jueves, mayo 30, 2019

pochettino


Esta es una semana especial para los amantes del fútbol. Hay dos partidos cruciales. Por obvias razones, uno más “importante” que el otro. El primero, la final de la UEFA Europa League, entre el Arsenal y Chelsea, realizada en Bakú, Azerbaiyán. Pensábamos que iba a ser un encuentro disputado, lo que no estaba agendado era la paliza del Chelsea; el segundo, por la final de la Champions League, en Madrid, entre Tottemham y Liverpool.
Días atrás comenté al paso un libro de Simon Critchley, En qué pensamos cuando pensamos en fútbol (Sexto Piso), en donde el filósofo británico le dedica no pocas páginas a Jurgen Klopp, entrenador alemán del Liverpool. Ahora, el destino quiso que me topara con Un mundo nuevo. Diario íntimo de Pochettino en Londres (Contra) de Guillem Balagué y Mauricio Pochettino. Este es un libro orgánico, que repasa la trayectoria del entrenador argentino en el Tottemham. Balagué consigue entregarnos un perfil que no cae en idealismos baratos, sino que nos presenta a un personaje en toda la dimensión de sus fortalezas y flaquezas anímicas, en la geografía de virtudes y defectos.
Aquí hay una prosa tersa, pero como tal no cae en el lugar común, como sí muchísimos libros de corte deportivo (algo parecido vimos el año pasado, cuando salvo excepciones, no pocas publicaciones peruanas futboleras cayeron presa del apuro por estar en sintonía con el Mundial de Rusia). Se nota que ha habido un trabajo paciente, que privilegia lo que al parecer es la piedra angular de Pochettino, con la que conduce su vida, del mismo su trayectoria, ya sea como jugador y ahora entrenador: la claridad en la comunicación. 
Si puedes, lee este libro. No importa qué club gane la Champions el sábado.




nulidad


Me viene bien la desconexión del mundo virtual. Creo que a todos les sería saludable huir un toque de las vicisitudes líquidas, inseguras y frívolas, barnizadas por el mal gusto del apuro opinativo. Eso es lo que pasa, el apuro, la aprobación inmediata que no solo revela vacío argumental, sino también la pobre recepción de la platea. Hay pues una arrechura por estar y lo que es peor, cada día son más los miembros de la recua que creen que la vida es la que se refleja en las redes. En contraposición, la vida en serio, a saber, la que se respira en la calle, la que se disfruta en la música y la que se siente durante la lectura, solo así se ponen las cosas en orden y perspectiva, lejos de la mentira en la que transita más de un huevonauta que ingresa a la nébula de la crisis existencial cuando se percata de que su proselitismo no es nada ni bien chupa un caramelo de limón.
Pensemos en el rol de nuestros intelectuales, y no me refiero solo a los de la aldea literaria. Pensemos en el espectro general de lo que suponemos es la cultura peruana. ¿Habrá aunque sea un puñado de voces que sepa exponer tangencialmente lo que las peruanas y los peruanos de a pie sienten o piensan de sus grandes temas, como lo es trabajar para el día, estar pendiente de los pagos crediticios, entre otras cosas? ¿En verdad nuestros huevonautas consideran que el cierre del Congreso es un tema medular para el grueso población, que es más práctica para detectar la ineficiencia? 
Perú nunca ha sido amable con sus intelectuales, pero aunque sea antes había un reconocimiento nominal o de oídas de estos. Hoy es nulo, polvo, tierra, puro huevonazo.



jueves, mayo 23, 2019

mirar el mundo


Pese a los problemas por los que atreviese este país, no podemos negar que las cosas que suceden en él son insumos maravillosos para toda sensibilidad creativa. Por ejemplo, lo que vimos en abril podría incentivar una novela en la onda de la política ficción, ni hablar de lo que imagino ya debe estar trabajándose: libros de no ficción, como perfiles y biografías de Alan García.
Lo dicho no garantiza epifanía, la calidad no está sujeta a las incidencias de la realidad. Sin embargo, nuestra tradición literaria es realista y en base a ella se han edificado propuestas valiosas. Pensemos en las poéticas de Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez, Julio Ramón Ribeyro, M. Vargas Llosa, Fernando Ampuero, Alonso Cueto, Augusto Higa, Juan Morillo Ganoza y algunos más. (No faltará el que reclame por las incursiones de JRR en los terruños fantásticos, pero ese no es el mejor (ni regular) JRR.)
Por supuesto, tenemos exponentes interesantes en lo fantástico y la ciencia ficción. De este último somos testigos de una suerte de pequeña explosión editorial, al punto que podemos llegar a tener más libros de cf que lectores de cf, Más allá de algunos avances, los registros no realistas están en deuda y no tendrían que estarlo, pero lo están debido a la demagogia de sus promotores, que han instaurado una mentira: la muerte del realismo.
Días atrás estuve releyendo algunos fragmentos de un par de novelas, ambas celebradas el año pasado y que exhibían el rótulo del extrañamiento, la cf, lo fantástico y otras hierbas. No voy a negar su trabajo con la escritura, pero no puedo calificar de revelador aquello que no es más que amaneramiento verbal, imposible pasar como profundidad lo que es un pan con manteca (el solo hecho de imaginarlo es más que suficiente). 
No soy un especialista en esos registros, pero creo que “algo” he leído de la tradición de la que estos registros Made in Perú se alimentan. No solo hay lejanía de sus circuitos esenciales (que se cura leyendo bien), sino también la presencia de la lepra emocional que deviene en remedo de soberbia imbécil, de la que tanto alardean no pocos autores practicantes del yoísmo, la versión actual del realismo mal entendido. Hay que mirar el mundo.



martes, mayo 21, 2019

¿le creemos?


Tras años, meses, semanas y días de silencio, Augusto Rey comienza a abordar el tema de la corrupción municipal en su columna diaria de Perú 21. La semana pasada estuvo escribiendo de cualquier cosa menos de la situación en la que se hallaba la ex alcaldesa de Lima, por la que Rey es algo en la política nacional.
En los artículos de ayer y hoy, Rey saca cuerpo de la situación, obligado por la información emitida el domingo en un reportaje de un programa de investigación. El columnista está en su derecho de decir su verdad, pero la proyección de la misma deja estelas de viveza y criollada que se disfrazan de decencia. Diera la impresión que el opinólogo asumiera la realidad desde la desconexión, como si el escándalo Lava Jato fuera un suceso reciente y como si los chantajes tuviesen horas. Rey fue parte de un gobierno municipal que ha estado bajo la lupa de la investigación fiscal y esto es algo que sabe toda persona medianamente informada. Debió pues contar de esos chantajes, tal y como lo hizo su compañero de página cuando relató que las constructoras brasileñas lo quisieron “contactar” para conferencias muy bien remuneradas. 
A estas alturas, cuando vemos el desfile de cadáveres políticos que se pintaban de adalides de la moral y la ética, su “verdad” de los hechos obedece más a la estrategia tardía que a una genuina confesión. Falta calle, y honradez con uno mismo.





martes, mayo 14, 2019

el fútbol por momentos


La semana pasada pudimos ver dos partidazos de las semifinales de la UEFA Champions League. De los entrenadores finalistas, llama mi atención Jurgen Klopp.
Me puse a buscar información sobre el entrenador alemán.
Esta búsqueda al vuelo sobre Klopp me llevó a una agradable lectura, entretenida e inteligente. Recordé que había leído sobre él en los meses de fiebre futbolística del año pasado. Su autor no era un “experto” en fútbol, o sea, no como solemos entenderlo: un periodista regodeándose en el lugar común del efectismo y otras maravillas de la deseducación.
No tardé en dar con la referencia, que hallé en En qué pensamos cuando pensamos en fútbol (Sexto Piso, 2018) de Simon Critchley. Se deduce que no es un título en la onda del discurso al que el celebrado autor nos tiene acostumbrado. Critchley aborda de manera breve muchos temas de la galaxia del fútbol, como la figura del entrenador y la configuración del hincha, entre otros.
“¿Por qué nos gusta el fútbol?”, esta es la pregunta que motiva al británico a entregarnos más de un pincelazo y la respuesta no puede ser más clara y contundente: porque renueva la esperanza. El que sienta el fútbol, no necesita que se le explique la sentencia. 
De los muchos personajes que interesan a Critchley, las páginas dedicadas a Klopp deben estar entre las mejores, en especial cuando nos habla de la filosofía de Klopp ante el fútbol, lo que para él es su esencia, la cual vimos la semana pasada cuando el Liverpool venció al Barcelona: el fútbol por momentos.

domingo, mayo 12, 2019

prisión


Me levanto cerca de mediodía y me sirvo una taza de café. No hay nadie en casa, el motivo: las celebraciones del Día de la Madre. Hago algunas llamadas para decir que me uniré en un par de horas.
Antes de alistarme, reviso los diarios y algunas webs de noticias.
No hay mucho que decir de lo mal parada que está la exalcaldesa de Lima Susana Villarán.
Hasta hace no mucho estaba convencido de la incompetencia de su gestión edil, la peor en la historia de la ciudad de Lima, sin embargo, sí creía en su honestidad y que el problema legal en el que se hallaba obedecía más a la torpeza que a la intención de buscar un enriquecimiento.
Esa era la última carta moral de Villarán, la única que podía “resguardarla” en los cantados días de encierro que le vendrán. Pero tras las últimas noticias, no solo la decepción de la población se legitima (ni hablar de especímenes moralistas como Augusto Rey y Marisa Glave, que fueron regidores ediles durante la gestión de Villarán), sino también el pedido inmediato de verla en el lugar en que debió estar mucho antes de los hoy apresados y acusados por corrupción.
La campaña del No fue millonaria, pero hubo mucha gente que no se dejó llevar por el derroche, menos por las figuras públicas que la apoyaron. Esta gente aborrecía lo que el Sí representaba, ¿se acuerdan de Marco Tulio Gutiérrez? 
Espero que se aprenda algo de todo esto. Hay pues que analizar a profundidad a los autoproclamados adalides de la moral. La experiencia nos enseña que esos son los peores.


jueves, mayo 09, 2019

baratos y cobardes



Las últimas noticias sobre Ollanta Humala y Nadine Heredia confirman la obviedad. Esto me lleva a preguntarme lo siguiente: ¿seguirán los representantes virtuales de la superioridad moral defendiéndolos o relativizando su situación (por ejemplo, Faverón)? En lo personal, pienso que ya es muy tarde para zafar cuerpo. No olvidemos sus defensas de la ex pareja presidencial, mucho menos el discurso que cuestionaba los criterios legales de la Fiscalía, poniendo en tela de juicio la imparcialidad de esta. Tampoco se hagan los locos aquellos que apoyaron la candidatura de Humala. ¿No era evidente acaso que la campaña presidencial del Partido Nacionalista fue la que gastó más dinero?
Sigo: ¿qué clase de líquido (fecal) corre por los cerebros de nuestros indignados, guachimanes que reclaman por derechos humanos, que luchan por las injusticias propiciadas por el neoliberalismo y otras hierbas que son pajitas de condenar? 
Hace unos días hice referencia (otra vez) a la proliferación de intelectuales baratos que pueblan el circuito cultural peruano. No solo baratos, delatados como tales en la incoherencia, sino que al ver expuesto su papelón, optan por la salida criolla que tanto critican: hacerse el huevón con el tema que ahora no conviene discursear. Baratos y cobardes.

miércoles, mayo 08, 2019

épica


1973 es un año maravilloso en la historia del rock. En lo personal, se dio a conocer un álbum que bien podría resumir mi biografía emocional, como sin duda también la de miles. Tuve la suerte de escucharlo a la edad indicada, digo suerte porque no siempre se conoce gente con ánimo de compartir conocimiento y gustos, gente que nada tiene que ver con los subnormales que cultivan el caletismo ilustrado, hoy en día en franca desaparición gracias a Internet, aunque nunca faltan los empecinados en la subnormalidad del caletismo, que no lo vemos en el espectro musical, sino en los graciosos lectores sin voz (y en la vida real) que dictan cátedra en las redes sociales.
En la mañana conversaba con un amigo sobre la incombustibilidad de Selling England By The Pound de Genesis. Cruzamos información sobre los álbumes del 73, año irresistible para el conocedor y que debe ser explorado por todo aquel interesado en la buena música. Como a mí me interesa todo lo referido a las manifestaciones culturales y políticas de los setenta, le di todos los títulos de álbumes y películas que recordaba. Pero este de Genesis me resulta especial debido a un par de temas, en los que no incluyo el “I know what I like”, que no necesita de mucha presentación, los cuales han contribuido a ese proceso personal sin fin que llamamos madurez: “The battle of epping forest” (que puede ser un mantra en sus 11 minutos con 43 segundos de duración y que injustamente es el gran tema olvidado de la producción) y “After the ordeal”, maravillosa obra maestra 
Se suele decir, más por ignorancia, que el rock de antes era mejor que el de ahora. En parte puede ser cierto, pero no hay que generalizar, puesto que hay bandas y propuestas solistas que habría que tener en cuenta. Lo que sí veo a favor del rock de antes, es que en él había una épica. Prueba de esa épica que oxigena a la excelente calidad musical es este álbum de Genesis.

martes, mayo 07, 2019

recomendamos: "todo es demasiado"


Una de las publicaciones de ficción peruana que vale la pena leer: el cuentario Todo es demasiado (Planeta, 2019) de Christian Briceño. Los saludos que viene recibiendo el libro son más que justificados, cosa que me alegra porque su autor ha venido trabajando su propuesta en el más absoluto silencio, ajeno a las tentaciones lúbricas de las redes, es decir, del aplauso que ahueva y que ha llevado a más de uno a morar en las parcelas de la atorrancia y el no aceptado olvido en vida.  
Briceño, como poeta, ha obtenido algunos reconocimientos importantes, pero nuestras expectativas estaban en lo que podía hacer como narrador. Desde sus iniciales incursiones narrativas (La trama invisible y La literatura en Alaska), asistíamos a la impresión dominante de su poética: el extrañamiento, suerte de rareza anímica en la que descansa el trámite de su escritura.
El autor expone en los cuentos de TED, incluso en la irregularidad de algunos, un aliento de distinción, un sello de agua que nos impide ubicarlo en una línea determinada de referencia, o llámalo tendencia. Fíjense en cuentos como “Los hangares vacíos”, “Timolina”, “Guapo” y “¿Por qué no me separé del fantasma de mi esposa?”, en los que notamos una estrategia original que desafía y derrota a la racionalidad del curso narrativo. Allí, en donde más de un alucinado cree triunfar para luego estrellarse en el amaneramiento verbal y la densidad inútil, Briceño alza la pierna proyectando una sensibilidad privilegiada que le permite escribir de lo impensado y forjar de esta manera el suceso: la sensorialidad del código pincelado por el humor y la oscuridad.
Para escribir ficción no hay que depender únicamente de la pericia y la capacidad inventiva. Para escribir ficción uno está en la obligación de decir cosas, detalle que no requiere de muchas lecturas, por cierto, sino de una disposición honesta de los materiales temáticos a usar. Como ya dije en alguna ocasión: hay que ser el autor que se puede ser y morir en esa ley, es la única manera de llegar lejos sin traicionarse. 
Once cuentos componen TED, lo ideal hubiese sido prescindir de cuatro, pero este reparo no es más que un gusto personal. Briceño es una de las contadas muy buenas apariciones que le ha podido suceder a la narrativa peruana del nuevo siglo. Este título es el gratificante anuncio de una certeza: debemos seguir su producción. No digo más. Léelo.


discurso


En estos días he vuelto a dos novelas. Ya no recuerdo cuándo fue la última lectura que hice de ellas. Triste, solitario y final de Soriano y Corazón tan blanco de Marías. De ambas debo escribir un discurso, que leeré en los próximos meses. Más no puedo detallar, por el momento. 
Volver a ellas también me significa enfrentarme a recuerdos emocionales, relacionados a las circunstancias en que las leí por primera vez. Sin duda, tengo mejor impresión de la novela del español que la del argentino. Como fuere, ya las estoy avanzando y haciendo notas de las mismas. Las releo con lentitud y solo me interrumpo para servirme café o ver algunos canales de cable. Precisamente reparé en un canal, en donde quedé hechizado por los movimientos del ballet de las ejecutantes, signados por la sensualidad y  carácter marciales. Cerca de mí, no tenía una taza de café, sino una con leche. Un mal movimiento de pierna hizo que la leche se rebalsara y manchara las fichas. No me hice problemas, la leche acababa de dejar su marca en ellas y lo escrito a lápiz no tardó en adquirir una morfología sinuosa y a la vez compacta, como si ese solo hecho motivara la aparición de un bello ser con libre albedrío. Me quedé mirando el avance de líquido espeso y semiblanco por la piel de la ficha. Al rato, me puse a ver lo que seguía del espectáculo de ballet. En otra circunstancia, una mancha en la ficha habría originado en mí una suerte de desesperación, característica de los que padecemos de ansiedad, pero no, todo estaba tranquilo. Ese suceso, en apariencia inane, me brindó la idea que necesitaba para direccionar el sentido del discurso sobre las novelas que releo. Ya les contaré.

domingo, mayo 05, 2019

¿intelectual barato?


Uno de los personajes más odiados por el circuito cultural peruano es, sin duda alguna, Aldo Mariátegui, columnista de Perú 21. Las razones son obvias, una de ellas: este circuito está compuesto en su mayoría por simpatizantes y activistas de izquierda.
Si en el discurso del columnista hay odio o resentimiento, palabras tan usadas por nuestra intelectualidad para desacreditar a quienes no piensan como ellos, es lo que menos importa. Hay puntos de Mariátegui que deberíamos tomar en cuenta, más que nada por el peso de la verdad que tienen. Por ejemplo, en su columna del pasado viernes 3, dice en el último párrafo: “Me preguntaron colegas aquí por los mejores novelistas peruanos menores de 60 años. Les digo que no hay ninguno, salvo Jorge Eduardo Benavides, pues los muy talentosos Beto y Bayly aún no nos dan la obra maestra que esperamos de ellos. Pero ni Benavides, ni Jaime ni Beto pertenecen a la argolla local caviar ‘intelectual’ y por eso ninguno de ellos fue invitado años atrás a la FILBO, esa feria bogotana donde el humalismo llevó a pasear a muchos escritores locales que eran entonces unos entusiastas corifeos del régimen. ¡Hoy ya no se acuerdan de su benefactora Nadine!”.
El tiempo, tan criminal para algunos, ha puesto algunas cosas en su lugar. Presto atención a partir de la mención sobre la FILBo de 2014. Recordemos que Perú fue el país homenajeado de esa feria internacional y el gobierno de entonces invirtió una millonada en la delegación de autores e invitados. El discurso usado para dicha ocasión obedecía a los preceptos de la Marca Perú, tan criticado por muchos autores locales de izquierda, a los que poco les importó la indignación una vez recibida la invitación oficial. A todos, menos a un gran escritor peruano, polemista y mucho más de izquierda que los remedos de izquierda que no dudaron posar para la foto ferial: Miguel Gutiérrez. “¿Tú crees, Gabriel, que me voy a prestar al juego de la Marca Perú? Yo rechazo esas payasadas”, me dijo Miguel cuando me visitó en la librería.
Miguel Gutiérrez, por un lado. Por otro, el párrafo nos lleva a enfocarnos en el silencio actual de los otrora esforzados jalabolas de Nadine Heredia. La consigna/estrategia es fácil, puesto que tras las declaraciones de Jorge Barata, las balas indignadas van dirigidas a la presa más débil, ajá, esa misma: Susana Villarán. No dicen absolutamente nada de Heredia, que es tan responsable de delito como sus odiados Alan García, Alejandro Toledo, Pedro Pablo Kuczynski, Keiko Fujimori, et al. 
Habrá que estar atento a los discursos de los defensores virtuales de la moral cuando Heredia vuelva a comparecer. ¿O es que se va a relativizar lo dicho por Barata? O sea, si Barata embarra a Toledo, vale; pero si lo hace con Humala/Heredia, no. ¿Intelectual barato?, leí por ahí.


vuelta a vitier


Mañana de domingo. Café, pan con salchicha huachana y maratón de maravillas wave, al menos hasta donde llegue mi entusiasmo. El sol, pese a que me causa problemas, no solo está generoso, sino también propicio para mi ánimo.
Sobre mi mesa de materiales, los periódicos de días pasados, que leeré recién, y también algunos sobres manila de últimas publicaciones. Abro algunos de estos últimos, como para seleccionar lo que leeré, aunque veo difícil que algunos de ellos vaya a ser abordado en las próximas horas. Felizmente, hay mucho por leer y tengo títulos que avanzo con deliberada lentitud.
No deja de sorprender la aparición de sellos editoriales. En parte, es positivo que aparezcan alternativas a las ya conocidas, pero la inquietud se presenta cuando te topas con remedos de proyectos editoriales llevados a cabo por gente que, aparte de no haber leído más de quince libros en la vida, no tiene la más mínima idea de cómo armar un catálogo. Hay pues dos opciones: ¿o han estafado al autor vendiéndole una realidad que no es o el autor ha pagado la edición y al champazo el impresor de ocasión se ha prestado a complacer al interesado sin criterio alguno, exhibiendo su cualidad mayor: la huachafada? Si bien esta práctica era muy común hasta hace algún tiempo, preocupa que regrese cuando se creía que esta ya estaba casi erradicada. 
Vuelvo a las lecturas avanzadas. En especial a mi reencuentro con la poesía de Cintio Vitier, a cuenta de una antología publicada por Monte Ávila. Cuando lo leí por primera vez no sentí la conexión que esperaba. Las recomendaciones que me hicieron del cubano no podían ser más estimulantes, y si bien reconocía que Vitier poseía una voz poética privilegiada, me costaba entender el entusiasmo que sí suscitaba en otros. Decidí volver a su poesía hace algunas semanas y he ido picando de a pocos la antología, percibiendo su evolución y cambio de tópicos. Felizmente nunca dije algo de lo que me pudiera arrepentir después. No hay nada más ridículo que emitir una opinión sobre una poética valiéndose de la primera impresión. Obvio, esto solo se aplica a los verdaderos poetas.




viernes, mayo 03, 2019

preguntas



¿Por qué la poesía peruana actual no me genera el entusiasmo de antes? No es una pregunta caprichosa, sino una que se refuerza en cada nuevo acercamiento, en esa suerte de forzada oportunidad, a ver si sucede el milagro. Pero nada. He leído cuatro poemarios de reciente publicación, el más antiguo es de octubre del año pasado.
Otras preguntas: ¿en dónde queda la poesía? ¿En qué momento la poesía quedó presa del verso inútil y la imagen vacua, por no decir otras cosas? Me levanté con esa sensación de vacío y decepción, y mientras paseaba a mi perro Onur por el parque, y justo en el instante que este encontraba un celular, recibo el mensaje de un amigo al que anoche le comenté esta inquietud. Claro, hay que tener distintas versiones de una impresión, a lo mejor tú eres el equivocado por haber hecho de tu mundo paralelo el real y que este debe regirse en tus leyes personales.
La impresión de mi amigo sintonizaba con la mía.
Más: ¿qué le falta al nuevo poeta peruano? ¿Y a qué se debe la celebración de tanta babosada? ¿Acaso los colectivos poéticos han suplantado a los medios tradicionales de difusión de poesía que al menos ofrecían un mínimo rigor de selección? ¿Por qué se teoriza tanto el poema y no dejan que el poema se defienda solo? ¿Cuál es el motivo que obliga al poeta a convertirse en un lobby man o en una lobby girl? ¿En qué momento el poeta asumió el hecho de que comportarse como un imbécil es ser original? ¿Por qué los poetas hablan como buenos cuando su poética no es más que olvidable balbuceo? 
Pero no soy un pesimista total. Me esperan cinco poemarios más. Ya les cuento, si es que vale la pena hacerlo.

miércoles, mayo 01, 2019

intenso mes


Abril ha sido un mes intenso, sucedió de todo. Cuando ya nada hacía presagiar una hecatombe, ocurre lo impensado, aunque como tal no sorprenda: Miguel Atala declaró que el dinero que recibió de Odebrecht era para el expresidente Alan García.
Una situación como esta pone contra la pared a los iluminados que no dudaron ensalzar la figura de uno de los “insignes” ladrones que ha tenido la historia peruana. Faltó poco para que lo posicionen como un gran estadista. Lo de Atala destruye la romantización que pretendía hacerse de un tipo que con desparpajo vociferó, hasta el final, inocencia y persecución política.
Así gusten o no los métodos usados por el Equipo Especial Lava Jato, estos vienen dando resultando y, en especial, muchas luces sobre la podredumbre política en el poder en los últimos treinta años. No hay que pensarlo mucho: estamos siendo testigos de destapes históricos de los que vamos a tener que aprender. El mensaje no puede ser más claro: tarde o temprano, la pendejada y variantes se pagan. 
Tengo no pocos amigos y conocidos apristas. No me burlaré de ellos, guste o no, el APRA es uno de los mayores partidos políticos del país. No sería exagerado pensar en su desintegración, con mayor razón tratándose de una agrupación que nunca ha dejado de depender de una figura tutelar. Sin embargo, es también una oportunidad de cambio, aunque parezca ingenuo barajar esa posibilidad, pero nada está dicho. Lo que sí es cierto es que Perú se libró de un peso dañino y nocivo. García usó la política para mentir y robar. Decir lo contrario resulta indefendible.