sábado, marzo 30, 2019
Ya se está haciendo costumbre que me
pregunten por la situación de la narrativa peruana última. Para ser franco, es
algo que no me agrada del todo y ahora más puesto que ando un poco desconectado
de ella. No la he abandonado porque ya no me interese, sino porque la percibo
previsible en sus planteamientos, cosa que me apena porque no hay nada que me
entusiasme más que un buen libro de ficción de un autor joven (o lo que
entendamos por juventud).
Sucede que ya no hallo intensidad de la
vida (no confundas con vitalismo, mascota) en los textos de ficción de nuestras
maravillosas plumas. Si a esta maravilla sumamos una escritura que encubre y
que no sugiere conflictos, como que no hay mucho que pensar: ¿estás dispuesto a
invertir tu tiempo en un texto que es una invitación al macheteo o prefieres
dedicar ese tiempo a otros textos que te digan cosas así te gusten o no? La
situación empeora cuando se asume el aburrimiento como mérito literario,
reforzado por cierto reseñismo descriptivo que juega en pared con las
editoriales y los autores, con quienes es preferible quedar bien bajo no sé qué
motivo.
En su momento, se dijo con acierto que
Oswaldo Reynoso era el escritor peruano más joven. En lo personal, la obra de
Reynoso es una novela, Los eunucos
inmortales, pero sí doy trámite a la impresión, su poética sigue resonando,
en parte gracias a su prosa lírica pero más a la soltura con la que este
abordaba sus temas. Esta impresión la puedo aplicar a otros autores que escapan
a la dictadura de la cronología. Más allá de que se sintonice o no con sus
propuestas, pensemos en Miguel Gutiérrez, Fernando Ampuero y Alonso Cueto. ¿No
te has dado cuenta de que la novela Kymper
de Gutiérrez transmite mucho más que los tochos de violencia política que son
invitaciones tajantes al bostezo? ¿Los cuentos y las memorias de Ampuero acaso
no nos hacen pensar en esa mágica cualidad de apostar por la epifanía de la
sencillez en vez de interminables chancacas narrativas que solo se quedan en la
autoconsolación de que algo grande se hizo y que el mundo no está a la altura
de la propuesta? ¿No es Cueto el que en sus última novelas expone como nadie el
oculto tema del conflicto generado por la pérdida de la apariencia exitosa y el
arribismo, tópicos que rehúyen nuestras voces más “avanzadas”, el autor que
aprovecha en tiempo real las fisuras de la sociedad peruana actual, tan
plástica y entregada a la modernolatría? Claro, todo escritor está en el
derecho de escribir de lo que le venga en gana, apostando por las estrategias
que le sean convenientes, la honestidad creativa ante todo (por supuesto), sin
embargo, el problema se presenta cuando el chancateclas pierde la perspectiva
creativa a causa de las trampas del ego, que construyen un convencimiento de
valor en la propuesta pero que al mismo tiempo esta no encuentra eco en quienes
deberían apreciarla. Esa es la razón por la que vemos hartas quejas de autores
que ven fantasmas cuando lo que existe es un pujante aburrimiento en los
lectores, a los que subestiman, craso error. La clave para salir del pantano
discursivo nunca será traicionar la poética, sino soltarse, divertirse escribiendo
sin alterar la médula del nervio de la escritura, solo así nos toparemos con novelas
y cuentarios de autores “jóvenes” que escriben con lozanía y demonios, no como
si fueran ancianos.
viernes, marzo 29, 2019
perrovaca
Llegará el día en que las estrellas se
alineen para propiciar el milagro entre hombres y mujeres: reconocer las
grandes canciones de Electric Light Orchestra. Imagino que aquellos que son
dueños de oídos educados, que hacen esfuerzos por evitar el mal gusto y la
baratija tonal que se cuela sin uno saber cómo, tendrán algún tema de ELO en su
mente y corazón.
Me hallaba obnubilado en estos pensamientos
cuando me entero de la muerte de Perrovaca, que provocó un alud de tristezas
silenciosas y no pocas membretadas manifestaciones de pesar en la comunidad
sanmarquina. No es para menos, Olguita ya formaba parte de la geografía
emocional de la universidad.
Horas después de anunciado el
fallecimiento del animal, la autoridad mayor de la casa de estudios informó que
se construirá una estatua en su honor. Parecía broma, pero no lo era. Este
hecho polarizó a la tribuna universitaria, por un lado estaban los que
consideraban justa la edificación de una estatua y por otro los que creían que
se trataba de una cojudez sin parangón ante los innumerables gastos tiene que
afrontar esta universidad estatal.
Me desentendí del asunto, puesto que me
concentré en una fugaz maratón de Californication.
Horas después me puse a pensar en el asunto de la estatua, si esta llegaría a
significar algo en el imaginario sanmarquino. No tardé en darme cuenta de que sí,
porque Perrovaca, señores, es lo más honesto que ha podido dar San Marcos en
los últimos tiempos, impresión reforzada al pensar en sus autoridades que andan
más ahuevadas por mantener el puesto en lugar de mejorar la calidad educativa,
en ciertos docentes que al opinar de la realidad política actual la cagan, como
aquel lustrabotista naranja que cuestionó meses atrás la valiente y encomiable labor
que venía haciendo el fiscal José Domingo Pérez a razón de una tesis mediocre y
cuando vemos que algunas escuelas profesionales están copadas por profesores
mediocres que entran a enseñar más por el relacionismo que por una capacidad
demostrada, situación que han evidenciado los mismos alumnos ante lo que
consideran un chanchullo que contradice los principios educativos que sustentan
la tradición de la universidad. Ante estas atrocidades, Perrovaca era una luz.
jueves, marzo 28, 2019
xenofobia
Cuando creía que la xenofobia era una
suerte de estupidez pasajera, inaceptable en el circuito cultural local, cuando
esta solo podía darse en inevitables mentes limitadas, resulta que esta también
se cuela en el discurso de nuestros mayores representantes (o lo que entendamos
por semejante despropósito) de nuestra izquierda, que por más que adornen el
verbo en pos del like y el rebote, no pueden contener la obviedad: la pequeñez
moral y la chatura de criterio.
Lo que estos infaltables energúmenos no
consideraron fue precisamente la realidad que resta a sus estratégicos
postulados de indignación. Desde la comodidad del bunker socialista defienden
lo indefendible, viendo árboles donde hay pistas sin asfaltar. La
incuestionable taradez: Nicolás Maduro resiste los embates del imperio gringo.
Qué romántico. El sistema socialista persiste teniendo todo en contra, pero ese
solo enunciado no es más que una mentira nutrida de inhumanidad y desconexión
de la calle: ¿cómo explicas esa supuesta resistencia del socialismo a los miles
de venezolanos que día a día luchan por sobrevivir en Lima? ¿Qué le responderás
cuando te señalen que el sueldo mínimo bolivariano es igual al precio local de
un kilo de pollo crudo? Dos preguntas entre muchas, cada cual más letal para la
apología del fracaso, que sodomizan a los que abogan por el horror de la
dictadura venezolana.
Algunos se han dado cuenta de que están
patinando en esa falsa idea romántica, pero siguen en la ceguera, puesto que
ahora afilan sus lanzas contra el mismo migrante, perfilándolos como lo peor y,
por ello, responsable de todos nuestros males actuales. Sus posturas no
resisten el más flojo análisis, al toque se refleja la carencia del quejoso, que se cura con amor, buena alimentación
y harto ejercicio. No hay otra, huevas.
lunes, marzo 25, 2019
"editores"
En los próximos días se inaugurará la
tercera edición de La Independiente,
feria de libro promovida por el Ministerio de Cultura, que tiene el objetivo de
difundir la labor que vienen desarrollando los proyectos editoriales
independientes de Lima e interior del país. Vista de lejos, la lista de sellos
participantes no generará cuestionamientos, tampoco hay que pedir mucho, este
circuito sigue siendo muy pequeño. Ahora sí podemos decir que están los que deben estar, del mismo expresar la satisfacción de ver proyectos serios
como Alastor, que fue ninguneado en la edición anterior a causa de la argollaza
que mascoteaba a la Dirección del Libro y la Lectura, hoy dirigida por gente
transparente y con vocación de servicio, al menos eso es lo que vengo creyendo.
Este asunto de las nuevas/jóvenes
editoriales arriba a mi atribulado imaginario en estas semanas del año a razón
de la existencia de otros circuitos editoriales paralelos. Vomitados de las
catacumbas, resucitando bajo el signo de la estrategia, echan a andar una
maquinaria luciferina cuyo objetivo mayor es el lucro a lo bestia. No se piense
que este circuito paralelo carece de logística, por el contrario, exhibe una
maña digna de mafias, con contactos en los lugares en los que sirve tener
contactos, de donde salen las aprobaciones presupuestales, ajá, dónde más: el
Ministerio de Educación.
“Editores” que a las justas han leído
veinte libros en sus vidas que además gozan de la complicidad de topos (egresados
de San Marcos y la PUCP) a los que premian con un porcentaje generoso de llegar
a buen puerto la aprobación presupuestal. Y eso que no hablamos de los colegios
en los que cientos padres de familia son obligados a comprar el mamarracho de
un autor X, quien tiene un mérito: ser amigo del profesor que define las
lecturas que tendrán los niños y adolescentes en el año académico.
Ojalá este tema sea tratado en una de
las mesas de debate en los días que dure La Independiente, aunque sea en los
momentos de ocio mientras editores y anfitriones maltratan una empanada. Hay
que diferenciarse de los mercachifles, de los editoresbestias que no creen en
el libro como instrumento cultural, que como tal no debe estar reñido con la
ganancia comercial, pero de ningún modo con textos basura de autores basura.
Eso es lo que pienso. También Chiboliné
Du France, aliado de lo justo, lo correcto, lo moral, de la humildad de alma, de
la sencillez de espíritu, de las causas justas, enemigo de cualquier cosa que
apeste a corrupción.
sábado, marzo 23, 2019
sds
En los últimos días vengo escuchando y
leyendo no pocas críticas a Salvador del Solar, nombrado jefe de la Presidencia
del Consejo de Ministros por el presidente Martín Vizcarra.
La mayoría de los señalamientos a SDS
están barnizados por la gratuidad. Basta ver su CV para saber que se ha estado
preparando para un cargo político y público durante toda su vida. Cuestionarlo
por ser director de cine y actor, no es más que la constancia membretada de
mentes limitadas y llenas de prejuicios.
Se espera mucho de SDS y abrigo la
esperanza de que en esta nueva oportunidad de servir al país, pueda hacer lo
que no cuando estuvo a cargo del ministerio de Cultura. Ahora tiene más facultades
a disposición, ya no debe desempeñarse como el ministro buenagente encargado de
una cartera que no interesa a los tecnócratas en el poder. Espero que no la
cague, porque la cagó más de una vez siendo Ministro de Cultura. Todo un pecho
frío en temas de corrupción en el sector más complicado del imaginario estatal.
El mayor problema que percibo en SDS es su poco carácter para enfrentar
situaciones políticas que exigen, como mínimo, un pronunciamiento. Contra la
corrupción resulta insuficiente el verbo “diplomático”. De seguir en esa
costumbre, será una pantomima de buena gestión, un amago de decencia que se
estrella en la frontera de los intereses ocultos, un ejemplo de figuretismo que
como tal deviene en olvido. No deseamos eso.
jueves, marzo 21, 2019
pagar
Un artículo de la narradora española
Sara Mesa pone los puntos sobre las íes. Escribe de un tema del que pocos
hablan, además, lo hace con otra diferencia a distinguir: consigna nombres. En
una era líquida en la que miles de idiotas asumen como cierto lo eructado en las
redes sociales, en donde las tendencias son más falsas que los textos de
contratapas de las novedades editoriales, etc., etc., complace toparse con
textos que desnudan prejuicios y confrontan pendejadas.
La autora expone los problemas a los que
se enfrenta todo artista e intelectual cuando este debe reclamar por el pago de
su trabajo precisamente artístico e intelectual. Se cree, con mayor razón en
una época pragmática, que las horas invertidas en la lectura, el estudio y la
escritura, son meros pasatiempos hueveriles. Incluso, en el plano local,
podemos ver esta creencia en personajes ligados al mundo libresco y editorial, y
cómo no, también en la llamada gestión cultural. Al respecto, no creo que
exista creador o pensador peruano que no se haya sentido maltratado alguna vez,
e indignado también, en especial cuando se reconoce el trabajo de otros que no
tienen mérito alguno pero que sí exhiben una red de relaciones que no conoce
fronteras, ni privadas ni públicas. Por ejemplo, los vemos en la Cámara
Peruana del Libro y en el maravilloso Ministerio de Cultura, este último especie
de fortaleza para muchos eternos holgazanes sin vocación de servicio, aferrados al
cargo y al lobby porque saben que el Estado, así es señores, jamás quebrará.
Y para terminar, tengo en mis manos
la revista española eñe, cuyo número
54 estuvo dedicada a Perú, la cual apareció durante la última FIL de Lima. Se
trata de una edición que destaca por la agilidad narrativa de los convocados, pero la inquietud se impone: a los autores se
les dijo que les iban a pagar por sus textos, por ello: ¿cumplieron con todos?,
¿acaso alguno tuvo que mandar varios mails pidiendo fecha para el depósito de lo
acordado? ¿si no tenían presupuesto, no era más transparente decir la
verdad?
miércoles, marzo 20, 2019
olvidada / rescatada
Días atrás estuve en la presentación del
rescate de la novela Mosko – Strom (1933;
Espuela de Plata, 2019) de la escritora peruana Rosa Arciniega. Como acababa de
leer la novela, escuché con atención a las presentadoras, Andrea Cabel y
Victoria Guerrero (su texto de presentación lo pueden leer aquí), y a la
editora y literata española Inmaculada Lergo.
Una impresión común entre ellas, que
sorprende para mal: ¿qué tuvo que pasar para que una escritora muy conocida en
su tiempo haya estado olvidada durante décadas en nuestro imaginario literario?
No hablamos de una mujer que escribía, publicaba y luego se olvidaba del oficio
hasta otra oportunidad. Arciniega fue una figura estelar en España y
Latinoamérica, reconocida por las voces más autorizadas de su época, incluso
por el Estado peruano, que le otorgó una pensión.
M-S es una novela
con actitud y que refleja un
cuestionamiento permanente a la frivolidad de la vida moderna por medio de un
mosaico de personajes contradictorios entre sí. Arciniega fue heredera, especulo,
de Zola y Stendhal, debido a la intención de testimoniar la época partiendo de
la mirada convulsionada de los personajes, caso contrario de otros gigantes decimonónicos,
que abordaban primero el contexto para luego diseccionar al personaje.
Creo que no hay que quemar cerebro para
entender el olvido, que no hay que asociar al descuido, sino a un borrado de escritoras peruanas, pensado
y paulatino. Uno analiza las posibles razones, pero a medida que se lucubra,
llegamos a lo que se sospechaba pero que por pudor se calla: la letal
combinación del machismo con el sentimiento menor.
A Arciniega la borraron por ser mujer y
por ser una buena escritora. Hay material sobre ella en algunas universidades
locales, pero de nada sirve que estén en bodegas de conservación si no se
propicia su difusión más allá del paper
y la tesis que no interesan a nadie. Por ello, celebremos el milagro, el acontecimiento
que significa el rescate de una novela suya. Arciniega no necesita academia,
sino lectores.
lunes, marzo 18, 2019
lo que espero
Hace unos días me preguntaron qué espero
de la narrativa peruana este año. No sé a qué obedece la pregunta, pero es una
que se ha vuelto recurrente en estas últimas semanas, lo cual es entendible
porque la editoriales, grandes y pequeñas, harán correr la manquinaria de
publicaciones. Se vienen ferias, eventos y presentaciones, de las que salen las
más grandes maravillas que haya podido tener este país. Bueno, ese es el rollo
que se repite cada año y los mohines no tardan en hacer acto de presencia.
Lo que sí espero es que la narrativa
peruana despierte, aunque sea un poco. También que sus autores se den cuenta de
que no basta con escribir “bonito”, sino que hay que dejar un algo más mientras se escribe. Y claro, dejarse de cojudeces en
cuanto a la falsedad: ¿a quién se le ha ocurrido que lo soporífero debe ser
asumido como profundidad o densidad discursiva?, ¿desde cuándo la huachafada es
vista como riesgo formal?, ¿por qué nuestros narradores leen tan mal a sus
autores influyentes? y ¿desde el cuándo el amaneramiento verbal es categoría estética?
Yo sé que nuestras maravillosas plumas
se hallan en un fulminante apuro por la consagración. Hoy más que nunca puesto que
las transnacionales están haciendo lo que ya olvidaron las editoriales
independientes, apostar por nuevas voces, hecho que siempre implicará un riesgo
comercial, pero ello no tendría que importar al autor de verdad.
Lo que le falta a la narrativa peruana:
desenfado, ironía y conchudez, que cumplen la función de insuflar ánimo y
carácter a la prosa, no importa en qué registro se esté escribiendo, esa característica
invisible es lo que pone orden en la frontera que divide lo verosímil de aquello que no. A muchos les ayudaría volver a las páginas de la novela No se lo digas a nadie de Jaime Bayly.
Ahí, en ese desenfado (subliteratura según los puristas del panconmanteca) hay
más honestidad narrativa que en muchos clonazepanes llamados libros peruanos de
ficción, adornados con las más variadas ocurrencias de la moda editorial.
viernes, marzo 15, 2019
bv
El martes pasado recordamos a Blanca
Varela.
A Varela se la sigue extrañando, es ya una
presencia recurrente en el imaginario de los actuales poetas peruanos y una
figura en vías de ser ubicada nominalmente por el gran público, así este
conozca o no su obra.
Lo que siempre me gustará de BV: decir
mucho en pocas palabras. La síntesis como sublime experiencia literaria. De
joven se dio cuenta de lo que muchos escritores no: ser la autora que puede ser.
En lo personal, cada día estoy
convencido de que si los autores llevaran a cabo ese ejercicio de franqueza,
créanme que no existirían no pocas payasadas.
BV se sabía grande, pero nada más lejos
de ella que el estatuismo, esa suerte de costumbre atorrante que adopta el
poeta ni bien recibe una chisgueteada de reconocimiento.
Lo que recordé más de BV fue su actitud
ante la palabra, es decir, también con la vida. Qué lejana de las argollas y
del relacionismo (más en una época en que el circuito cultural contaba con
nombres estelares), qué divorciada de la frivolidad del parecer. BV no aparecía
pero todos hablaban de ella. Tampoco era una mujer esquiva, cualquiera podía
conversar con ella y ser testigo de su inteligencia e ironía. Lo suyo era
escribir y publicar sin el prurito del apuro. Construyó su legitimidad sin
deberle nada a nadie.
Tantas cosas, y no solo literarias, para
reconocer de BV. Ojalá su imagen sirva de estímulo para las nuevas voces,
perdidas en la cojudez de la consagración inmediata sin una obra que roce lo
atendible. ¿Qué pensaría BV de los conversatorios, colectivos, la
intelectualización críptica de la poética, recitales y presentaciones actuales
en las que hasta la entonación del poema es más falsa que el like de un poeta a otro? La poesía como
medio de compensación. A eso se llega cuando la palabra ya dejó de ser
protagonista en la propuesta del poeta.
sábado, marzo 09, 2019
murdoch
En esta mañana de sábado, o para ser más
preciso: desde la madrugada me acompañan un par de novelas de Murdoch. Una de ellas
la releeré íntegramente. Imposiblemente destinarla a la relectura a medias, con
Murdoch no vale ese criterio, aplicable a muchas novedades que uno tiene hasta
por gusto.
Es momento de regresar a Henry y Cato (Impedimenta), que reseñé
con desbordado y justificado entusiasmo para un número de la desaparecida revista
Buensalvaje. No solo me seduce la contemplación de una prosa nerviosa e
insegura, marca de agua idónea para configurar personajes de aparentes
seguridades pero destruidos por dentro, protegiendo el horror de la duda
existencial, amenazada por la más mínima intervención de elementos externos. La
obra de Murdoch viene signada por una especie de alerta emocional, que bien nos
haría pensar en la paranoia, en todo caso en un viaje a la locura contenida por
lo ya señalada apuesta de la apariencia. Eso es lo que define a los personajes
homónimos del título de esta novela.
En este proyecto, Murdoch llevó esa
estrategia narrativa hacia niveles de inolvidable conmoción. En distintos
grados, todos los hombres y mujeres tenemos cosas de Henry y Cato, y es gracias
a la genialidad de la autora que la representación de estas sensibilidades no
solo queda en la exposición, sino que se alimenta en la cirugía del gesto y en
los diálogos que firman la condena de la crisis personal.
Cuando tengas un libro de Murdoch en las
manos (si no la has leído), hazte el favor de fijarte en la geografía del
diálogo. En el “pensar expuesto” de los personajes, mediante el cual nuestra
escritora transmitió otra de sus grandes pasiones (aunque no mayor a la
literaria): la filosofía.
No solo hay que releerla, también
conocerla porque vale la pena la inversión que demandan sus páginas. Uno sale
distinto de sus novelas, no mejor, ni tonterías afines. Eres otro, simplemente.
jueves, marzo 07, 2019
relativizar el testimonio
En la web de El Comercio puede
encontrarse una sección interesante, que vale la pena revisar: Los más buscados por feminicidio.
Felizmente, de a pocos se vienen tomando
medidas en el asunto, muestra de ello es la exposición de casos que tienen que
ver con el maltrato y el acoso. Pero lo que indigna es la evidente y
persistente relativización que se hacen de los testimonios de las agraviadas.
Si ni siquiera tienen valor los informes de necropsia, podemos pues tener una
idea del tétrico panorama que le espera a una mujer dispuesta a denunciar a su
agresor. Esa es la razón por la que vemos a muchos sinvergüenzas prófugos de la
justicia, a la fecha 2543 con orden de captura, 19 de ellos por actos de
feminicidio.
De esta realidad no escapa nuestra clase
intelectual, conformada por narradores, poetas, académicos y ensayistas, que
han construido referencia en base al señalamiento de injusticias sociales de
toda índole, pero que en el asunto sobre la violencia contra la Mujer vienen
mostrando un silencio que no debería sorprender porque en estos dos últimos
años estos guachimanes de la moral han sido estelares protagonistas de
condenables bajezas. En este wok de la atrocidad hay de todo: desde el acosador
que humilla tras el rechazo hasta andantes cilindros de
alcohol que intentan abusar de mujeres, pero a ese wok le falta el condimento, el aceite
de la relativización: tienen defensores que buscan la culpabilidad de las víctimas.
No se habla y no se taladra en el
discurso ni el acoso ni el feminicidio, fácil: son pocos los que tienen la
autoridad moral para hacerlo. Estamos hasta las huevas.
martes, marzo 05, 2019
la misma fórmula
Más allá de lo que digan los inevitables
detractores locales de Mario Vargas Llosa, no se podrá negar que los mismos
cumplen la noble función del cucarachismo que debe barnizar a todo autor de
renombre. Esta es la impresión que tengo tras leer su último artículo en Piedra
de Toque, su ya célebre columna de opinión. No solo hablamos de un texto sesudo
y muy bien escrito, sino también dueño de una actualidad que muchos nostálgicos
del terror, la miseria, el hambre y la muerte están en la obligación de
reflexionar antes de eructar estupideces.
Simplemente brutal el artículo La tragedia de Ucrania, en donde el Nobel describe, basándose en un libro de Anne
Applebaum, las acciones llevadas a cabo por Stalin en contra la población
ucraniana entre 1932 y 1933, cuyo objetivo era enviar una advertencia de
sumisión a las poblaciones que se cometieran el error de no formar parte de la
URSS.
Ahora, resulta imposible no asociar lo
sucedido con Ucrania a lo que estamos viendo ahora con Venezuela. Es
prácticamente la misma fórmula, con distintas variantes, de dictaduras que con
tal de perpetuarse en el poder no dudan en someter a los que se supone tienen
que defender. Uno termina de leer el referido artículo y no puede dejar de
sentir asco por las cerradas defensas que autodenominados intelectuales de
izquierda hacen de un régimen que a la vuelta de la esquina viene comportándose
como lo que más detestan.
Esa es pues la diferencia entre un
intelectual coherente (así sintonicemos con las ideas de MVLl o no) y aquel
entregado al hueleguisismo, encima ahuevado en un discurso que podría pintarse
bonito en teoría pero cuya praxis deviene en soberana cagada. Por eso leemos lo
que leemos en las paredes de los baños públicos de las redes sociales: la justificación
de una atrocidad, que por ser socialista no colapsa y que lo viene acaeciendo
no es más que un error menor que proviene fuera de la galaxia de los principios
que nutren al sistema socialista. Qué poco amor propio y qué escaso respeto
intelectual, cuánta bestialidad junta que trae una cantada consecuencia: la
propia destrucción de la moral de izquierda.
domingo, marzo 03, 2019
lescanos
Si hay un tema que viene recorriendo con
fuerza el imaginario del peruano en estas últimas horas, ese es sin duda alguna
el del congresista Yonhy Lescano, acusado por acoso sexual por una periodista,
hecho que ha sorprendido a la opinión pública, más cuando se trata de un
parlamentario en funciones durante varios periodos y de quien conocíamos su
lado más resaltante: la del fiscalizador.
De ser cierta la acusación, Lescano se
convertirá en la metáfora por excelencia del basurismo moral. Esta dimensión
inmoral está presente en todos los estratos de la sociedad peruana y el
circuito cultural no es nada ajeno de aquella manifestación. Quien piense que
el hombre de cultura está signado por la decencia, pues se equivoca. Hay mucho
pajero.
En
Perú abundan artistas e intelectuales conocidos por actitudes justicieras y afanes
revolucionarios. Venden la imagen de la intachabilidad para la platea virtual,
se alucinan el último verso de Ernesto Cardenal, el punto final del manifiesto
feminista y otras hierbas de la postura estratégica. Lo cierto es que no son lo
que alucinan ser, puesto que se sabe de sus oscuras costumbres en contra de las
mujeres del circuito a las que intentan tirarse valiéndose de su posición de poder (o lo que diablos sea esto). Hemos visto cómo los brigadieres de la ética acaban denunciados
por las mismas mujeres a las que fastidiaron y, claro, resultó imposible no
darnos cuenta de su caradurismo que les ha impedido aunque sea pedir disculpas.
El acosador, cuando es puesto en evidencia, se resiste a aceptar su
responsabilidad. En el colmo de la conchudez enarbola ficciones que solo pueden
ser creídas por subnormales. Las pruebas son insuficientes, su palabra basta y sobra
para mofarse de las evidencias. Fácil, el atropello se justifica solo: en el
circuito cultural peruano se sigue viendo a la mujer como una entidad de quinto
orden. Por eso, no sorprende el blindaje en favor del acosador, el violador y las
liliputienses bestias que insultan públicamente a mujeres como muestra de
valentía.
Pero el “triunfo” del discurso virtual
conoce su tácito premio: el público no los acompaña en sus campañas de la vida
real, la que importa a fin de cuentas (obvio, la vida no puede ser una payasada, no es una extensión de las redes sociales). Por eso los vemos ahuevadazos gracias a ese
chicotazo del sentido común. No aceptan la consecuencia de la falsedad de sus
palabras, lo que los lleva a refocilarse en indignados posts con los
que reclaman un mundo mejor para la mujer, porque escribir de la mujer
maltratada es lo que vende. Ya lo estamos viendo y en las
próximas horas leeremos encendidos posts que condenen a Lescano. Donde hay
guiso se posa el hocico. Conocen su negocio.