jueves, junio 28, 2018
Ahora que las cosas parecen estar
volviendo a la normalidad tras la participación de la selección en el Mundial
de Rusia, me gustaría compartir a partir de ahora algunas impresiones sobre
lecturas (y relecturas) que he estado realizando en estas últimas semanas, del
mismo modo pasar revista a los redescubrimientos de películas a las que vuelves
por gracia del azar, ya sea por una señal vista en algún texto o por fogonazos
de la memoria.
Si en caso no lo haya dicho antes:
aparte de mi apego por las cábalas, siento mucho interés por toda clase de
manifestación artística, musical cultural, social, política e histórica que
haya sucedido en el mundo en las décadas del sesenta y setenta del siglo
pasado. En ese orden de cosas, me considero un fetichista temático. Gracias a
esta pulsión, volví a ver horas atrás una película que ya no es tan difícil de
hallar en estos lares, cosa que me alegra porque recuerdo que tuve que esperar
en su momento no pocos meses para tenerla gracias a los proveedores del Pasaje
18 de Polvos Azules.
Durante décadas fue calificada de
rareza. No era para menos, teniendo en cuenta que su director fue uno de los
actores más frikeados del cine gringo: así es, Dennis Hopper, quien en 1971
presentó The Last Movie, rodada en el
distrito cusqueño de Chincheros, con Peter Fonda, Kris Kristofferson, Sylvia
Miles, Tomas Milian y Dean Stockwell, nombres que a excepción del músico Kristofferson,
son ubicados en el imaginario del fagocitador de películas para cine y
televisión.
Si habría que subrayar una trama, esta
brilla por ausente. Por el contrario, nos hallamos ante un proyecto que carga
con siete subtramas que obedecen a un común denominador: el estado de la mente
alterada de sus protagonistas, mediante el cual son impelidos a una libertad de
acción en pos del obvio homenaje: hacer cine pese a las circunstancias (he ahí
el guiño con el título).
Es precisamente ese estado de locura lo
que sustenta la estructura fallida de TLM,
también sus pocos pero refulgentes taras de guion. Si algo claro tenía Hopper
al dirigirla y protagonizarla, era la de proyectar la misma sensación alienante
de su trabajo anterior, Easy Rider
(1961), cosa que cumplió en cierta medida, pero lo que jamás pensó fue en la
dificultad que le supondría filmar bajo un montañoso paisaje que por hermoso no
lo hacía menos peligroso en cuanto a su fuerza telúrica: esas mismas escenas
las hemos visto cientos de veces en westerns, pero en esta ocasión existe un
hechizo degradante del escenario capaz de trastocar todos los protocolos
narrativos, dorando la epifanía de los
roles protagónicos y secundarios: la revelación más allá de su imperfección.
lunes, junio 25, 2018
belgas
Aunque resulte precipitado vaticinar qué
selección ganará el Mundial, como que algunas cosas van quedando claras en
cuanto a ciertas selecciones. En este sentido, gratifica la fuerza Inglaterra,
del mismo modo la de Bélgica, aunque huelga decir que ambos combinados están en
uno de los grupos más asequibles, razones a la vista: con Panamá y Túnez, a los
que se han impuesto a ritmo de entrenamiento.
Habría que prestar atención a lo que
puedan hacer los dirigidos por Gareth Southgate y Roberto Martínez. Pero me
refiero a una fijación diligente, en especial si hablamos de los belgas,
recurrentes participantes de mundiales de fútbol, sin obviar uno que otro hiato.
La primera vez que vi a esta selección
fue en el Mundial de México 86, en donde frenaron a la URSS, que no solo venía
mostrando firmeza dinámica en cada partido, sino también generosidad goleadora
(ahí están los húngaros, que recibieron media docena). Para el partido de octavos
de final, los soviéticos perdieron por cuatro goles a tres pese a haber estado encima
del marcador en un par de ocasiones. El juego belga, pautado y estratégico,
puso en entredicho la marcación y exhibición correlona de la entonces CCCP.
Eliminó a uno de los equipos más duros del certamen y se erigieron como la
sorpresa esperada, porque si algo había demostrado esta selección era una alarante
incoherencia entre la identidad de juego y su resultado respectivo, que se pudo
ver en el mundial y las eurocopas precedentes en los que participó. En aquella
ocasión, el técnico Guy Thys tenía en su mejor momento a jugadores medulares
como el guardameta Jean-Marie Pfaff y el mediocampista Enzo Scifo. El segundo
no solo fue la manija, sino que pudo proyectar en sus compañeros la calma
necesaria luego del primer golazo de Igor Belanov.
Bélgica cumplió un papel digno en
México, consiguiendo el cuarto puesto. A partir de entonces, el fútbol belga
reforzó la buena impresión dejada en el mundial de España y gozó de una seguidilla
de irregulares participaciones hasta Japón-Corea 2002. Si un lazo comparte
aquel combinado de 1986 con el actual que compite en Rusia, es que posee
nombres que vienen atravesando su mejor momento, pensemos en Eden Hazard, Thibaut
Courtois, Kevin de Bruyne, Mousa Dembélé y Romelu Lukaku. Hasta podríamos afirmar
que es superior al grupo humano que tuvo a su cargo Thys. Además, Martínez ha
podido calibrarlo en un par de encuentros signados por el trámite y en las
siguientes semanas veremos si es verdad tanta maravilla, a ver si así deja de ser
considerada como la sucedánea de Holanda.
viernes, junio 22, 2018
mi plata, tu plata, nuestra plata
Ya conocida la lista de 32 autores que
conforman la delegación peruana que irá en octubre a la Feria Internacional del
Libro de Santiago, no pocas inquietudes y satisfacciones se presentan. En
cuanto a lo segundo, saludamos la inclusión de Teresa Ruiz Rosas, de quien
esperamos la reedición de su novela breve El
copista. Como en su momento indicamos en esta columna, RR es nuestra
narradora mayor, certeza avalada por la calidad y no por el servilismo. También
nos gratifica ver a Higa, Arámbulo, Jara, Vásquez y Vega, voces que merecían
una mayor visibilidad.
Vista de lejos, se trata de una
selección que cumple con ser plural y que no solo se limita al espectro
literario, sino también humanístico. Sabemos que las listas jamás contentan a
nadie y esta no ha sido la excepción. Sin embargo, levita una sensación de
turbiedad informal en cuanto a los cinco criterios empleados para el filtro
(diversidad regional y cultural, diversidad temática, diversidad de géneros
literarios, equidad de género y trayectoria y equidad generacional), que
refleja un traspié ético: a los encargados de escoger no les dio la gana de
investigar a profundidad en pos de la legitimidad de la comitiva. ¿En realidad
está yendo lo “mejor”? ¿Acaso se está privilegiando la calidad literaria y
referencia cultural? ¿Plumas caseritas, no?
A diferencia de los convocados del Hay
Festival y la CPL, el Ministerio de Cultura está en la obligación de ser
transparente en todos los aspectos, por la sencilla razón de que no es una
entidad privada que tiene el derecho de disponer de su plata como crea conveniente.
Por ello, la publicación de los nombres de quienes hicieron esta chocolateada
es un deber a no esquivarse en el trámite ni en el verso barato, como sí ocurre
en otros ministerios.
En Caretas
miércoles, junio 20, 2018
disfrutar
La desazón del sábado a causa de la
derrota de la selección contra Dinamarca, combinado que nunca fue superior al
nuestro… La furia de la hinchada hacia Christian Cueva, que no solo tuvo la
presión de anotar en el penal, sino también la contenida carga emocional de
millones de peruanos… El mismo hecho de pararse frente al balón y el posterior
amague que obligó a Schmeichel a tirarse a la izquierda, fue el anunció de una
algarabía que no fue… Sucedió y punto.
Estamos pues en medio de la impresión
primeriza, convertidos en firmes creyentes de lograr hasta lo imposible:
podemos arrasar en una competencia en la que mínimo tendríamos que llegar a Cuartos de Final. Entiendo esa “certeza”, la selección ha venido mostrando un ordenado
despliegue de equipo, una solidaridad en la lucha por el balón perdido, además,
ha sabido reponerse a los estragos, tanto en el proceso eliminatorio (lesión de
Gallese para los partidos de Bolivia y Ecuador) como en los amistosos
preparatorios para el Mundial (ausencia de Guerrero).
Hay, pues, un equipo que sabe a qué
juega. Si gana lo que tiene que ganar, bien por todos. Si en caso no, no
tendríamos que reprochar nada. Esta no es una idea conformista, como podría
pensar algún alucinado, sino real, que se ajusta a la magnitud de nuestra
condición futbolística, que viene brindando más de lo que esperábamos en Rusia, ¿acaso
pensábamos en esta situación hace tres años?
Por eso, no me hago problemas, ni me
lamento. Solo disfruto de un grupo humano que demuestra compromiso, ganas de
aprender y afán de trascendencia, el cual exhibe un fútbol en coherencia con su
identidad. Eso: pasarla bien, lo demás es trámite.
mejor que ficción
El asesinato de Luis Banchero Rossi fue
la tendencia temática de 1972. Esta revista y otros medios ofrecieron
detallados y extensos reportajes sobre un crimen que brillaba por su
complejidad. Hubo pues de todo: desde el informe objetivo hasta el alentado por
el delirio sicotrópico. Atento a la epifanía de esta historia, Guillermo
Thorndike publicó al año siguiente una obra maestra: El caso Banchero, que alguien debería rescatar ya (sobre todo ahora
que Planeta reeditará Manguera, del
mismo autor). Además, para quien escribe es superior a la de Capote, A sangre fría.
Un libro como el de Thorndike fue
escrito en caliente, a contrarreloj. El crimen demandaba un desarrollo
discursivo y felizmente el autor tuvo un editor, Barral, que supo acoger su
propuesta. Esto me hace pensar en los muchísimos proyectos que nacieron del
periodismo y que no encontraron cobijo debido a la precariedad del circuito
editorial. A pesar de ello, pudimos leer títulos atractivos que sintonizaban
con el interés del público, como Muerte en
el Pentagonito de Uceda, Sendero
de Gorriti y Ciudadano Fujimori de
Jochamowitz. Los dos últimos ahora integran la colección Memoria Perú de Planeta.
Si hoy hablamos de una Edad de Oro en la
industria editorial, se debe a que ha habido una acertada lectura de los
tópicos pautados por la agenda periodística: racismo, feminicidio, crisis
política, etc. Por ejemplo, veamos la flamante serie de libros sobre fútbol,
acaso la cereza de la torta de este buen momento que nadie esperaba hace cuatro
años.
Los libros de no ficción están
solventando a las grandes editoriales y también a algunas pequeñas. Ahora se
puede contar con recursos para apostar por nuestra “electrizante” ficción,
infestada de autores que la rompen únicamente en likes y que no despierta ánimo alguno por soporífera.
En Caretas
miércoles, junio 13, 2018
deuda pelotera
La industria editorial no ha sido ajena
a la fiebre mundialista. Nuestros editores no han tenido que pensar mucho para
darse cuenta de la obviedad de la ganancia económica inmediata, hasta el editor
más lerdo se puso las pilas: no se le podía escapar la tortuga. De lo que he
leído, recomiendo los siguientes títulos: Con
todo, contra todos de Yrigoyen (en cuyo proyecto colaboré con
documentación), El camino a Rusia de
Jara, Mundiales y destinos de Cuba
Luque y Benditos de Gomez y La Hoz.
Son libros escritos al galope, contra la fecha límite de los primeros partidos
amistosos de la selección. Pero no entendamos el apuro como posible
deficiencia, todo lo contrario: exudan rigor informativo y elaborado punto de
vista.
Es cierto que Jara, Gómez y La Hoz son
periodistas de profesión, pero el gran público no los asocia como escribas
peloteros, quizá los que pasamos la base tres pensemos en el primero cuando fue
director de Once. Este detalle confirma la terrorífica sospecha: la pobreza
cultural e intelectual que define al periodismo deportivo peruano, cuyos
representantes están en deuda, porque eran los llamados a escribir los libros
que ahora estamos leyendo.
En las últimas décadas no hallamos
plumas futboleras dignas de recuerdo. Uno escarba en la memoria y el pavor se
impone ante las burlas y vituperios que nuestros futbólogos solían lanzar
contra El Veco, hombre leído, culto, memorioso e inteligente. En Peredo total, que leo en estas horas,
encontramos algunos rasgos del uruguayo, a saber, la construcción de una
personalidad. Peredo no fue una luminaria de la prosa, pero escribió con
solvencia sobre fútbol peruano cuando este era un llanto nacional, he ahí la
distancia con sus colegas, pues hizo que el chancay parezca tres leches:
Popović, Chemo, Company, Charún, Kukín, Martínez, Waldir, etc.
En Caretas
sábado, junio 09, 2018
tomar acciones
Días atrás, mientras conversaba con un
amigo, este me decía que muy pronto tendría que publicarse todas las peripecias
que configuraron la llegada del delantero nacional Paolo Guerrero a la
selección. Su historia tiene todos los componentes para ser fuerte en los
registros de la No ficción, término que cada día entiendo menos pero que a la
vez disfruto más.
Como imagino soy de los pocos a los que
el Mundial cansa, cosa que podría ponerse en duda a medida que pasen los días y
comiencen a disputarse los encuentros oficiales, me concentro en algunas búsquedas
bibliográficas, que no tendrían que demandarme mucho tiempo encontrarlos
siempre y cuando la distribución fuera buena. Sé que no demoraré en leer uno de
ellos, que ya lo tengo en el radar, solo que jode un poco tener que movilizarme
hasta la librería de una universidad privada, cuyo fondo editorial ha publicado
lo que algunos, en quienes confío, dicen que es un libro imprescindible: Lo inescuchable de Ana María Guerrero.
La publicación tiene el siguiente
subtítulo: “Reflexiones sobre prácticas en salud mental a partir de la
violencia sexual durante el conflicto armado interno”. Aquí se deduce su tema
medular: la violación que sufrieron las mujeres durante los años del terrorismo
(prefiero este término a la sinuosidad de violencia política, guerra interna y
otras cojudeces parecidas), mujeres que a la fecha siguen siendo deuda del
Estado peruano. No importa quiénes hayan sido sus agresores, si terroristas o militares,
sino en qué se ha hecho por ellas. La respuesta no es un misterio, sino cruda
realidad: ni mierda, el desinterés flagrante por juzgar a los violadores.
En la sociedad peruana se ha instaurado
la cultura del desinterés, que es peor que el
“elaborado” concepto imbécil que sobre la situación de la Mujer vemos en las
redes sociales, total, cada quien puede emitir la opinión que le plazca, pero
luego no nos sorprendamos de lo que acaece: ¿por qué pasan estas cosas?, se
pregunta el huevonauta cuando se entera de la terramoza violada por partida
doble, sea como víctima de la maldad de sus compañeros de trabajo y como perjudicada
de un sistema estatal que deja libres a los miserables que la ultrajaron. Tomar
acciones no es posibilidad, sino inmediata realización.
martes, junio 05, 2018
responder
Ante la cadena de agresiones a mujeres
que vemos a diario, con mayor razón cuando hace pocos días nos enteramos de la
muerte de Eyvi Ágreda, cuyo fallecimiento obedeció a la contaminación de su
cuerpo tras ser rociada con el polvo del extintor minutos después de haber sido
quemada por un miserable que buscó vengarse de ella por no hacerle caso, no
queda ninguna acción racional: la demora de la justicia, el desdén de los organismos
llamados a cuidarlas y la inacción ciudadana agotaron el poco crédito moral que
les quedaba. Ante ello, las mujeres tienen que defenderse de la misma manera en
que son atacadas.
Mucho discurso, demasiada superioridad
moral y excesiva intelectualización de la barbarie que leemos en las columnas
de opinión de los diarios, ni hablar de las redes sociales, en donde somos
testigos de la pontificación e indignación de los acosadores, de las sentencias
apofánticas de pequeños terroristas que no van más allá del conchasumadreo a
mujeres y otras maravillas. La posería e imbecilidad hicieron sinapsis.
Mientras se piensa en esta calamidad,
una mujer está siendo masacrada. No se pudo tener peor metáfora de la
situación: el mismo día que enterraban a Ágreda, en Chorrillos una mujer estuvo
a punto de ser asesinada por su conviviente, quien la había amenazado con
quemarla “igual que a Eyvi”.
La respuesta a esta violencia contra la
mujer parte del detalle, de la batalla diaria y de un cambio de actitud en el
trato mismo con Ella. Es decir, dejarnos de huevadas y actuar ante la más
mínima muestra de agresión, sea esta física o verbal. Lo demás es silencio,
verso barato y cojudo pensamiento correcto.
sábado, junio 02, 2018
hacer obra
En estas semanas se ha venido
discutiendo sobre la situación de la poesía peruana última. Al respecto se han
barajado influencias y también hemos visto un entendible afán por obtener
reconocimiento entre sus participantes. No sorprende la bulla: obedecemos a una
rica y contundente tradición poética.
Un poeta peruano, sea el que sea, es el
“Poeta peruano”, que siente que los saludos valorativos son herencia, maná
relleno de manjar blanco que todos deben disfrutar. En este sentido, entiendo
los reclamos que suscita la poca atención de sus trabajos, sin embargo, lo que
preocupa es que este multicircuito carezca de alguaciles, de celadores
responsables que pongan orden a las manifestaciones poéticas no solo de Lima,
sino también de Arequipa, Trujillo y Chiclayo. Lector, agárrate: en estos
momentos todos los novísimos son luciferinas encarnaciones de Rimbaud.
En este nuevo siglo asistimos a una
atractiva eclosión que merece un honesto escrutinio, sigo y leo a sus
protagonistas y me convenzo de que lo más llamativo desde 2010 es Breve historia de la lírica inglesa de
Briceño, a quien no mencionan ni en los debates virtuales. Estos círculos de
discusión exhiben una “involuntaria” pendejada: no se puede ser juez y parte a
la vez, he ahí el vertedero amiguista, la trampa del contrabando valorativo y
la peregrina idealización de la juventud, que la podría entender si tuviéramos
un poemario como Zona Dark (1991) de
Álvarez.
Veo y escucho a nuestros calichines del
verso y siento que estoy ante jubilados amargados. En cambio, las plumas
mayores son las que vienen marcando el ritmo, la búsqueda temática y el
compromiso poético. Leámoslos y calmémonos: Notas
para un seminario sobre Foucault de Montalbetti, El motor de combustión interna de Chanove y Plaza Mayor de Muñoz, quien a los 78 años es el poeta más joven del
Perú.
En Caretas