miércoles, noviembre 28, 2012
domingo, noviembre 25, 2012
sábado, noviembre 24, 2012
Disparando balas
Desde hace algunos
meses tengo acceso a los últimos números de la revista española Quimera. No es
que vaya como loquito buscándola. Digamos que es una publicación importante y
digamos también, aunque muchos lo saben pero callan por estrategia mediática,
soberanamente argollera.
En realidad, lo que
principalmente hago con Quimera es picar, me quedo con lo que me interesa. Y si
no fuera porque me encontraba sin nada que leer, en uno de esos días en que
tienes hacer trámites durante horas y que justo en ese bendito día te olvidas
la novelita que estabas leyendo, no hubiera devorado las 84 páginas de la
edición 347 (octubre del presente) de la revista, que a diferencia de las
anteriores, no es para nada convencional, que en vez de apostar por rutas
recorridas, como reportajes, reseñas, entrevistas y cuentos, nos presenta un
documento, una conversa, entre cinco escritores españoles, cuyas edades
fluctúan entre los 30 y 40 años, aparecidos a partir del 2000. O sea, esta
Quimera está dedicada exclusivamente a Pilar Adón, Álvaro Colomer, Mario Cuenca
Sandoval, Elvira Navarro y Alberto Olmos.
No es necesario
explicarlo. Lo más probable es que casi a nadie, a excepción de la lectoría
recurrente española, haya leído a estos autores. Pues bien, resulta interesante
e inquietante leer la conversa ‘Los que pensáis en la posteridad estáis todos
muertos’, dividida en “Lo que nos dicen qué tenemos que escribir”, “Lo que nos
llega de fuera”, “Las cosas que se pueden escribir”, “Los muertos que
critican”, “Lo que compran o roban los libros”, “Los que nos preocupamos por el
prestigio”, “Los que hacemos el ridículo”, “Los que nos editan”, “Los que nos
interrumpen” y “Los que hablan de géneros”. Este quinteto de plumas argumenta,
polemiza, brinda esperanza y dispara harta bala; en sus palabras, sobre todo
cuando hablan de sus poéticas, se nota la satisfacción, la frustración, la
molestia y las ganas de seguir en el ruedo a pesar de todos los óbices que hoy
en día presenta el mercado del libro español.
Algún despistado podría
decir que lo que dicen no se ajusta a la realidad del circuito literario
latinoamericano. No es lo mismo pasar los días en los camerinos del Barza que
en los del Sport Boys. Sin embargo, no estamos tan alejados de la realidad que
retratan, total, el oficio literario se suscribe únicamente al escrutinio de
las palabras y lo demás es asunto accesorio. Sin embargo, ese “asunto
accesorio” es lo que hoy en día le está ganando terreno a la hechura de una
poética que solo tenga que responder por sí misma. En este sentido, estos
escritores se visten de gladiadores y arremeten sin importar de quién estén
hablando, por más poder e influencia que pueda tener el aludido. Y arremeten
porque conocen lo que es el iniciático reconocimiento, lo que es ser reseñado
en medios importantes, entrevistados a toda página y porque conocen los tejes y
manejes que conspiran en pos del silenciamiento de un autor y su obra.
Mientras los leía, no
me sentía tan solo. O sea, cuando hablo con mis contemporáneos suelo decirles
que no se “preocupen” por la difusión de su obra, por un posible fichaje en una
editorial grande, ya que el “momento” llegará, si es que lo que escriben vale
la pena, y que el mundo de la literatura es una auténtica ruleta. Claro, no es
que me pinte de consagrado ante ellos, ni mucho menos de guía espiritual.
Ocurre que los años no pasan en vano, uno ya sabe del movimiento de la vida
literaria, en mi caso: la peruana, tan carcomida de basura, en donde se nos
intenta presentar como importante lo que no es. Tenemos autores que gozan de
una prensa aplastante, pero que reciben el chicotazo del lector recurrente, no
turista, que los premia con 25 puntas en sus presentaciones. Tenemos autores
que antes de dedicarse a la “carrera literaria”, porque eso es lo que hacen,
carrera, como si fuera una competencia de hienas, debieron preguntarse desde el
principio de sus tiempos si lo que querían era ser famosos o sencillamente
buenos escritores. Tenemos autores capaces de todo con tal de una reseña o
entrevista, y cuando lo consiguen, bien que quedan callados ante la poca
importancia que genera en el lector recurrente (siempre el lector recurrente)
y, por qué no, en ciertas ocasiones el lector turista, la reseña y la
entrevista, porque lo que se dice de sus libros y lo que estos dicen de los
mismos, no se ajusta al duro juicio de quien se atrevió a abrir sus páginas.
Tenemos autores que se orinan de miedo con el boca-oreja, que no es más que la
verdadera encuesta que podría darse de un libro. Por eso tenemos tanto inflado,
sobrevalorado. Tenemos autores que prefieren la fama de los medios al
reconocimiento del lector.
Por supuesto, hay
muchísimo más para interpretar de lo que declara este quinteto. No exagero:
estamos ante un documento perdurable. Y antes de irme a almorzar, no puedo
dejar de decir que esta edición de Quimera es la mejor desde que Jaime
Rodríguez Z. es su director. Ahora sí la hizo. Vale.
jueves, noviembre 22, 2012
lunes, noviembre 19, 2012
viernes, noviembre 16, 2012
Ensayos/ Notas/ Prosas
En este blog he tratado
con toda la objetividad posible la poética de Fernando Ampuero. En algunos
casos fui soberanamente duro y, a diferencia de muchos letraheridos, varios supuestos
amigos míos entre ellos, que a causa de una reseña negativa me han dejado de hablar,
me han desterrado de las gloriosas parcelas del Facebok y, de yapa, me han
privado del honor de leer los archivos finales de sus cuentarios, novelas y
poemarios, él me ha demostrado que es todo un caballero. El tío no se pica. No
viene con pataletas. Destaco esta actitud del otrora Playboy. Es de idiotas
molestarse por una reseña negativa, y no por el bien de la propuesta literaria,
sino por salud mental y emocional.
¿Cómo calificar Viaje de ida (Lápix Editores, 2012)?
Pues siendo lo más justo posible, diré que es toda una delicia, una invitación
a la pasión por la lectura y que nos pone de manifiesto a un Ampuero lector,
gran lector por cierto, apasionado y frívolo, amigo y cómplice, y harto
generoso, puesto que los textos, la mayoría de corte literario, que conforman la publicación, generan un hechizo
que se agradece: buscar los títulos de los autores que escribe. Leerlos y
releerlos es la idea…
Ampuero no será el primero
ni el último al que le editan una compilación de sus artículos, ensayos y
conferencias de literatura, y otros tópicos más. Llega un momento en que a los
escritores se les ocurre armar un libro en donde meten este tipo de escritos, la
mayoría publicados previamente en diarios y revistas. Quieren brindar cátedra a
una audiencia ignorante e inculta, escuelearnos en los maravillosos senderos
del oficio literario; por eso resultan tan aburridos, inanes, impotentes,
pedantes, fríos, distantes... No hace falta conocerlos en persona para saber
que tienen el alma chiquita. Viaje de ida hace alarde de la
siguiente característica: asumir la experiencia de la lectura como una experiencia
hormonal. Es que el acto de leer es igual a la experiencia sexual. Apunta: una
necesidad natural. No se lee para saber más y porque si lo haces serás una
mejor persona…
Buena parte de estos textos andaban perdidos
por ahí, con un poco de suerte los podíamos encontrar en Internet. Pero ahora
ya no será necesario hacer arqueología virtual, mucho menos viajes a la
hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Hasta hace algunos días juraba que el
mejor Ampuero estaba en Gato encerrado,
que no es poca cosa, pero ahora el mejor Ampuero yace y se mueve como pez en el
agua en Viaje de ida. Y esta
conclusión no esconde grandes secretos, en realidad no esconde ningún secreto,
puesto que en la lectura de estos artículos, ensayos y prosas, sentimos que no estamos ante una "lectura", sino ante la
exposición sencilla y risueña que nos hace un pata que con toda la buena onda
nos habla, y sin pontificar, de lo difícil que es el oficio literario, que vale
la pena zambullirnos en los centenares de páginas de una gran novela, más aún
en un mundo marcado por estúpidas prisas que, sin darnos cuenta, nos animaliza
cada vez más, y que a la vida hay que
saber sacarle la vuelta.
Chejov, Maupassant,
Hemingway, Salinger, Ribeyro, Vargas Llosa, Bryce, Borges, Lennon, García
Márquez, Cortázar, Cabrera Infante, Fellini, Capote, Ajmátova, Rimbaud,
Flaubert, Cisneros, Fitzgerald, Camus, McCoy, Romain Gary, Lowry, Kafka,
Petronio y muchos más, gracias a su voz nos son cercanos, iguales a nosotros en
miserias y aspiraciones, y que en más de un tramo nos brinda una mágica sensación
epifánica.
miércoles, noviembre 14, 2012
Novelita pichanga
Los grandes escritores
siguen siendo grandes hasta en sus títulos menores. En los últimos años Denis
Johnson se ha convertido en uno de mis escritores favoritos. Hijo de Jesús, Ángeles derrotados y Árbol de
humo. Los releo, como quien empieza una tarea, cojo mi cuaderno Loro y
anoto. No solo quedas hecho mierda con Johnson, también aprendes. Johnson
enseña a mirar, a mirar de verdad.
Que
nadie se mueva (Mondadori, Colección Roja y Negra,
2012) no es su mejor novela. Tranquilamente la podríamos calificar de menor;
sin embargo, bajo otra firma estaríamos hablando de una obra cumbre, de una que
rescata lo mejor de la tradición del policial negro, sucio, de la calle, de ese
género que en la protohistoria era denostado por los celadores de la literatura
y que hoy en día podemos percibir en absolutamente todo lo que se escribe, su
maleabilidad resulta pues demasiado atractiva para más de un compulsivo de las
distancias largas.
Esta novelita fue
publicada por entregas en Playbloy, entonces, notamos también un tributo
silente al siglo de la novela, el XIX, siglo de folletín, dicho sea, y no sé a
cuento de qué, tan poco frecuentado hoy en día por los nuevos y no tan nuevos
chupatintas. Es decir, Johnson sintió el vértigo, y lo transmite, de lo que es
escribir bajo la presión del cierre, que patentiza en un vértigo calmado e
intenso. ¿Cómo la hace?, se preguntará algún curioso… Aquí hay balas, sangre,
sexo, golpe y tortura; y lo que podría parecer una suerte de administración de recursos
efectistas, tan de la tradición de la literatura pulp, no traiciona la configuración moral de los personajes, como Jimmy
Luntz, extraña mutación de hombre ingenuo pero de hálito lúdico cuando de
dinero se trata, que exhibe la extraña cualidad de hacerse el tercio con sus
acreedores, capo en prodigar una pensada táctica de lástima; Gambol, el matón
de turno, el sujeto designado a cobrar la deuda, cuya experiencia no le sirve de
mucho puesto que es herido de bala ni más ni menos que por Luntz, o sea, queda
como un huevas, hecho (roche) que refuerza aún más su objetivo de perseguirlo
a como de lugar, no solo para cobrar el dinero, sino también para matarlo a
balazos. Esta persecución salvaje nos
lleva a recorrer carreteras, hotelitos de mala muerte, bares y uno que
otro puticlub. Y no tenía que faltar, la mujer fatal, Anita Desilvera, la que
involuntariamente despierta más de una manifestación hormonal en los que se
cruzan con ella, que aparte de bella, Johnson la dota de una inteligencia
espontánea, una actitud respondona y de un envidiable carácter. Con este trío,
nos enfrentamos ante un discurso narrativo en constante fricción, en donde no
hay lugar para los acuerdos u hostilidades pensadas. No hay espacio para la
táctica. O eres o te matan. Claro, no es para menos, hay dos millones de verdes en
juego.
Digamos que Nadie se mueva es una novelita pichanga.
Parece, ojo: parece, fácil. Pero no. Esta es una de las cualidades de los
maestros: proyectar facilidad de lo difícil. Por ello, hijo, si eres narrador y
quieres aprender a narrar, de verdad, pues coge esta novela de Johnson de una
buena vez.
domingo, noviembre 11, 2012
jueves, noviembre 08, 2012
miércoles, noviembre 07, 2012
Buensalvaje recargado
El segundo número de la
revista Buensalvaje me deja más que satisfecho. Definitivamente, Dante Trujillo
y su equipo decidieron repotenciar el contenido de esta nueva entrega.
Buensalvaje recargado…
Recorro las páginas y
encuentro el excelente texto de Aldo Incio sobre Rubén Fonseca, el excelente
narrador brasileño que sirve de motivo para la portada. Mientras lo leí
recordaba las razones por las que no pude ver en Lima al autor de Agosto y El gran arte, siendo quizá uno de los episodios de mi vida
literaria que más lamento. Para escribir sobre Fonseca hay que ser un
apasionado e Incio, acorde con ello, da lo mejor de sí, rehuyendo del lugar
común y la zalamería. Escribió sobre Fonseca porque conoce la obra de Fonseca y
eso se nota. También ofrece lo suyo el ex narrador inédito más conocido del
Perú, Francisco Ángeles, quien escribe de Alejandro Zambra, en especial de su
última novela, Formas de volver a casa.
Ángeles consigue transmitir lo que interesa: llamar a la librería de costumbre
y pedir que nos reserven cualquiera de las tres novelas de Zambra.
La reseña de José
Carlos Yrigoyen sobre Bioy de Diego
Trelles ha generado más de una discusión. Y vale, porque es un aviso de apertura
a la polémica por parte de la revista. No he leído la novela ganadora de Trelles.
Por ello no puedo decir si estoy o no acuerdo con lo que dice, dejando de lado
los momentos irónicos del texto, mi buen amigo JC. Pero de lo que sí estoy
seguro es que todo libro que pretenda ser referencial, debe tener sí o sí
reseñas favorables y lapidarias, y en lo personal, desconfío de las
publicaciones que gozan de saludos unánimes, la historia de la literatura nos
brinda más de un ejemplo del olvido al que estas suelen arribar. Y la estupenda colaboración con espíritu de entrañable semblanza
de Fernando Ampuero sobre la reedición de La
caza sutil de Julio Ramón Ribeyro nos acerca a ese lado que pocos conocen de
nuestro mayor cuentista: su ribera ensayística, que nos demuestra su cualidad de
gran lector compulsivo. Esta publicación, y hay que decirlo bien claro, es una
cachetada a la apatía editorial peruana. Sorprende que un gran libro de
ensayos, que pongo a la altura de El sol
de Lima y De lo barroco en el Perú,
haya pasado desapercibido durante décadas. Algunos babosos, en la más suprema
de las ignorancias, hasta dudaban de su existencia. Vivimos, mal que bien, una
crecida editorial, pero esta debe ir de la mano de directores que lean mucho y
que no solo se dediquen a sacar cuentas y balances. Para suerte nuestra, el
Ribeyro ensayista está con nosotros gracias a los buenos oficios de la gente de
Ediciones Universidad Diego Portales, de Chile.
Paloma
Reaño y Julio Závala nos brindan lo mejor de este Buensalvaje: la excelente
entrevista al escritor argentino Patricio Pron, en donde se repasa su peculiar
poética y que nos brinda mayores luces de El
espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia, su muy buena novela que
terminé de leer hace algunos días y de la que pienso hacer un post más adelante.
Igual atención merece el perfil de Fabián Casas de ese estupendo caníbal
llamado Juan José Saer.
Hay mucho más que
destacar, como las colaboraciones de Carlos M. Sotomayor, Katya Adaui, Bruno Polack, Octavio
Vinces, Julio Meza Díaz… Sin embargo, este post debe terminar, no sin antes
decir que estamos ante una revista necesaria, con estilo y que es todo lujo que
circule en esta ciudad… Buensalvaje ya hizo su parte…
martes, noviembre 06, 2012
Estilo, velocidad
Conocía algunos relatos
del célebre libro de cuentos Historia
argentina de Rodrigo Fresán. A lo largo de los años he llegado a tener esta
publicación en sus diferentes ediciones. Sabemos pues que se trata de un autor
insoslayable de la narrativa contemporánea en castellano, y gran parte de esta
referencialidad le debe a este título en cuestión, publicado en 1991 y que
convirtió inmediatamente a Fresán en una suerte de estrella de rock.
Meses atrás mi buen
amigo Óscar Pita me prestó la edición revisada y aumentada (2009) del libro,
incluido en la colección Otra vuelta de tuerca de Anagrama. Recuerdo que le
había pedido que me lo preste y él vino un día a la chamba y me lo dio, a lo
mejor cansado de tanta insistencia. Cuando llegué a casa me puse a leerlo y no
lo cerré hasta terminar su lectura, muy cerca de la medianoche. Me serví café y
me puse a leerlo otra vez; de hecho, ahora que hago memoria, no sé cuántas
veces lo habré releído.
He querido tener mi
propio ejemplar y en todas las librerías a las que he llamado me dicen que está
agotado. También le he propuesto a Óscar comprárselo, pero muy a su estilo me
ha mandado a la mierda. Más bien, me toca devolvérselo y la verdad que no
quiero hacerlo. Es que Historia argentina
es una droga que sigue haciendo afecto cuando ya dejó de hacer efecto. Me gusta
toda la obra de Fresán, pero este título me resulta excluyente.
Son dieciséis relatos, relatos
disfrazados, cuyos tópicos, en manos de otras sensibilidades, habrían pasado
como textos del más rancio costumbrismo y del más cantado realismo mimético, es
decir: predecibles y atosigantes. Lo que hace el argentino es contar lo mismo,
pero de otra manera, algo similar a lo que hacían Borges, Cortázar, Arlt y
Marechal (con semejantes referentes, qué escritor no se vuelve un mutante de la
escritura), pero desde una mirada invadida por el hibridismo pop, en donde es
posible, si es que sabes, si no te pierdes, detectar influencias, en algunos
casos caletas, del cine, la ciencia ficción, el rock, el dibujo animado, la
política... Una poética con trampas y senderos, es lo que pienso sobre,
precisamente, su poética. Y también llena de ironía, que la podemos notar desde
el mismo título de la publicación, que no es más que una inteligente provocación,
un cierra puertas total a la linealidad narrativa.
Conocemos su vértigo
narrativo. No leemos. Volamos. Y pese a la dificultad de su cimiente temática,
transmite, nos quedamos pensando en lo que nos cuenta, sin importarnos el
laberinto estructural que emplea en sus relatos, pienso en “El aprendiz de
brujo”, “La pasión de multitudes”, “El lado de afuera”, “La memoria de un
pueblo”, “El protagonista de la novela que todavía no empecé a escribir”, “La
Roca Argentina (12 grandes éxitos)” y “La vocación literaria”. En la mayoría de
los textos es patente el componente biográfico, una tragedia no delatada por el
lamento, demonios que transfiguran constantemente, o sea, “basura”
excesivamente productiva.
En Letra Capital: Entrevista sobre 'Disidentes 2. Los nuevos narradores peruanos 2000 - 2010'
He terminado molido. La
última edición de la Feria del Libro Ricardo Palma superó mis expectativas y me
dejó muy satisfecho por los amigos y conocidos que se me acercaban no solo para
comprar libros, sino, por lo que más me gusta: hablar de lecturas. No pensé que
el oficio de librero fuera a gustarme tanto. Si alguien me pregunta por un título,
y si lo tengo, se lo doy. Pero si me preguntan qué me parece tal publicación, y
si se diera el caso que la haya leído, le digo la verdad. Soy librero, no vendo
sebo de culebra.
Haber estado en esta
feria me ha permitido corroborar que hay un público fiel (inmensa minoría) en
búsqueda de buena literatura, sea en novelas, cuentarios, poemarios y ensayos.
Pero también me ha deparado una realidad verdaderamente alarmante: el poco
consumo de libros por parte de los escritores peruanos. Sé, sí, que puedo estar
cayendo en un prejuicio, pero esto es lo que noté. Hay excepciones, claro, como
Carlos Calderón Fajardo, Fernando Ampuero, Guillermo Niño de Guzmán, Víctor
Coral, José Carlos Yrigoyen, Victoria Guerrero, Rubén Silva,
que los ubico como adictos a la buena lectura, y muchos plumíferos más que en
estos momentos se me escapan.
Un ejemplo al vuelo: un
día en especial, recibí la visita de varios poetas y narradores, a distintas
horas. Parecía que se hubieran puesto de acuerdo para ir al stand donde estaba.
Me dijeron que había excelentes títulos pero que los mismos estaban muy caros,
y en algunos casos era cierto. No voy a caer en la demagogia, por eso les recomendaba
stands en donde pudieran encontrar excelentes libros a buen precio, cuyo único
costo era el tiempo que debían invertir en buscar. Mi sorpresa vino en la noche
de ese día. Me retiraba a mi casita y me dieron ganas de tomar una Cusqueña
helada. Fui a un bar de la calle Berlín. En este bar encontré a esos mismos
poetas y narradores gastando la friolera de 789 soles, según vi en la boleta, en
alcohol. Entonces el problema no es el costo, sino en el valor que se le tiene
al libro como tal. En fin, este tema de hecho lo voy a desarrollar más en un
post.
Y por ahora, antes de
irme a descansar, quiero agradecer a Carlos Sotomayor por la entrevista que me
hizo para su blog Letra Capital, en donde conversamos sobre mi antología Disidentes 2. Los nuevos narradores peruanos
2000 – 2010. La pueden leer aquí.
sábado, noviembre 03, 2012
viernes, noviembre 02, 2012
Maldición eterna (a quien lea estas páginas)
La siguiente reseña
salió publicada en el segundo número de la revista Buensalvaje. De esta
publicación, haré un post en los próximos días. Hay más de un punto a comentar.
…
Perfiles. ¿En qué
pensamos cuando pensamos en escritores malditos? Podemos echar manos a las
anécdotas, a la tradición. Redescubrimos la definición que diera el poeta
francés Paul Verlaine de sus compañeros de ruta y de él mismo en su libro sobre
el asunto de 1884. Nos gusta pensar en el malditismo literario. Atrae, gusta,
seduce. Sin embargo, en la literatura no tendría razón de ser –o solo sería
cáscara, fatuidad, estolidez— si detrás de aquel no hubiera una obra a seguir, una
propuesta que se haya abierto paso en los bosques del tiempo y el olvido.
Latinoamérica ha sido
tierra nutricia en plumas signadas por sofocantes y constantes crisis
existenciales. Tenemos muchos nombres que a la fecha nos siguen hablando por
medio de lo que escribieron, sí, pero también por lo que vivieron, al punto de
que la tragedia, en ciertos casos, opaca lo que lograron en su literatura.
Sabedora de ello, la reconocida
cronista argentina Leila Guerriero nos presenta una selección de diecisiete
perfiles de aquellos grandes autores latinoamericanos señalados por el hálito
aciago; es decir: los rescata para el gran público, con el único objetivo de
acercarnos a sus sensibilidades y tratar de entender por qué hicieron lo que
hicieron y por qué les pasó lo que les pasó. Los malditos es, por donde se le mire, un trabajo monumental, de
los llamados a quedar y que confirma, una vez más, el buen momento que
atraviesa la literatura de no ficción en castellano.
Un perfil es una
invitación a la especulación. Debido a su carácter plástico, es el puente que
mejor une lo imaginado de lo supuestamente real. Es por eso que Guerriero, en
lugar de invitar a cronistas de oficio (a excepción, casualmente, de los
peruanos Marco Avilés y Daniel Titinger), convocó escritores y escritoras, la
mayoría reconocidos en el imaginario narrativo latinoamericano, como Alan
Pauls, Juan Gabriel Vásquez, Alejandra Costamagna, Rafael Lemus, Gabriela
Alemán, Edmundo Paz Soldán, Alberto Fuguet, Rafael Gumucio… Esta compilación no
solo es un gran muestrario de grandes plumas y malhadadas personalidades del
siglo XX, sino también un paneo de las actuales voces latinoamericanas, de esas
que marcan la hora y que gozan de proyección.
En estas páginas nos
enteramos y corroboramos datos que andaban sueltos, que más de una vez
condimentaban tertulias y charlas de bar y cafetín. Nos adentramos en la médula
de la locura de Martín Adán, Rodrigo Lira, Jorge Baron Biza, Alejandra
Pizarnick, Pablo Palacio, Porfirio Barba Jacob, César Moro, Jorge Cuesta…
Poetas y narradores, raros y geniales, cuya poética ha germinado la fidelidad
de los lectores a lo largo de decenios, elevándolos a la categoría de culto.
Estos lectores hinchas, cófrades y exigentes, encontrarán aquí un acercamiento
sin resolución, puesto que en el no entender, en la carencia de la explicación
total de sus sensibilidades, es donde yace la fuerza espiritual de los mismos,
acaso tan parecidos a nosotros, pero que se nos diferencian en el hecho de que
ellos sí pusieron sus vidas en el asador, dejaron la piel al servicio de un fin
no necesariamente feliz.