables versiones que existen sobre la muerte de Baker. ¿Suicidio? ¿Asesinato? ¿Trata de blancas? ¿Resbalón? … Empero, el autor se deja llevar por los testimonios, al punto que algunos bien podrían llevar el rótulo del chisme de cantina, no filtra la información como sí lo hace con los que estuvieron cerca de Baker en sus inicios y consolidación, a lo mejor por el peso del tema, que muy fácil puede llegar a servir como punto de partida de novelas policiales. Aún así, el autor supera ese escollo, producto de su obnubilación, llevándolo al buen puerto del desenlace abierto, que de paso mata algunas arbitrariedades que alegremente venían colándose por años.

DEEP IN A DREAM tiene la cualidad de no ser solo una extraordinaria biografía de Baker, esta se dispara en lecturas paralelas, ya que también puede leerse como el gran fresco de los “años maravillosos” del Jazz, que tuvo como protagonistas a amantes de la nota azul como Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Gerry Mulligan, Miles Davis, etc.

Un libro adictivo.

Imagen, Chet Baker

martes, octubre 28, 2008

Kurt Vonnegut

El cine en el que estaba Trout con todos sus paquetes sobre las rodillas sólo ponía películas porno. La música era suave y sobre la pantalla plateada los fantasmas de una pareja joven se lamían el uno al otro, inocentemente, las blandas aberturas de sus cuerpos.

Mientras estaba allí sentado, Trout concibió otra novela. Trataba sobre un astronauta terrícola que llegaba a un planeta en el que la contaminación había acabado con todo tipo de vida vegetal y animal, excepto con la de unos humanoides que se alimentaban con comida hecha a base de petróleo y carbón.

Organizaban una fiesta para el astronauta, que se llamaba Don. La comida era horrible y durante todo el rato gran tema de conversación era la censura. Las ciudades estaban plagadas de cintes que sólo ponían películas porno. Los humanoides querían encontrar algún modo de acabar con aquellas películas pero sin interferir en la libertad de expresión.

Le preguntaron a Don si las películas porno también constituían un problema en la Tierra y Don decía que “Sí”. Le preguntaban si las películas eran realmente guarras y Don respondía que “Todo lo guarra que podía llegar a ser una película”.

Y aquello suponía un desafío para los humanoides, que estaban convencidos de que sus películas superaban a cualquiera de las existentes en la Tierra. Así que todos decidían dirigirse a un cine porno del centro de la ciudad, apretujados en unos vehículos que flotaban sobre unos colchones neumáticos.

Llegaban en el momento del descanso, así que Don tenía algo de tiempo para pensar sobre qué podría ser más guarro que aquello que ya había visto en la Tierra. Antes de que apagaran las luces ya estaba sexualmente excitado. Las mujeres del grupo estaban agitadas e inquietas.

Se apagaban las luces y se abría el telón. Al principio no aparecía ninguna imagen. Sólo se oían chupeteos y gemidos que salían de los altavoces. Al poco rato comenzaba la película. Era una filmación de muy buena calidad en la que aparecía un humanoide macho comiendo lo que parecía ser una pera. La cámara se acercaba hasta tomar un primerísimo plano de los labios, la lengua y los dientes, brillantes de saliva. El protagonista se comía la pera con extremada lentitud. Cuando el último trozo desaparecía de su ávida boca, la cámara descendía y le enfocaba la nuez del cuello, que subía y bajaba de un modo obsceno. Y después eructaba satisfecho, y sobre la pantalla aparecía la siguiente palabra, claro que en el idioma de aquel planeta:

FIN

Todo era falso, por supuesto. Las peras ya no existían en aquel planeta. Pero, de todos modos, la película de la pera …

(De: EL DESAYUNO DE LOS CAMPEONES. Panorama de Narrativas, Anagrama, 1999)

viernes, octubre 24, 2008

Lunes 27: Semana de autor - Agustín Fernández Mallo

Este lunes 27, a las 8 p.m., en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz), en el marco Semana de Autor, se dialogará con el escritor español Agustín Fernández Mallo sobre NOCILLA EXPERIENCE.
El autor será entrevistado por Jeremías Gamboa.
La moderación estará a cargo de Juan Manuel Robles.
Clic en la imagen.

jueves, octubre 23, 2008

Entrevista - Patricia Miró Quesada

miércoles, octubre 22, 2008

Documental del Gonzo

Se proyectará, en el marco del Festival de Cine Documental Musical de Barcelona, GONZO, THE LIFE AND WORK OF DR. HUNTER S. THOMPSON, el cual dio su play de honor en la última edición del festival de Sundance.

Este documental es dirigido por Alex Gibney, ganador de un Oscar por el (también) documental TAXI TO THE DARK SIDE. La película está narrada por uno de los mejores amigos de Mr. Gonzo, Johnny Depp, y en ella encontraremos los testimonios del ex presidente Jimmy Carter y Tom Wolfe, entre otras cosas.

La noticia la leí en la última edición de Babelia. Aquí.
La película se centra en los años de nacimiento y despegue de lo que se conoce como Nuevo Periodismo (1965 – 1975), en los cuales Thompson asentó su leyenda.

Como es de esperarse, haré, en las próximas horas, el pedido respectivo a mi pata César, mi proveedor oficial de películas.

Y bueno, ya para terminar, solo diré que espero que esta película motive a conocer la obra de Thompson (porque hay muchos que se llenan la boca hablando de él sin haberlo leído), puesto que es lo único que va a perdurar. Basta leerlo para darnos cuenta de que su desenfrenada poética está muy por encima de los excesos que marcaron su vida, excesos que seducen al punto que tenemos que soportar, desde hace varios lustros, a una retahíla de hijos bastardos suyos... Y estoy seguro de que imitadores es lo último que él quiso dejar.

Imagen, Hunter Thompson

martes, octubre 21, 2008

"Turn To Stone"



Conversando con Carlos, el mejor amigo de mi padre, este me dijo que cuando eran jóvenes y desenfrenadamente hormonales, allá por los canábicos años setenta, escuchaban mucho a los patitas de Electric Light Orchestra, el aceptable grupo inglés de rock sinfónico, el cual era liderado por el infatigable Jeff Lynne.

ELO es un grupo al que le tengo algunos reparos, no me vacilan tanto como sí a Carlos y mi padre, pero sí le reconozco que tiene muy buenas canciones, contaditas, como “Turn to stone”, del álbum OUT OF THE BLUE (1977).

En el video que abre post no tenemos a ELO en conjunto, pero sí a su cerebro y espíritu, el ya mencionado Jeff Lynne.

martes, octubre 14, 2008

Algunas definiciones del diccionario de Ambrose Bierce

El año pasado una persona tuvo a bien regalarme un libro del narrador norteamericano Ambrose Bierce (1842 – 1914). En la publicación encontramos una selección de sus relatos sobre la guerra y la vida civil, como también de EL DICCIONARIO DEL DIABLO más la pequeñita joyita, que todos deben leer sí o sí, EL CLUB DEL PARRICIDIO.

En cuanto a EDDD, pues se trataba de definiciones de términos, los cuales se alimentaban del humor y la ironía, elementos claves para llevar a buen puerto la intención del escritor: la crítica a la sociedad de su época.

Esta suerte de “panfletos” fueron publicados, en principio, en el San Francisco News Letter, en una columna bajo el título de EL DICCIONARIO COMPLETO DE LOS ESTÚPIDOS. Como era de esperarse, los aludidos empezaron a amenazarlo, y para evitarse problemas, dejó en stand by su columna. Estuvo algunos años sin publicar sus definiciones, hasta que en 1881 regresó a las andadas a través de una columna en Wasp, a la que llamó EL DICCIONARIO DEL DIABLO. Una parte de este diccionario apareció, como libro en 1906, bajo el nombre de EL DICCIONARIO DEL CÍNICO.

¿Qué es lo que llevó a Bierce a escribir estas definiciones? Pues que el mismo autor lo diga:

Iluminar a las almas que prefieren el vino seco al dulce, la razón al sentimiento, el ingenio al humor y un inglés bien pulido al habla dialectal.

A continuación, algunas de ellas:

Abstemio: Persona débil que sucumbe a la tentación de negarse placer a sí mismo. Un abstemio total es aquel que se abstiene de todo menos de la abstención y especialmente del no participar en los asuntos de los otros.

Bigamia: Una falta de gusto para la cual la sabiduría del futuro propondrá una pena llamada trigamia.

Bufón: Un personaje popular en las viejas obras de teatro italianas, que imitaba con cómica incompetencia al buffone o payaso, y era por lo tanto el mono de otro mono, puesto que el payaso imitaba a su vez a uno de los personajes serios de la obra. El bufón es el progenitor del especialista en humor, como hoy tristemente lo conocemos. En el bufón encontramos un toque de creatividad; en el humorista, la mera transmisión. Otro ejemplo de excelente del bufón contemporáneo es el cura, que imita al rector, quien a su vez plagia al obispo, emulador del arzobispo, quien es, en última instancia, imitador del diablo.

Envidia: Emulación de otra persona en su forma más malvada.

Famoso: Notoriamente desdichado.

Idiota: Miembro de una tribu grande y poderosa cuya influencia en los asuntos humanos ha sido siempre preponderante y dominante. La actividad del estúpido no se limita a ningún campo del pensamiento o acción en especial, sino que “lo controla y regula todo”. Siempre tiene la última palabra y sus decisiones son inapelables. Él impone las modas de opinión y gusto, dicta los límites de la expresión oral y circunscribe las conductas poniéndoles una fecha límite.

Niñez: El periodo de la vida humana que se extiende entre la idiotez de la infancia y la tontería de la juventud –a dos saltos del pecado de la edad madura y tres del remordimiento de la vejez.

Novela por entregas:: Obra literaria, frecuentemente en un relato inventado, que se cuela en las hojas de varios números de un periódico o revista. A menudo se añade a cada entrega una “sinopsis de los capítulos anteriores” para aquellos que no los hayan leído, pero existe la necesidad más imperiosa de un resumen de los capítulos siguientes para aquellos que no tienen la intención de leerlos. Un resumen de toda la obra sería aun más deseable.

Ron: Genéricamente, bebidas alcohólicas muy fuertes que producen la locura en personas totalmente abstemias.

Imagen, Ambrose Bierce

lunes, octubre 13, 2008

Los disparates de García

Creo que a nadie le sorprende el destape de los audios presentados por Fernando Rospigliosi. En realidad es una “muestra” más de la corrupción que siempre ha caracterizado el premunido historial de impunidades, delitos y crímenes de los mandamases del sectario partido de la estrellita.

Y mucho menos sorprende la desfachatez de Alan García en poses de indignación, con el floro de que hay que erradicar a las ratas que impiden avanzar a este “próspero” país.

García, ante el escándalo, dijo:

“Que sean sancionados todos los corruptos, todos los débiles y traidores, porque la corrupción es una forma de traición a la patria…”

O sea, el corrupto que “pasa” piola gracias a la prescripción y el olvido, es quien nos garantiza que las investigaciones sobre los menjunjes de sus perros de chacra, Alberto Quimper y Rómulo León Alegría, serán llevadas con firmeza.

(Por cierto: ¿Por dónde andará el pelado Rómulo? ¿En dónde están negociando lo que no tendrá que decir el ex Ministro de Pesquería cuando lo atrapen? ¿Qué cochinadas sabrá ese sujeto de García?)

Lamentablemente aún hay peruanos carentes de reflexión que creen en las palabras del presi. Pobrecitos.

Pero no siempre todos se han tragado sus demagogias.

Por ejemplo, en su dorado exilio colombiano en 1992, ante las preguntas de los periodistas sobre cómo solventaba su nivel de vida en un departamento ubicado en el barrio más residencial de Bogotá, el Rey de la Hiperinflación respondía:

- Soy político y un exitoso empresario. Mi esposa y yo exportamos lencería femenina a París.

Y ante la repregunta de rigor, porque había que ser estúpido o comprado para creerse tremendo disparate, el exiliado les invitaba, no siempre de buenas maneras, a salir del departamento.

Sí pues, que sean sancionados todos los corruptos, todos los débiles y traidores, porque la corrupción es una forma de traición a la patria…

Imagen, …

viernes, octubre 10, 2008

Pedro Juan, otra vez



Este blogger admira al cubano Pedro Juan Gutiérrez, autor de TRILOGÍA SUCIA DE LA HABANA, EL REY DE LA HABANA, ANIMAL TROPICAL, EL NIDO DE LA SERPIENTE, CARNE DE PERRO, NUESTRO GG EN LA HABANA, EL INSACIABLE HOMBRE ARAÑA, etc.

He tenido la suerte de entrevistarlo, también lo he reseñado, y no me canso de ventilar entusiasmo para aquellos que aún no lo leen. Creo que es un pecado, en especial para cualquiera que se llame escritor o gran lector, pasar por alto la obra de este autor. (No saben los buenos momentos que se pierden.) Tampoco quiero dar a entender que PJG es lo más grande que le ha pasado al tan malentendido realismo sucio. Pueda que a algunos no les guste lo que escribe, pero lo que no se puede negar es que se trata de un genuino letraherido que busca historias, cuyos temas están más allá de lo político y sexual.

Casi todos sus libros muestran a una gran protagonista. La Habana. Esta es una suerte de diosa, tan presente como ausente, que guía los pasos de aquellos que se dedican a “templar” en las lluvias con calor; de aquellos que se quejan sin hablar del por qué sus libertades están delimitadas; de los que, en pos de satisfacer a las mujeres en el sexo, se incrustan una perla en el glande; de los que la luchan y saben vivir a pesar de los óbices, como Reynaldo en EL REY DE LA HABANA, o como el quinceañero Pedro Juan en EL NIDO DE LA SERPIENTE, quien se abre a la literatura y a la vida gracias a la puta Dinorah.

Si la memoria no me falla, esta es la quinta vez que le dedico un post a Gutiérrez. No importa. Fácil vendrán más.

martes, octubre 07, 2008

Rubem Fonseca


Exactamente a aquella hora, dos y cuarto de la mañana, en que el senador Vitor Freitas comenzaba a dormir embriagado en el piso de su residencia, el periodista Carlos Lacerda llegaba al regimiento de caballería de la Policía Militar, en la calle Salvador de Sá, acompañado de una enorme comitiva que incluía abogados, periodistas, el jefe de la Policía, el inspector Pastor y varios oficiales del Ejército, la Marina y la Aviación. El coronel del Ejército Florencio Lessa, comandante del regimiento, esperaba a Lacerda y su grupo.

Lacerda iba a hacer el reconocimiento de su agresor entre los miembros de la guardia. O de los agresores, como él afirmaba, contrariando las conclusiones del inspector Pastor. Lacerda no gustaba de Pastor y había escrito en su periódico que la hipótesis según la cual él, Lacerda, era el asesino del mayor Vaz, había sido inventada por la Policía y por el propio inspector que presidía la investigación. Una de las preguntas hechas por el inspector al celador del edificio fue con la intención de saber si se había presentado un altercado entre el mayor Vaz y Lacerda. Para el periodista, la autoridad que dirigía la investigación tenía la obligación de pensar todas las hipótesis, mas, ante la evidencia del crimen cometido por terceros, con testigos y fuertes indicios, era inútil tan “monstruosa indagación”, e incomprensible la sospecha del inspector.

Pastor tampoco gustaba de Lacerda. La tensa relación entre los dos era cortés pero hostil.

A las dos y media llegaron al cuartel cuarenta y siete hombres, guardias del presidente.

- El efectivo de la guardia es de ochenta y tres hombres –dijo el mayor Enio Garcez dos Reis, jefe de vigilancia del palacio de Catete, que acompañaba a los guardias del presidente-. Con todo, solo conseguí localizar, teniendo en cuenta la convocatoria súbita, a cuarenta y siete miembros.

Alguien hizo saber que el número de los integrantes de la guardia era de doscientos hombres y no de ochenta y tres, como aseguraba el mayor Enio.

El mayor, ante esas afirmaciones, explicó que los guardias efectivos eran ochenta y tres, pero admitió que existía un contingente extra de más de ciento diecisiete hombres.

En grupos de cinco, los guardias desfilaron delante de Lacerda y las autoridades que lo habían acompañado.

Eran las cuatro de la mañana cuando el reconocimiento terminó. Dos guardias habían sido destacados por Lacerda.

- Reconocí en Antonio Fortes Filho –dijo el periodista- al tipo físico que más se asemeja al individuo gordo y bajito que estaba apostado en la esquina de las calles Paula Freitas y Tonelero. Y en José Pombo Pereira, alias Mansa Paloma, al individuo más parecido a aquel que hirió al mayor.

(De: AGOSTO. La Otra Orilla. Norma, 1994)

lunes, octubre 06, 2008

"Under Pressure"



Ya todos conocemos el temón “Under Pressure” de Queen y David Bowie, el cual forma parte del HOT SPACE, el disco menos conocido de la banda británica. Sin embargo, youtubeando encontré, al fin, esta versión a cargo del responsable de “Heroes” y “Ziggy Stardust” y su bajista la norteamericana Gail Ann Dorsey. Una muy buena manera de empezar la semana.

(De nada.)

sábado, octubre 04, 2008

Releyendo: PARÍS PERSONAL

Es hora de profetizar:

PARÍS PERSONAL será uno de los libros que resaltará cuando se hagan los balances de lo mejor que se haya publicado en cuento en esta década que ya se acaba. No diré payasadas “pese a quien le pese”, “duela a quien le duela”. No pues. Si hay algo en lo que muchos lectores coinciden es en el hecho de que el primer libro de Marco García Falcón (Lima, 1971) es, sencillamente, y a secas, extraordinario. (No necesariamente a uno le tiene que gustar para aseverar la calidad de los cuentos de PP, en ellos hay algo innegable para cualquiera: la exquisitez y el trabajo de orfebre del autor con la prosa.)

Desde el 2002, año de su publicación, PP gozó de la codiciada cualidad de ser saludado con entusiasmo por la crítica, lo cual se patentizó con el siempre genuino favor del público lector, que hizo de esta publicación la más vendida de la desaparecida Serie Ficciones del Fondo Editorial de la PUCP, cosa que lamento ya que sus ediciones eran no menos que pulcras.

(Y digamos algo cierto, sin ánimo de destilar veneno, aunque parezca: muchos libros, hoy en día en especial, son impulsados con un andamiaje mediático que ataranta, pero a la hora de los loros, estos no generan ni una reseña, ni mucho menos superan en ventas el 10% de ejemplares editados.)

Los cuentos:

“París era la flor de Coleridge”, “El resplandor de Celine”, “De un azul purísimo”, “Un invierno hospitalario”, “La tierra más lejana”, “Historia de Berenice y el cantante olvidado”, “El cazador invisible”, “Carta de mamá” y “La verdadera flor de Coleridge”.

De estos mis favoritos son “La verdadera flor de Coleridge”, “La tierra más lejana” y “El resplandor de Celine”. A secas: cuentazos. Los demás también, pero consigno esos tres por cuestiones personales, en la relectura he vuelto a experimentar, entre cosas que por pudor no voy a decir, lo que pocas veces me pasa: levantar la mirada.

Ocurre que García Falcón tiene algo muy presente a la hora de escribir, que es lo debe interesar por encima de todo cuando se pergeña una ficción: pensar en el lector, detalle últimamente involuntariamente denostado por ciertos escribas.

Ahora, que no se piense que estoy catalogando a PP como el libro más maravilloso del universo. Como ocurre con todos los libros, y en especial con uno tan bueno como el que me compete, este no está libre de algunos excesos, como la mirada de los protagonistas en cuanto al amor idealizado.

(Algunas opiniones sobre la prosa del autor:
“García falcón es de los escritores que pueden escribir de lo que le venga en gana, tiene las armas y el talento”, me dijo el autor de CABALLOS DE MEDIANOCHE en una conversa en la última FIL.

Y esta otra del autor de LOS EUNUCOS INMORTALES: “La mejor prosa de entre los escritores jóvenes es la de García Falcón”, dicho en una tertulia, hace algunos meses, en el bar Don Lucho, en la que también estuvo el amigo O.)

Releyendo PP como que no es descabellado desear que en un futuro pueda llegar a otros ámbitos, ya que entre nosotros ya ha demostrado, y con ventaja, su valía. Y no es una exageración, ni mucho menos una muestra de fumada de mi parte, decir que es uno de los libros referentes para las próximas generaciones de escritores peruanos. Es un libro que va a quedar.

Imagen, París Personal

jueves, octubre 02, 2008

"I know what I like"

- En tu post sobre Peter Gabriel, trataste muy mal a Phil Collins –me dijo J días atrás mientras tomábamos unas chelas en un barcito.
- ¿Pero no vas a negar que cuando Peter Gabriel abandonó Genesis, la banda entró en una etapa estéril, la huachafería hecha música? –refuté con una pregunta.
- Pueda que tengas razón, pero la gente ubica más a Phil Collins, pues. Muchos hemos crecido con su música. No te malees con un referente generacional. ¿Acaso no te gusta ninguna canción suya?

Me dieron ganas de pararme, tuve esperanzas de que sonara mi celular, cosa que así fingía una reunión de último momento. Pero nada, el cel permaneció en silencio. No tuve otra que seguir conversando con J.

- Mira, no sé si es razonable considerar a Phil Collins un referente generacional. Un cuarentón como tú debe mencionar, por cuestión de gusto, otros nombres.
- En otras palabras, ¿no te gusta nada de Phil Collins?
- Bueno, al menos un par de canciones. No te niego que el tío tiene sus cosas. “Two hearts” y “Do you remember?”, por ejemplo. (Y eso.)
- Pero parece que lo odiaras.
- No lo odio, huevas. Lo que pasa es que cuando Peter Gabriel abandonó Genesis en 1975, la agrupación debió disolverse. Pero no, Phil Collins, el baterista, aprovechó ese espacio vacío para liderar la banda. Y la cagó. Así de simple. El espíritu de Genesis era Peter Gabriel. Algo parecido pasó cuando Robert Fripp dejó King Crimson, con la diferencia de que esta banda jamás ha caído en la huachafada que Genesis sí. ¿Entiendes?
- Más o menos.
- No importa. El asunto es que no me gusta Phil Collins. Y no digo que sea un mal músico. No gustar no es lo mismo a que sea malo.

Seguimos conversando un poco más. Ya íbamos por la cuarta ronda de chelas. Y luego de media hora hablando de las lluvias con calor, me despedí.

En el taxi, rumbo a casa, me puse a pensar en Genesis. Siglos que no lo escuchaba.

Ya en la comodidad de mi habitación, busqué los discos de Genesis, los cuales me costaron encontrar porque estaban muy bien camuflados entre pósters y estuches apilados.

Escogí uno al azar. FOXTROT (1972) es el cuarto LP de la banda, y a opinión de los “conocedores”, el mejor; superior por instantes al clásico SELLING ENGLAND BY THE POUND (1973).

Antes de adentrarme en el “blanco” comienzo con el “Watcher of the skies”, leí PANZER PLASTIC de Montserrat Álvarez y TRAS LAS HUELLAS DE ITACA, la plaqueta editada por Ediciones Copé que trae una selección de poemas de Jorge Eslava y Eduardo Chirinos. Contra lo que podía esperar, lo de Montserrat Álvarez sí me gustó, y mucho.

Y ya con dosis de buena poesía, pulsé play y el disco soltó los tracks.

Un grupazo Genesis. Un genio Peter Gabriel. Y muy esforzado Phil Collins. Lo escuché dos veces seguidas.

Al rato, coloco el SELLING ENGLAND BY THE POUND.

Pues bien, hay momentos inasibles a los alcances de las palabras. Si intentara definirlo caería en una imperdonable cursilería.

De sus ocho tracks, hay uno que me llamó poderosamente, seguramente porque refleja el “momento” que vivo, que funge como un sendero luminoso que patentiza en ritmo y verso lo que se siente con desborde. “I know what I Like (In your Wardrobe)”, segundo track.

Escuchar es una cosa, ver es otra. Pero igual vale, si no te gusta el video de esta canción, pues te aseguro que en audio no te arrepentirás.



miércoles, octubre 01, 2008

Anticipo: Norman Mailer

Esta es una semana agitada para este blogger. Estoy en la seria disyuntiva de continuar fumando o no. Lo bueno es que llevo más de diez horas alejando el fuego de los labios. Es un buen paso.

Sin embargo, de mis manías con el tabaco no voy a hablar, sino que quiero dar cuenta de un extraordinario texto del autor de la genial LA CANCIÓN DEL VERDUGO, Norman Mailer (1923 – 2007).

El texto que leerán más adelante, se titula “Estilo”, el cual forma parte de EL ARTE ESPECTRAL. Todo indica que es una publicación en la que Mailer salda sus deudas, tanto como escritor y ser humano.

(Bueno, estoy convencido de que todo gran novelista está llamado a dejarnos un libro de estas características.)

El avance apareció el sábado 26 de septiembre en adncultura de La Nación, llegué a él gracias a los mails informativos de David Abanto (
dabanto@norma.com.pe).

Aquí va:

….

Estilo
El estilo, por supuesto, es lo que todo buen autor joven busca adquirir. En el acto del amor, su equivalente es la gracia. Todos lo quieren, ¿pero quién puede encontrarlo trabajando directamente hacia la meta?

En mi caso, Advertencias a mí mismo fue el primer libro que escribí con un estilo que pudiera llamar propio, pero no lo empecé hasta 1958, diez años después de que se publicara Los desnudos y los muertos . En el medio habían llegado Costa bárbara y El parque de los ciervos , y no quería tener otra vez dos novelas tan difíciles de escribir.

No sabía lo que estaba haciendo. Aparte del vértigo que ataca a cualquier atleta, actor o joven empresario que tiene un éxito inicial enorme, yo tenía mi propio problema particular, una preciosura: no conocía mi oficio . Los desnudos y los muertos había sido escrito a partir de lo que podía aprender de leer a James T. Farrell y John Dos Passos, con buenas dosis de Thomas Wolfe y Tolstoi, más tintes homeopáticos de Hemingway, Fitzgerald, Faulkner, Melville y Dostoievski. Con semejante ayuda, fue un libro que se escribió solo.

Yo sabía, sin embargo, que no era un logro literario. Había hecho un libro con un estilo general prestado por muchas personas y no sabía lo que tenía por decir yo mismo. Aún no había tenido suficiente de mi propia vida. Incluso podría adelantarse la idea de que el estilo les llega a los autores jóvenes más o menos en la época en que reconocen que la vida también está dispuesta a herirlos. Hay algo allá afuera que no es necesariamente engañoso. Eso explicaría por qué autores que estuvieron enfermos en la infancia casi siempre llegan temprano en su carrera como estilistas desarrollados: Proust, Capote y Alberto Moravia son tres ejemplos; Gide ofrece otro. Esta noción explicaría, por cierto, el desarrollo temprano y completo del estilo de Hemingway. Tuvo, antes de cumplir los veinte, la sensación inconfundible de estar herido, tan cerca de la muerte que sintió que su alma se deslizaba fuera de él y después volvía.

El joven autor promedio no está así de enfermo en la infancia ni es tan duramente golpeado por la vida temprana. Sus pequeñas muertes sociales son equilibradas a veces por sus pequeñas conquistas sociales. Así que escribe en el estilo de otros mientras busca el propio, y tiende a buscar palabras más que ritmos. En su apuro por dominar el mundo (raro es el escritor joven que no sea un pendejo consumado), también tiende a elegir sus palabras por su precisión, su capacidad de definir, su acción acrobática. A menudo su estilo cambia de escena a escena, de párrafo a párrafo. Puede conocer un poco acerca de crear atmósferas, pero la esencia de la buena escritura es que instala una atmósfera tan intensa como la de una obra teatral y después la altera, la amplía, la conduce hacia otra atmósfera. Cada frase, precisa o imprecisa, jactanciosa o modesta, cuida no meter un dedo hiperactivo a través del tejido de la atmósfera. Tampoco las frases se vuelven tan vacías de cualidad personal como para que la prosa se hunda en el suelo de la página. Es un logro que llega por haber pensado en la vida de uno hasta el punto en que uno la está viviendo. Todo lo que pasa parece capaz de ofrecer su propia suma al autoconocimiento. Uno ha llegado a una filosofía personal o ha alcanzado incluso esa rara meseta donde está atado a su propia filosofía. En esa coyuntura, todo lo que uno escribe proviene de la atmósfera fundamental propia. Un desarrollo semejante debe de haberse producido en mí en los diez años pasados entre la publicación de Los desnudos y los muertos y el comienzo del trabajo en Advertencias a mí mismo . En todo caso, se convirtió en el libro en el que traté de separar mi bilis espiritual legítima de mi autocompasión, y tal vez fue la tarea continuada más dura que me había planteado. Lo que agravaba cada problema era que también estaba tratando de dejar de fumar, y como corolario de abandonar la nicotina, me vi lanzado al problema del estilo mismo. En aquellos días, mi psiquis se sentía tan distinta sin cigarrillos como mi cuerpo al pasar del aire al agua. Era como si percibiera con sentidos distintos, y las reacciones claras se vieran embotadas. Escribiendo sin cigarrillos, el mundo que buscaba casi nunca llegaba, no en un tiempo rápido. En compensación, tenía garantizada una sensibilidad al ritmo de lo que escribía y eso me ayudaba a volcar mi mano en dirección de la mejor prosa. Empecé a aprender lo difícil que es pasar de la hegemonía de la palabra a la resonancia del ritmo. Esto puede ser un salto más grande que un brinco a la poesía. Así, Advertencias a mí mismo fue un libro cuya escritura me cambió la vida.

En El parque de los ciervos había estado tratando de encontrar un estilo a través de tres borradores. El primero había sido proustiano: no un Proust de primera categoría, desde luego. Proust intentado. Proust fracasado. El segundo borrador estaba ubicado en algún lugar entre la novela inglesa de costumbres y Scott Fitzgerald: no del bueno, pero en esa dirección general. Encajaba con el material esencial. Así que aprendí cómo el estilo repele literalmente ciertos tipos de experiencia y puede equivaler a una esposa dominante que siempre está dispuesta a elegirte los trajes. Si un escritor insiste en un tono específico, a pesar de todas las advertencias internas, incluso puede limitar la variedad de experiencias que entren en el libro.

Encontrar la manera propia de escribir es algo elusivo. Aunque por cierto ayuda a desarrollar un estilo único, primero tienes que aprender cómo escribir. Allá en los años cincuenta, Nelson Algren estaba dando una clase de escritura en Chicago y me invitó a asistir. Leyó un cuento de uno de los chicos. Hemingway de cuarta. Después, le dije a Nelson: "¿Por qué le prestaste tanta atención? Sólo estaba copiando a Hemingway". Y Algren, que tenía diez años más que yo y sabía mucho más, dijo: "Sabes, estos chicos están mejor si se atan a un escritor y empiezan a imitarlo, porque aprenden mucho haciéndolo. Si son buenos en algún sentido, tarde o temprano se librarán de la influencia. Pero antes tienen que atarse a alguien". Eso fue útil.

Por otro lado, lleva tanto tiempo encontrar tu propia manera de escribir. Se reduce a un conjunto de decisiones sobre qué palabra es valiosa y cuál no, en cada frase que escribes. ...se es un elemento. Otro es la coherencia general. Tienes escritores que son excepcionalmente talentosos pero siguen siendo lo que yo llamaría grandes aficionados. El ejemplo más notable sería una escritora tan dotada como Toni Morrison. Su estilo puede cambiar de un capítulo a otro: su vigor no reside en proteger el tono. Puede escribir con belleza durante páginas enteras, y después, al capítulo siguiente, se demora en un modo pedestre. Viola lo que es ella en su mejor momento, su voz distintiva, esas percepciones distintivas. [...]

El estilo es también un reflejo de la identidad. Dado un sentido firme de ti mismo, puedes escribir en una veta coherente. Pero si tu identidad cambiara, también cambiará tu presencia en tu prosa. Es innecesario decir que la enfermedad, la tragedia, la frustración enorme, la propia edad están destinadas a alterar toda noción firme de ti mismo.

Y, desde luego, el tema de uno también afectará las palabras de uno. Una voz periodística puede meterse en el funcionamiento de unas cuantas novelas de actualidad. Pero la verdad es que no quisieras ser Henry James para describir la vida de Gary Gilmore. Existe el vicio de la escritura demasiado espléndida. Para lo que Henry James quería hacer, sin embargo, su lenguaje era ideal. Reconoció antes que ningún otro que la educada vida social, a pesar de sus aspectos ridículos o afectados, también ofrece un espectro de pequeñas opciones presentes en cada momento. En la vida social, una persona a menudo elige entre tres o cuatro alternativas igualmente agradables, incluso para elegir ser un poco más cálido o un poco más frío de lo que originariamente esperaba ser hacia una persona dada. James tenía un sentido extraordinario de esa vibración imprevista dentro de lo casi totalmente esperable, y creó un mundo narrativo a partir de tal percepción, un mundo que dependía por entero de su voz única.

Es reconfortante sostener que algunos escritores importantes desarrollan un estilo a partir de evitar sus debilidades mayores. Hemingway no era capaz de escribir una oración larga, compleja, con buena arquitectura en la sintaxis. Pero convirtió esa incapacidad en su habilidad personal de escribir breves frases declarativas o largas oraciones fluidas conectadas con conjunciones. Faulkner, por el contrario, no era capaz de escribir con sencillez, pero sus oraciones demasiado opulentas, congestionadas, producían una atmósfera extraordinaria. A su vez, Henry Miller rara vez podía contar bien toda una historia. Prefería sus excursiones apartadas de la historia, y esos apartes son lo que lo hizo excepcional

Bestsellers Ahora que el deseo desmesurado que había en mí por las grandes ventas se ha asentado en expectativas más razonables, bien puedo ofrecer algunos pensamientos posteriores sobre el tema.

Escribir un bestseller con intención consciente de hacerlo es, después de todo, un estado mental que no deja de tener puntos de comparación con el acto de casarse por dinero sólo para descubrir que la ausencia de amor es más costosa de lo previsto. Cuando un supuesto y modesto escritor de bestsellers al fin se vuelve lo bastante profesional como para escribir un libro ganador, él o ella piensa que ha logrado una gran hazaña, al igual que un hombre desprovisto de amor (y dinero) verá un casamiento pródigo como una unión espléndida.

Lo ideal, y cuando te pones más viejo tratas de acercarte a lo ideal, es escribir sólo lo que te interesa. Puede resultar de interés a otros o no, pero si tratas de dirigirte hacia el éxito, no debieras ser un escritor serio. En cambio, harás bien en estudiar los trucos de los autores de bestsellers constantes mientras te aseguras de mantenerte apartado de cualquier cosa que esté bien escrita . Leer buenos libros puede envenenar tu satisfacción por haber conseguido un bestseller. No creo que Jackie Susann se vaya a dormir con Rainer Maria Rilke sobre la mesita de luz.

Hoy, los grandes cuadros literarios por lo común se dejan para los novelistas de bestsellers. Tendrán un elenco de cuarenta o cincuenta personajes, e historias que atraviesan de cincuenta a cien años. Incluirán varias guerras mundiales, más cambios asombrosos en las vidas de varias familias. Hacen todo eso para mantener su libro en movimiento. Lo que caracteriza por lo común a estas novelas es que nada hay en ellas con lo que no te hayas cruzado antes. La mayoría de los buenos escritores tienden en estos días a trabajar sobre panoramas más pequeños. Entonces, al menos, tienes la confianza de que lo que estás haciendo incluye alguna verdad en cuanto ficción. Eso es razonable. Al menos estás contribuyendo al conocimiento en vez de aumentar el barro de la cultura. Desde luego, eso puede hacer más difícil enfocar un tema amplio. En este momento el único gran escritor que puede manejar cuarenta o cincuenta personajes y tres o cuatro décadas es García Márquez. Cien años de soledad es una obra asombrosa. Logra hacerlo, pero cómo, no lo sé. En mi novela sobre Egipto, me llevó diez páginas pasar más allá de una curva del Nilo.

Es contraproducente pensar: voy a poner esto porque venderá ejemplares. Por lo común, eso no funciona. Hay una integridad en el bestsellerato: es el mejor libro que el autor es capaz de escribir en ese momento. ...l o ella cree en el libro. Por eso es un bestseller. Stephen King era un escritor torpe y repetitivo cuando empezó, pero los lectores de bestsellers respondieron a su sinceridad. Eso estaba presente en cada página mal escrita. La popularidad de la mala escritura es análoga al disfrute de la comida chatarra.

Debo decir que King ha mejorado en estilo desde que empezó. Es de esperarse que sus lectores también, pero eso no es tan seguro. Una estrategia del bestseller es seguir agregando ingredientes nuevos a la historia. ¡Pero cuidado! La trama es igual que una droga. Puede estimular a un novelista hacia hordas de energía creativa, y por cierto mantendrá a un lector sobre la página, pero tarde o temprano, la trama presenta su factura, y exigencias graves caen sobre el escritor. El autor que está sobrecargado de trama a veces se ve obligado a entrar en la mente del personaje para mantener las cosas claras. Exactamente aquí es donde todo se empantana. La confianza de un lector en lo que está leyendo se verá traicionada sutilmente o incluso dilapidada en caso de que un novelista elija entrar en la mente de un personaje pero falle en transmitir el don indispensable para que el lector pueda ahora saber más que antes sobre el personaje. Los monólogos interiores por lo común son rutina e insisten en contarnos lo que ya sabemos. Casi no existe una calidad garantizada de la mente. Por supuesto, el daño es limitado, porque las reflexiones internas de los personajes en la mayoría de los megabestsellers son más o menos lo que uno espera. Los lectores de megabestsellers desean poder leer y leer y leer: no desean reflexionar sobre ninguna revelación realmente inesperada. La realidad puede estar allá afuera, pero ése no es el motivo por el que estamos leyendo.

La corrección o edición tiende a hacer que los bestsellers se lean como más semejantes entre sí. Por ejemplo, pocos bestsellers no sufren de una avalancha de adjetivos. Porque cuando un escritor no puede encontrar el matiz de una experiencia, por lo común la recarga de adjetivos. Eso le dice al lector qué debe pensar. Esto acompaña una tendencia en las editoriales de poner el énfasis en el entretenimiento a toda costa. Por supuesto, un cansancio penetrante podría invadirnos debido al ritmo al cual somos entretenidos.

Mi generación literaria estaba bajo el paraguas de Maxwell Perkins: cualquiera que se convirtiera en editor deseaba ser como él. Los editores jóvenes sentían fidelidad hacia sus escritores. Había casamientos espirituales, por así decirlo. Sigue siendo verdad hasta cierto punto, pero las probabilidades contra el sostenimiento de semejante lealtad ahora son mucho más altas. El mundo editorial de hoy dicta que un editor tiene que aportar libros que hagan dinero. Este casi absoluto tiene que penetrar en los intersticios del pensamiento de un editor joven. (Y en sus intestinos.) Imagino que sería difícil para la mayoría de los editores jóvenes no empezar a presionar un poquito a sus autores para que traten de ser más populares. Eso, desde luego, ejerce presión sobre el vínculo. Justo ahora el dinero inteligente apostaría contra la novela seria. Las editoriales se están deprimiendo por el futuro de la ficción de buena calidad, y es obvio que los directores editoriales son los que más determinan ese futuro. Es probable que la supervivencia dependa de los editores jóvenes. Cuando una novela seria de un desconocido se publica en estos días, por lo común es porque algún editor joven se lo ha tomado a pecho. Por lo general, el director editorial le sigue la corriente. De hecho, ése es el costado caritativo del mundo editorial, y seguirá mientras los directores editoriales mantengan alguna fe en sus editores jóvenes, que, a su vez, logren apegarse a su coraje.

Los gerentes de librerías pueden preguntar: "¿Por qué no escribes un libro corto?" No necesitan manifestar su motivo. Los dos sabemos. Los libros cortos son libros delgados, y así ocupan menos espacio en las estanterías. Ergo, las estanterías pueden rendir más ingresos por metro. Pero ¿novelas cortas? Por desgracia, fui influido a edad temprana por Thomas Mann, quien decía que sólo lo exhaustivo es realmente interesante. Confía en Mann para hacer de uno un elitista encubierto.
(Traducción: Elvio Gandolfo)

….

Imagen, Norman Mailer