miércoles, febrero 28, 2018
un par de películas
En la madrugada volví a ver While the city sleeps (1956) de Fritz
Lang. Si el ocasional lector haya pasado de esta película y se entera de ella
por primera vez, o es de aquellos que lo han visto todo, pues la recomiendo,
como ayer, hoy y también mañana.
No es una obra maestra, sin embargo
tiene los suficientes ingredientes para quedar en la memoria del espectador,
además, sigue siendo actual, puesto que uno de sus tópicos se relaciona con el
terreno gaseoso pero peligroso del poder. Lang narra y a la vez denuncia, del mismo
modo divierte, que es lo que me interesa.
Tal y como lo indiqué en algunos posts
anteriores, los veranos los dedico a volver a ver todas las películas que las
fuerzas me permitan. En otras palabras, me siento muy ajeno a estas semanas en
las que más que un conocido me pregunta por las películas nominadas al Oscar y
otros premios parecidos. En ese sentido, guardo silencio, no hay cosa que
deteste más que hablar de cosas que no sé. Aparte de quedar en silencio,
escucho, y sopeso pareceres, claro, solo presto atención a las personas capaces
de proyectarme opiniones distintas, huyo pues del consenso, con mayor razón
cuando este es poseril.
Entre lo que toca ver luego del
desayuno: I spit on your grave (1978)
de Meir Zarchi. Aunque es justo indicar que no la tenía en el radar, si me
animo por ella es porque guardo un buen recuerdo de la versión de 2010 de Steven
R. Monroe, con soberbio despliegue de Sarah Butler. Veremos si pesa el tiempo o
no en la de Zarchi.
viernes, febrero 23, 2018
bartra
Tomas un capuchino y comes despacio una
dona acaramelada mientras ves la caída de Rosa Bartra, la congresista
fujimorista que impulsó lo que solo un fujimorista puede ser capaz: la ley de
modalidades formativas laborales. Es decir, la ley contempla que los estudiantes
de institutos realicen durante tres años prácticas profesionales sin recibir
sueldo.
Así es, solo un fujimorista supera a
otro fujimorista.
Bartra, qué duda cabe, es la clara
muestra de que el fujimorismo sigue siendo la cantera de la que cada cierto tiempo
brota un improvisado. La característica de esta escuela, que en especial se
pone de manifiesto en los proyectos de ley, viene a cuenta de un pasivo
despotismo, de una creencia ventral
de saberse aprobado antes del debate. El exceso de confianza en uno mismo, el llenado de la hoja de vida sin pensar en el otro (esencia moral que supone
debe identificar a todo servidor público elegido). Obviamente, el lector del
blog podrá decir que ese es un ejercicio habitual en nuestros congresistas,
pero lo que hace especial este ejercicio es que cuando es protagonizado por un
fujimorista, su histrionismo tiene a la indignación como compañera de baile. Si
gustas, llámalo conchudez.
En lo personal, no hay mejor regalo de
viernes que la pataleta de un naranja: la explicación/excusa pausada que
deviene en epíteto, cuyo condimento depende de la tendencia política de quien
realiza el señalamiento. En el caso de Bartra, quien también es la presidenta
de la comisión Lava Jato del Congreso, la sinverguenzería no conoce de formas,
menos en estas últimas horas, en las que el sentido común viene ejerciendo
dominio: lo condenable que resulta su también llamada ley de esclavitud.
miércoles, febrero 21, 2018
impacto/incomodidad visual
Anoche, mientras terminaba una reseña,
busqué en la parrilla de Neftlix una película que días atrás me recomendó un
buen amigo, de esos que fagocitan cine como si la vida dependiera de ello. Esta
recomendación, hay que decirlo, venía condimentada por su fascinación por
Nicole Kidman, cosa que puedo entender. Hormonas de lado, consignemos que The Paperboy, de Lee Daniels, compitió
en el Cannes del 2012, además, fue la película que Pedro Almodóvar desistió
dirigir en inglés. Lo que sí me pareció interesante fue la presencia, aparte de la maravillosa
australiana, de John Cusack y del cada vez más talentoso Mathew McConaughey. Con
este trío de actores me bastó y sobró.
Pese a que la mayoría de comentarios señalen
que la película está hecha para el lucimiento de la joven estrella Zac Efron,
es el personaje interpretado por Kidman, Charlotte Bless, el que la sostiene. La
razón es muy simple: aquí nos hallamos ante una historia que se justifica por su aliento erótico, tampoco dejemos de destacar la excelente fotografía que hace verosímil su
contexto, el convulso 1969 para la sociedad norteamericana.
Acompañamos a los periodistas del Miami
Times Ward Jansen (McConaughey) y Yardley Acheman (David Oyelowo), quienes
pretenden desenmarañar el asesinato de Call, jefe policial blanco odiado por
su racismo, como también indagar en la culpabilidad del cazador de cocodrilos Hillary
Van Welter (Cusack). Los hombres de
prensa se movilizan hasta el lugar del crimen para recoger toda la información
posible, pero en este punto, la historia no solo abandona la linealidad
narrativa, sino que el objetivo de la trama se vuelve gaseoso gracias a la
presencia de Bless, mujer madura y sensual que tiene la costumbre de escribir
cartas de amor a presos condenados a muerte. Bless es el objeto del deseo del
confundido Jack Jansen (Efron), hermano de Ward, quien le pide que lo guíe por
ese pueblo del centro de Florida. Ward, se deduce, es el hermano exitoso, el
periodista de prestigio, en cambio Jack el hermano menor sin rumbo en la vida y
que trabaja para el periódico de su padre repartiendo las ediciones del día.
Ward y Yardley investigan, Bless
coquetea con Jack, y Hillary anhela consumar su contenido deseo sexual con
Bless (en la entrevista en la cárcel: la ansiosa violencia de Hillary ante la
masturbación de Bless marca la pauta de la película, porque se revela la verdadera razón de Ward en ese pueblo rodeado de pantanos). Nos percatamos que poco importa si se llega o no a descubrir al asesino de Call. Se
ponen de manifiesto otros aspectos, prestemos atención a los cortes de escena marcados por la
sensación onírica, que terminan ubicando a la película de Daniels en una poética humedad sepia.
Asistimos, en este sentido, a una pérdida de rumbo que se recompone gracias a
la participación histriónica y narrativa de Ana (Macy Gray), empleada del hogar
del patriarca Jansen.
Sin Bless, The paperboy es nada, solo tendría a Jack como eje
temático. En este personaje de Kidman confluye la tensión de los personajes, como
también las escenas perdurables, no por su logro estético, sino por su impacto/incomodidad
visual, por ejemplo, cuando ella se sienta sobre Jack para orinar en su cuerpo atacado por malaguas, del
mismo modo el rescate que hace de Ward luego de ser sodomizado por un
par de negros.
No siempre las películas quedan en la
memoria por su detallada orfebrería. The paperboy
es irregular, pero tiene actores que garantizan la magia en ciertos pasajes, su conexión con el
espectador.
lunes, febrero 19, 2018
olvidado
Cerca de las tres de la madrugada, me di
cuenta de que hubo una publicación olvidada en los recuentos literarios del año
pasado. Al menos en el mío traté de pasar revista a los libros leídos, objetivo
que puede lograrse siempre y cuando haya buena onda y voluntad, pero se me
olvidaron algunos, entre estos uno que debió ser incluido: la tercera edición
del poemario Idiota del apocalipsis
de Guillermo Chirinos Cúneo, que vino por cuenta de la editorial Sub 25, del
homónimo colectivo local.
Más esquivo no puede ser este poeta,
hasta en los intentos por rescatar su único poemario publicado. Nos referimos a
un poeta del que se habla más de su vida que de su poesía. Lo pude leer íntegro
gracias a una ex enamorada, que en 2006 me regaló Los otros, conjunto que reunía cuatro poemarios inubicables, entre
ellos el que motiva este post. Lo tenía en la hoja de ruta desde fines de los
noventa, cuando leí un poema suyo en Piélago,
sesentera revista sanmarquina de poesía, en un ejemplar amarillento y húmedo
(páginas engrampadas), cortesía de Armando, librero y conocedor como pocos de
la tradición poética peruana.
Esta tercera edición mereció algunas
notas en la prensa local, sin embargo, la muestra
de la obra tiene que calzar con un trabajo de campo a la búsqueda de nuevos
lectores; a saber, pienso en coloquios dedicados exclusivamente a disertar
sobre esta propuesta signada por la locura y el alud sensorial. Chirinos Cúneo
lleva mucho tiempo siendo rareza y lo peor que le puede le puede pasar a su
legado poético es no hacer nada contra esa condición, que sirve para la anécdota
de bar y el festejo al paso, pero no en la dimensión que importa: la discusión
de su poesía.
domingo, febrero 18, 2018
desorganización
Luego de algunos días dedicados al más
fructífero hueveo, aunque esto no es más que mero eufemismo, me informo de
algunas noticias mientras comienzo la lectura de La llamada de la tribu de Vargas Llosa. Por más que uno trate de
hablar de otros asuntos, como los libros leídos, las películas que vuelves a
ver y las nuevas bandas que escuchas, hay que tocar otra vez ciertos temas.
Ante la absolución de Adrián Pozo, el
infeliz agresor de Arlette Contreras, a quien arrastró y golpeo en un hostal de
Ayacucho, regresan con mayor fuerza los debates sobre los abusos que sufren las
mujeres peruanas. Leo los motivos de los jueces que vieron el caso y no
sorprende la base “racional” que les sirve para justificar la limpieza legal
del agresor.
Cuando sucedió esta vejación, no pocos
colectivos feministas se unieron en pos de lo que terminó siendo una marcha
histórica, en la que también participó la sociedad civil. Sin embargo, este
movimiento espontáneo no pudo ser aprovechado como organización ciudadana. Su
nula representación política en la vida social es prueba de ello, nulidad
materializada gracias a los afanes políticos de ciertos colectivos feministas
que quisieron apoderarse del sentido común de la defensa de la mujer. Por amigas que integraban estos
colectivos pude enterarme de sus decepciones ante lo que presenciaban en las
asambleas: la aparición del feminismo figuretista, que terminó convertido en un
engendro que más de una bautizó como feminismo Mainstream.
Hubo pues un aprovechamiento político
del caso de Contreras. Su proceso debió ser seguido y se tuvo que realizar
constantes llamados de alerta sobre las triquiñuelas legales que venía
ejerciendo la familia de Pozo. Por eso la indignación colectiva que vemos en
las redes, pero ahora esta se tiñe de penoso cariz: su desorganización. De
haber habido un orden básico, no estaríamos siendo testigos del desamparo en el
que se encuentra Contreras, que a estas alturas es la cruda metáfora de todas
las mujeres agredidas, asesinadas y maltratadas de este país.
jueves, febrero 15, 2018
insólito
Tras algunas horas en la Hemeroteca, me
decidía entre ir al cine o encontrarme con unos patas para fumar hierba. De
paso, mi buen pequeño amigo, al ver mi post anterior, y poseso del afán de reivindicación,
me sugería vivamente otra serie: The
Sinner.
Esperando el ascensor, y mientras
respondía algunos saludos por San Valentín, me encontré con Alejandro Neyra. En
nuestro cruce de palabras (le detallé que ya estábamos en la fase final del
libro), me dijo que en unos minutos se inauguraría la primera edición de Insólito, Festival de cine de terror y
fantasía. Sabía del festival, pero creía que este se desarrollaría dentro
de quince días.
No perdía nada con entrar al auditorio
Mario Vargas Llosa y saber con exactitud qué presentaría el festival organizado
por Claudio Cordero y Lina Durán.
Se pudo ver un cortometraje y un largo,
ambos de los directores españoles Caye Casas y Albert Pintó. Tanto R.I.P y Matar a dios nos brindan una muy buena impresión del dúo, que sin
muchos recursos y harta imaginación, garantizan al espectador no pocas dosis de
humor corrosivo. Pero también esa experiencia chocante que solo puede ofrecer
el guion pensado al detalle, sea por medio de sus giros verbales y la mágica precisión
del gesto de asombro, a saber, en lo que le dice Carlos (Eduardo Antuña) a Ana
(espectacular Itziar Castro) en el último cuarto de hora de MAD. Pero el mayor mérito de los
españoles es hacer verosímil lo que en teoría sería imposible, a menos que se
apele a la crudeza narrativa, pero esta no forma parte de la poética visual de
Caye y Pintó. Como pocas veces ocurre con películas contemporáneas, el aplauso
de los asistentes, que llenaron el auditorio, estuvo más que justificado.
La exhibición de este par de películas
cumple con lo prometido por Cordero y Durán en la inauguración: el esfuerzo por
hacer una buena selección. En lo personal no me sorprende lo dicho, puesto que no
es la primera vez que soy testigo de una selección de películas realizada por los
organizadores. Tengamos en cuenta lo que vienen haciendo en los ciclos de El
último cineclub.
Si tienes tiempo, date una vuelta por la
BNP, Insólito va hasta este domingo
18. Más información, aquí.
miércoles, febrero 14, 2018
sub 21
Días atrás un amigo que no solo tiene la
costumbre de devorar libros, sino también series, me recomendó ver El marginal, serie argentina que, aparte
de romperla, tendrá muy pronto su versión gringa.
Le hice caso y vi la serie. No sé en qué
radicaba el entusiasmo de mi pequeño amigo, porque me pareció un trabajo por
demás irregular, con vacíos argumentales y apuros en los desenlaces, pero
pasando de estos reparos, hay que reconocer que hallamos personajes bien
configurados y una agilidad narrativa que agradezco. Ver la serie me ha servido
en estos días en los que estamos terminando de editar el libro del año (ya lo
verán), a manera de evasión tras febriles y felices horas de trabajo.
No voy a detallar de qué va la serie,
solo algunos datos para el potencial interesado: se desarrolla en la cárcel San
Onofre, adonde ha ido a parar Miguel Palacios, un ex policía que debe averiguar
en calidad de encubierto el paradero de la hija adolescente de un importante
juez argentino. Bajo el nombre de Pastor Peña, Palacios va cumpliendo sus
objetivos, pero como suele ocurrir en estos proyectos de entretenimiento, las
cosas no se cierran cuando parecen conseguirse.
Entre los microcosmos en conflicto, me
genera interés el grupo de jóvenes presos que se hace llamar la Sub 21. La Sub
21 de El marginal es su sal, el
condimento de la misma. Tenemos al líder César, el enano Pedrito, Arnold y “El
susto”. La Sub 21 se encuentra en permanente enfrentamiento con la banda del
capo Borges, banda que goza de gollerías y que controla el presidio. Sin
embargo, la Sub 21 no se deja amilanar. Estos chicos no buscan la atención de
sus poderosos enemigos, menos lograr un espacio de poder, tampoco destacar como
uno de los grupos más fuertes de la prisión. Lo que les basta y sobra es
pasarla bien y que nadie los joda en sus días de encierro. Cuando el enfrentamiento con la banda de Borges es inevitable, la Sub
21 se cobija en su ley: el apoyo mutuo. Están muy lejos de ser un grupo de
jóvenes huevones. Son maleantes y de armas tomar, y son coherentes con su
principio esencial: no rogar importancia.
domingo, febrero 11, 2018
receta cubana
La
presencia de venezolanas y venezolanos en Perú viene generando una suerte de
tirria minúscula pero bullera, en la que el prejuicio se expone como realidad,
cuando lo cierto es que detrás hay una paulatina campaña de desprestigio hacia
los migrantes llaneros, que corre como un rumor bajo la responsabilidad de inevitables especieros
de buitre.
Hace falta informarse, leer un poco y
cruzar la información recogida para saber que estas prácticas no son nada nuevas
y que provienen desde el estómago canceroso de la publicidad de gobiernos de
izquierda en cuestionamiento. Recordemos la campaña de Fidel Castro con los
cubanos que huían de la isla a la búsqueda de un futuro mejor. No olvidemos la
etiqueta delincuencial sobre los cubanos que llegaron a Lima a inicios de los
ochenta: todo cubano era no menos que ladrón, maleante, asesino, violador,
estafador, es decir, escoria que no tenía espacio en el paraíso revolucionario.
La mayoría de venezolanas y venezolanos
que conozco, y lo digo en base a mi experiencia, son personas que trabajan. Han
tenido que venir a Perú (a este país todavía) porque sencillamente se están
muriendo de hambre. Claro, ello no exime que dentro de esta población
desesperada se cuele uno que otro delincuente, situación imposible de eludir.
Por eso, cuando Nicolás Maduro comunica que Venezuela se está librando de su
lacra social, demuestra que es más fiel a pútridos libretos que a los
principios que pregona la izquierda. Vemos en acción a un gobierno que no duda
en disponer de sucias cartas contra los suyos.
Tampoco sorprende el silencio de
nuestros pensadores locales de izquierda. Ya juegan su rol. Trato de
entenderlos y no pierdo valioso tiempo en el ejercicio, la obviedad se impone:
están ahuevados, no saben qué decir ante lo que ven día y noche en las calles y
los medios de comunicación. No condenan lo condenable.
Hay, y no lo vamos a negar, un problema
de convivencia con el otro que huye,
pero este es mínimo y abordable, no es la ola de odio del peruano contra el
venezolano que algunos payasos digitados desde Caracas nos quieren hacer creer.
viernes, febrero 09, 2018
casi como la vida
Relacionarnos con los libros que sumaron
en nuestra configuración moral y dimensión emocional nos garantizan múltiples
percepciones para la vida. De esta experiencia podemos beneficiarnos hasta de
sus ramas utilitarias, a saber, mejorar nuestras deficiencias en la
comunicación con los demás.
Esta reflexión viene a cuenta de la
lectura de Lo más parecido a la vida
(Taurus, 2016), ensayo del escritor y crítico literario inglés James Wood.
Señas esenciales: es colaborador recurrente de The New Yorker y catedrático en
la Universidad de Harvard. Dos libros suyos traducidos al castellano: el más
conocido, Los mecanismos de la ficción,
texto imprescindible para todo escritor no necesariamente en ciernes, y el que
nos cita.
Reza el subtítulo, Lecciones sobre nuestro
amor a los libros. Wood no apela a las armas de la teoría, menos a la jerigonza
académica, sino que hace uso de la fuente que sustenta su condición de lector:
la experiencia vital. Los cuatro capítulos del libro (“¿Por qué?”, “Mirar en
serio y caer en la cuenta”, “Usarlo todo” y “La falta de un hogar secular”)
vienen pautados por la cualidad del asombro, la manifestación por el primer
amor del acto de leer. Wood ha consagrado su existencia a este placer y no lo
mancilla imponiendo gustos, ni criterios valorativos. Hasta libros de segundo
orden como Novelas y novelistas. Guía del
mundo de la ficción, de Martin Seymour-Smith, tienen atención en su órbita.
La razón es una sola: Wood está a la caza emocional del poder de la lectura.
Además, en más de un tramo nos hace pisar tierra, como en esta sentencia
necesaria para estos tiempos de frivolidades mediáticas: “La literatura, como
el arte, opone resistencia a la arrogancia del tiempo: nos convierte en
insomnes vagando por los pasillos de la costumbre, propone rescatar la vida de
las cosas, traerlas de la muerte”. Un maestro.
…
Publicado en Caretas
jueves, febrero 08, 2018
hh 68
En mi extenso recuento, en la sección
dedicada a las revistas, consigné la irregularidad de las publicaciones allí
mencionadas, aquello no significaba que estuviéramos ante números débiles, pero
sin duda esperábamos algo más de algunos textos. Ese fue el caso de la mítica
Hueso Húmero 67, que se presentó atractiva pero que no terminó convenciendo.
Esta impresión no impide calificarla como la mayor revista literaria y cultural
del medio local, del mismo modo como una de las más importantes en el ámbito
hispanoamericano. Tampoco podemos ser ajenos a las comparaciones con aquellas
revistas literarias del circuito que tenían a HH como faro y que murieron en la
ciénaga del entusiasmo, o cuando sus directores cumplieron sus objetivos
personales mediante el tarjeteo de, precisamente, sus revistas. Realidad
penosa, la misma que pudo evitarse si se aplicaba lo que no en estos predios:
la perseverancia en pos del prestigio, que tiene mayor valor que el recuerdo/consuelo
de lo que se hizo a medias.
Ahora tengo en mis manos el último
número de HH, el 68. Aún no lo termino de leer, pero en lo recorrido hay más de
un motivo para recomendar su lectura, como los poemas de John Ashberry, en
traducción de Mónica Belevan, Mirko Lauer y Mario Montalbetti; poemas de
Valeria Román y Sebastián Salazar Bondy y relatos de Oswaldo Chanove, esto en
cuanto a la creación. Pero lo que ha captado mi atención son los textos de
Peter Elmore y Julio Ortega. El primero con el ensayo “La migración del Inkarrí”
y el segundo con un capítulo de, lo que suponemos, un libro inédito, La comedia literaria. Memorias de la
literatura latinoamericana global, “Néstor Sánchez: un escritor
desaparecido”.
Hubo un tiempo en que coleccionaba todos
los números de HH. En mi poder tengo cuarenta números, y varios de ellos los
asumo como breviarios que releo y reviso. Mentiría si digo que la excelencia ha
sido/es la pauta dominante en la revista, sin embargo, es justo señalar que
hasta en la irregularidad asistimos a una exigencia que no podemos dejar de
reconocer. En la perseverancia y el rigor se sustenta la resonancia que aún
sigue despertando esta publicación dirigida por M. Lauer y Abelardo Oquendo.
miércoles, febrero 07, 2018
toma de posición
Cuando se suponía que regresaría a casa,
tuve la oportunidad de ver el documental Rehenes
(2017) de Federico Lemos.
Sobre este trabajo del director uruguayo
he leído y escuchado los comentarios más encontrados. En lo personal, soy de la
idea de que un documental de este tipo debe sustentarse en la pluralidad de
puntos de vista, elementos más importantes que los resultados estéticos.
Razones sobran: la que interesa, la verdad sobre lo que ocurrió en el rescate
de los rehenes de la embajada de Japón en 1997.
El documental, a primera impresión,
exhibe agilidad narrativa, pese a que tiene todas las características del
reportaje televisivo. Tenemos los testimonios de Luis Giampietri, Francisco
Tudela, el cardenal Juan Luis Cipriano, el militar José Williams Zapata, el
entonces embajador japonés Morihisa Aokil, el ex emerretista Ernesto Cárdenas y
familiares de los integrantes del MRTA.
El trabajo cumple su cometido: se impone
como documento de memoria, pero resbala en lo que no en sus últimos quince
minutos: Lemos toma posición e inclina la balanza discursiva hacia la versión
de la abogada de una ONG de derechos humanos. Si Lemos pretendía distinguir su
trabajo con una cuota de personalidad, bien lo hubiese hecho en un trabajo de
ficción. No solo hace naufragar su proyecto hacia una visión que configura como
víctimas a una sarta de asesinos, sino que la formal limpieza narrativa que
venía construyendo también termina infectándose de esa apurada toma de posición.
La pluralidad del discurso, casi siempre (lamentablemente),
es utilitaria, busca el aplauso de la platea. En esta ocasión, el maquillaje no dura mucho y se corre por su burdo tratamiento final. Rehenes, en este sentido, peca en lo mismo (ahora en un trabajo de
no ficción) que otras manifestaciones creativas sobre los años de la violencia
política. Contra la seguidilla de sandeces de la abogada de los terroristas,
hubiese sido ideal (y moral) el testimonio de algunos familiares de los militares del
comando Chavín de Huantar. Eso, Lemos, es pluralidad.
lunes, febrero 05, 2018
prioridades
Mientras termino un texto sobre una
novela de una escritora peruana, me desconecto un toque, cosa que aprovecho para
ir a La Rocca para comprar dos panes con chicharrón para llevar. Quizá en este
café-restaurante se venda el mejor pan con chicharrón de la ciudad, aunque esa
preferencia también puede proyectarse a El Chinito del Jr. Chancay del Centro
Histórico o el puesto de, vaya novedad, unos chinos en el mercado del Callao.
Recién en el trayecto en taxi me pongo
al día con algunas noticias del ámbito político nacional. Contra algunas
sugerencias que he recibido de los lectores y amigos del blog, cuya simpatía
yace en la simpatía por la izquierda, que me han recomendado no tocar temas
políticos que ponen en entredicho la esencia de su ideología, he decidido
seguir abordando el asunto cada vez que me interese.
A medida que me acerco a mi destino, me
resulta imposible no pensar en la izquierda, en su evidente desconexión de la
realidad y su lejano compromiso con la justicia social. Muestra de su
desconexión es que ninguno de sus “aportes” está pensado en el bienestar
colectivo, solo en la agenda política, en el sueño canábico de chapar la
presidencia ante una vacancia.
Si por mí fuera, PPK debería renunciar
por traidor. Pero hay otros problemas que sí merecen mayor atención, como
agilizar/activar la economía y sumar en lo que ya parece ser una justificada
aspiración nacional: la pena de muerte para los pedófilos. No hablamos de
posturas populistas, sino de criterio básico de bienestar y sentido común ante
lo que es un abuso contra criaturas indefensas. Esas son las prioridades, esos
tópicos darían vida a la agenda de nuestras fuerzas políticas si estas fueran
normales. De ser así, la población, llegado el momento, sabrá recompensar.
domingo, febrero 04, 2018
sábado, febrero 03, 2018
gestos
Dejando de lado algunas actividades, me
consagro al ocio huevero, al menos durante algunos minutos, como quien se
alista para el concierto de las próximas horas.
Un asunto llama mi atención y cruzo toda
la información posible mientras escucho el
Meat Light de Frank Zappa. El tema: lo sucedido con el escritor Elvis
Herrada, invitado al festival Salón del Libro de Luxemburgo.
En la red encontramos un video en donde
podemos ver a Herrada vendiendo su libro en un medio de transporte público.
También un post en donde el autor detalla la respuesta que recibió de la
Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura.
El caso de Herrada encendió las redes,
las muestras de apoyo al escritor no se hicieron esperar.
Al respecto, habría que poner algunas
cosas en orden, porque en este caso hay tanto de pena como de sobredimensión.
Es cierto que este festival cultural
viene realizándose por muchos años, pero no menos ciertos son sus criterios de
invitación, que pueden sufrir serios cuestionamientos. En cuanto a los autores
peruanos que han ido a este festival, solo vislumbro una sola excepción, a lo mucho un par. No más.
Lo he manifestado más de una vez, la DLL
está muy lejos de cumplir con sus implícitas prioridades, quizá sea una de las
oficinas más cuestionadas del Mincul. Y su reacción ante el pedido de ayuda de
Herrada fue no menos que torpe.
Pero como toda oficina de una entidad
estatal, esta debe cuidar sus gastos, no despilfarrar el poco/mucho dinero del
que pueda disponer. Hasta este punto, el no apoyar a Herrada resultaba
entendible a razón de los sinuosos criterios del festival internacional.
Ahora, Herrada hizo lo que cualquier mujer
y hombre dedicado a la cultura tiene que hacer: acudir al Mincul. Se supone que
quienes trabajan allí son servidores públicos, y esa cualidad de servicio debe
proyectarse sin acepción de personas, con mayor razón si estamos en una rama
tan sensible como la cultural.
No hay dinero, lo entiendo. Pero con
este escritor hizo falta voluntad de gestión, solo eso, un gesto que pueda ser
valorado, una muestra de apoyo que no necesariamente iba a garantizar la ayuda
económica que le permita viajar a Luxemburgo. El gesto es también política cultural.