lunes, abril 30, 2018
sábado, abril 28, 2018
silencio
Ya lo he dicho más de una vez, las redes
sociales son como bares, que como tales, albergan a las mentes más maravillosas
del lugar común, a los dueños del pensamiento inmediato. No es para menos,
quien no manifieste su punto de vista sobre la sucesos que marcan tendencia,
queda relegado de la platea, conformándose con escuchar a los demás mientras
picas las canchitas que quedan en el pote. En este sentido, ningún tópico se
salva, todos son “comentables”, mientras más sonados, mejor para el emisor de
ocasión.
Ante la tragedia ocurrida con Eyvi
Ágreda, solo queda el silencio y luchar por una condena justa para el miserable
que la quemó en un bus de transporte público.
Pero silencio es lo que menos podemos
esperar de mujeres y hombres en este país de fierro, catre y botella.
Prácticamente todos comentan el caso, la queja resulta ser el pretexto para
llevar de contrabando la agenda política, el discurso ideológico, o simplemente
el mero hecho de aparecer.
Que la sociedad peruana trata mal a sus
mujeres, vaya qué novedad. Que estamos en un patriarcado y que la justicia
protege a los agresores e incentiva el feminicidio, ya es moneda corriente.
Cada día estoy convencido de que este
maltrato sistemático se reducirá cuando se sepa honrar en las cosas pequeñas
los grandes discursos. Eso es lo que veo, a puro huevonazo/huevonaza que
pregona defender a la Mujer siempre y cuando haya aforo, pero que se
desentienden cuando los agresores son aliados, amigos o amigos del enemigo.
Esto en cuanto a quienes se autodenominan la reserva moral e intelectual del
país.
Ha sido en los sectores que carecen de
una formación letrada en donde he podido ver una postura crítica y real con lo
sucedido con Ágreda. La condena y también el silencio.
viernes, abril 27, 2018
el rey
Días
atrás presenté con Jorge Valenzuela y María José Caro la antología King. Tributo al rey del terror,
publicada por la editorial Casa Tomada. Mientras leía mi texto de presentación,
me fue imposible no tener en cuenta el camino que debió recorrer la obra de
King para ser considerada una poética atendible para la crítica.
En lo personal, no tendría problema
alguno con que se le conceda el Premio Nobel de Literatura. King ha hecho lo
que casi nadie por la lectura: forjar millones de lectores mediante historias
que estremezcan y conmuevan. No hablamos únicamente de terror. Su proyecto
tiene muchas capas simbólicas y metafóricas que recién están siendo asumidas
con seriedad. Además, sus lectores comparten un lazo común: la desigualdad
generacional.
Pienso en la recepción de sus libros en
nuestro pueblito literario en los noventa: el norteamericano era visto como un
autor basura, un estafador de la ficción, un ridículo metemiedo, un prescindible hacedor de divertimento. Recuerdo el
asco de la academia sanmarquina, como también la del fundo Pando. Y ni hablar
de los escritores y remedos de tales, a excepción del subvalorado José B.
Adolph quien, dueño de una personalidad de hierro, declaraba su admiración por
él ante la conmoción de los puristas que no podían aceptar como influencia a un
autor que no fuera canónico.
De los títulos de King que recomendaría
a los noveles y atarantados en el tráfico de la famita barrial, sin duda
estaría este: Mientras escribo,
considerado como un breviario del proceso de la ficción. Además, el libro
brinda las señas que te convertirán en el escritor que puedes ser y no en el
autor que sueñas. Este librito, bien leído y estudiado, puede curar a
cualquiera de la soberbia, indiscutible característica de autores de alma
chiquita que ya no tienen nada que decir.
…
En Caretas
martes, abril 24, 2018
autoficción
El término autoficción es uno de los más
manoseados por los escritores, y no solo peruanos. Basta recorrer la web para
aseverar esta impresión. Lo que sorprende, aunque no debiera ser así puesto que
muchas de las maravillosas plumas latinoamericanas no leen, es la etiqueta de
novedad que se le pretende endilgar a un modo de narrar que podemos rastrear en
poco más de seiscientos años, pensemos en El
lazarillo de Tormes.
A cuenta de lo leído, nos decepcionamos
de lo que venimos leyendo en cuanto a esta categoría que, bien entendida,
podría ofrecer no pocas posibilidades expresivas en el terruño narrativo.
Notamos, para empezar, su ausencia de humor, su falta de soltura narrativa, ni
hablar de los personajes. Por ejemplo, la narrativa peruana del nuevo siglo,
que ha mejorado en escritura (si la comparamos con lo que se escribió en la
década del noventa, de la que solo sobrevive un puñado de títulos), pero que ha
caído en el conservadurismo. Ya lo dije en un artículo en Caretas y lo digo
ahora tras la lectura de la novela episódica El bizco de la calle Roma
de Luis Freire Sarria.
En otro momento comentaré este libro,
pero lo que ahora quiero destacar de ella es su naturalidad expresiva y la
disposición de su autor para la humillación festiva de su personaje. En estas
páginas hallamos el registro en el que FS asienta su prestigio, pero también una
frescura entre tanta propuesta señorial llamada autoficción. La novela tiene lo
que muchas no, hasta podría decir que se escribió sin ánimo histérico, a años
luz de la pontificación y del recuento vital soporífero.
En algún momento se entendió mal esta
vertiente, lo que dio paso a una corriente narrativa de la que hemos visto lo
obvio, no lo que esta podría brindar si se escribe sin pensar en el otro. No pensé traerlo a colación, pero
el fallecido Carlos García Miranda lo dijo alguna vez: “se usa la autoficción como
mera terapia, no como riqueza literaria”.
incongruencia
Así como no hay escritor que acepte que
su último libro pueda ser malo, mucho menos aceptará que este no se esté
vendiendo.
Lo primero es cosa conocida, no es
exclusividad de estos tiempos de redes sociales, en donde hasta las plumas más
deficientes pueden tener una fiel portátil que les haga creer que no es verdad
lo que el sentido común y el buen gusto desaprueban. Si hago un ejercicio de
memoria, son pocas las veces en que un escritor me ha aceptado que determinado título
suyo es flojo. Toparte con talentosos incomprendidos resulta una experiencia
inevitable, si gustas llámalo destino. Ahora, viendo el asunto como forzado
consuelo, todo circuito literario está poblado de estos especímenes, desde
Barcelona a Sri Lanka, de Munich a la Linterna verde.
En lo que no sirven las portátiles,
menos las argucias técnicas del discurso: la verdad del lector, aquel que se
acerca a las librerías con el objetivo de llevarse un libro.
Cruda realidad si la comparamos con las
campañas promocionales que más de una pluma realiza desde las redes sociales.
En mi experiencia, ahora enfocado en la realidad del circuito local, solo he
visto cuatro casos en los que el saludo del Like, o el pase del rebote, ha
calzado con el aprecio del lector. La incongruencia termina alterando el alma
del creador ante una realidad que lo posiciona como un semillero que no duda en
optar por la malcriadez, pero una especial, digna de estos tiempos del “parecer”:
el discurso que denuncia a las fuerzas especiales de la extrañeza: mafias,
argollas, amiguismo. Esta malcriadez no es exclusiva del autor fichado por un
sello independiente, menos por un autogestionado, en este cambalache también
hacen su aparición las plumas de los llamados sellos poderosos. En el ninguneo
del lector yace también su solución: no subestimarlo.
lunes, abril 23, 2018
rescates
Tras un domingo dedicado al buen dormir,
me puse a leer algunos artículos de los diarios locales, de los que me gustaría
recomendar este de Carlos León Moya sobre Junot Díaz y este otro de Alonso
Cueto sobre Sergio Pitol.
Luego del desperezarme, y tras el bendito
duchazo, me puse a hacer algunas anotaciones, impresiones al vuelo sobre algunos
libros y películas que he consumido en estos últimos días, como esta suerte de
artefacto literario llamado Doble fuga de
amor y muerte del francés Jean Legrand. Me resisto, pues, a catalogarla de
novelita, menos de poemario.
Legrand fue el fundador del
Sensorialismo, entre 1929 y 1950 llevó a la práctica las bases de su
movimiento, pero sin el impacto esperado. De lo contrario, sabríamos algo de
él, tendríamos información marginal que nos diera un poco de luz, a duras penas
sabemos que era catalogado de maldito y oscuro. Incluso fue todo un desconocido
para el círculo cultural francés, hasta que un editor decidió publicar este
libro rotulado de novela. Desde el 2013 circula la traducción al castellano de
Manuel Arranz, gracias a la editorial española Periférica.
Esta lectura sucedió en su momento, puesto que días atrás, a
manera de seguidilla temática pautada por el azar, el tema de los rescates
literarios me fue compartido por amigos y conocidos relacionados al mundo editorial.
En cada una de estas “reuniones”, títulos de autores no muy conocidos se hacían
presentes. En lo personal, no dejaba de pensar en posibles rescates (no como
compendio) de Peces de betún de
Mercedes Delgado y El arte de olvidar
de Vicente Azar. Obviamente, hablo de títulos ubicados por el lector peruano
enterado, desconocidos para la gran mayoría. En esas conversas, debido a mi tendencia
a la distracción, se me pasó traer a colación la referencia a este artefacto de
Legrand, cuyo título no fue rescatado, sino descubierto, es decir, como autor fue
extraído del inminente olvido, leerlo me supuso toda una revelación en cuanto a
la bella extrañeza de su propuesta, debido al peso, fragilidad e incomodidad de
su lenguaje.
viernes, abril 20, 2018
descuido
Uno de los más alarmantes descuidos de
la sociedad peruana en lo que va del siglo XXI, ha sido el laxo discurso sobre
lo que fue el terrorismo para esta. Aunque joda, no se puede negar la nula percepción
que tienen los más jóvenes sobre los hechos negativos y sangrientos que
llevaron a cabo Sendero Luminoso y el MRTA entre 1980 y 1993.
Ahora que vemos a los cabecillas del terror
fuera de las cárceles, sin haber mostrado la más mínima señal de
arrepentimiento por sus actos, uno se pregunta qué se hizo al respecto para
aniquilar en el discurso una postura que aún sigue teniendo injerencia en
ciertos segmentos de la sociedad peruana, sin importar lo minúsculas que estas
sean. En una sociedad responsable, que respeta a sus civiles y militares
masacrados, el asunto del terrorismo debió ser superado, pero no ha sido así, y
eso es lo que preocupa, sobre todo cuando algunos tarados comienzan a llamar a
sus cabecillas presos políticos, revolucionarios que lucharon por un país
mejor.
Entre las manifestaciones contra las
últimas resoluciones del Poder Judicial, veo a los llamados cavernícolas de la
derecha quejarse ante lo que ha sido una decisión legal discutible. Veamos pues
el abrazo entre Morote y Abimael Guzmán tras conocerse la detención
domiciliaria para el primero, toda una metáfora de la conchudez y símbolo de férrea
desconexión de la realidad que refuerza sus “convicciones”, peor cuando vemos a
sus abogados en declaraciones a la prensa pidiendo que no se les llame
terroristas.
Lo que fastidia más es que la torcida
ideología senderista es un discurso que puede horadarse, no hay mucho que
pensar al respecto cuando tenemos una postura que jamás gozó del favor de la
población. Esta tarea debió realizarse desde los colegios y las universidades,
confrontando la situación actual (para nada una maravilla) con el contexto que
vivió el país en los ochenta. Aquí hay una responsabilidad estatal, del mismo
modo una dejadez en todos los gobiernos de la etapa democrática. No hubo una
política del recuerdo.
¿Y qué hacen al respecto nuestras
luminarias de izquierda? Fácil: condenando los ataques en Siria, ya los quiero
ver en Damasco a estos huevones.
jueves, abril 19, 2018
miércoles, abril 18, 2018
morote
Para los lectores no peruanos del blog, en
especial algunos simpatizantes de la izquierda, pero confundidos en cuanto a
las ramas discursivas que esta exhibe: Osmán Morote es un pésimo representante
de lo que tendría que pensarse de la izquierda peruana.
Sendero Luminoso jamás fue un movimiento
revolucionario, menos un grupo guerrillero que luchó por el bien común,
abrigando una digna causa popular. Eso es lo que transmiten los senderistas de
cantina que ocupan ciertos cargos académicos y mantenidos por organizaciones no
gubernamentales, priorizando sus intereses ideológicos a la verdad histórica que
debe imponerse si es que existiera una pizca de buena voluntad.
SL fue grupo sanguinario que masacró a
decenas de miles de peruanos en los años conocidos como La guerra interna. Nunca
gozó del favor popular, jamás recibió
esa legitimidad por la sencilla razón de que su accionar no admitía opinión
contraria, menos el debate, solo la sujeción ciega mediante la imposición de
una retorcida agenda ideológica que fracasó en China a mediados de los setenta.
Entre las perlas de terror que carga
Morote, es sindicado como uno de los autores intelectuales del atentado de Tarata
en 1992; además, jamás pidió perdón, menos disculpas, por las acciones cometidas
por ser el número 2 de Sendero. Por ese solo hecho, que ni él, ni los futuros
cabecillas senderistas que están por salir, esperen que la sociedad peruana los
trate bonito. No hay trincheras políticas e ideológicas que valgan, puesto que
todos los peruanos sufrieron a causa de este pésimo remedo revolucionario.
Morote y los demás payasos (incluyendo a
ciertos oligofrénicos del Frente Amplio y Nuevo Perú) tendrían que estar “agradecidos”
porque hay un Estado de derecho que, con fallas y logros, les permite afrontar
sus juicios en dentro de un marco jurídico, sin embargo, ello no los librará de
la permanente condena social, serán ratas espoleadas. Se lo merecen.
sábado, abril 14, 2018
a indignarse
No
hay nada más estimulante para el espíritu que levantarse tarde tras una
noche-madrugada productiva y toparse con los comentarios en redes a cargo de
las luminarias del pensamiento nacional, el orgullo patrio de la superioridad
moral, el aval ético contra las maldades de este puto mundo neoliberal.
Me
sirvo café y analizo al vuelo la corriente opinativa. Como bien decía Pérez
Reverte en un arranque de lucidez: el ser humano no debe perder la capacidad de
indignarse.
Hay
que ser de piedra, carecer de sensibilidad, para no alarmarse con el ataque de
Estados Unidos, Francia y Reino Unido contra Siria. Son conocidos los intereses
políticos y económicos puestos en juego, aunque, así sorprenda, el tema del petróleo
ya no resulta medular como sí años atrás. Del mismo modo, a nadie sorprende las
mentiras en las que se basan estos tres gobiernos con tal de justificar sus
afanes imperialistas y de dominio.
No
se está diciendo nada novedoso.
Los
poderosos siempre serán los malos, es lo que se señala en el libreto y tienes
que seguirlo y manifestarlo para que no te tengan en menos. No te olvides, nos
encontramos en la época del parecer y
en ello contribuye la trinchera virtual.
Sin
embargo, estas condenas también reflejan su lado débil, el margen lorna que las
delata de posera, oportunistas e inmorales, su mensaje es aberrante: palo y
clavos contra el abuso de los masmáses de occidente y a cerrar el hocico contra
la matanza que el gobierno sirio viene realizando a su población. Claro, los
sirios huyen por decenas de miles, pero no lo hacen solo por las bombas “neoliberales”,
sino por hartazgo e instinto de supervivencia. La nueva generación de sirios no
está dispuesta a sufrir lo que sus padres y abuelos, al menos hará suya la
oportunidad de desatarse de la férula de un asesino como Bashar al Asad.
El
oportunismo progre, y no solo peruano, es único.
miércoles, abril 11, 2018
¿formalidad?
En estos últimos días vengo escuchando
la palabra “formalidad”.
Los lectores del blog saben que no soy
nada adepto a los excesos de los movimientos y colectivos feministas, nada más
lejos de uno que el atarantamiento por la denuncia.
Ahora bien, la denuncia de Daniela
Pflucker a Guillermo Castañeda, aparte de delicada por el sinuoso contenido de
las versiones, se impone también como una cruda metáfora de cómo se trata a la
Mujer en este país de fierro, catre y botella.
Lo obvio: toda investigación que
respalde una denuncia debe sostenerse en pruebas, pero también en una
sensibilidad esencial que pueda acoger a las mujeres que en un acto valentía
sindican a sus maltratadores, aquellas cuyos testimonios son puestos en duda
por el solo hecho de ser mujeres. En este punto, sí me manifiesto a favor del
discurso de los colectivos feministas locales, no en coherencia con la
ideología, sino más bien en onda con el sentido común.
En parte, gratifica que se comience a
brindar un apoyo a la versión de las mujeres agraviadas. Apoyo que no estaba siendo
efectivo a razón de una exigencia de “formalidad” en la acusación. Recordemos
que hace año y medio acaeció un sonado caso de acoso en el circuito literario
local, en donde se dudó de los testimonios de las denunciantes, gracia que puso
de manifiesto el doble rasero de los colectivos feministas dispuestos a
enfrentarse a todos, menos a sus líderes de opinión que ejercían el acoso
virtual. Se blindó al acosador de entonces con la cortina de la formalidad,
exponiendo a las acosadas a una pasarela signada por la burla.
Mientras haya mujeres y hombres que
crean en la lucha por los derechos de la Mujer, la batalla tendrá un objetivo
definido. Eso es lo que se necesita, convicción, no alharaquientas virtuales
que son delatadas como tales cuando ven que el denunciado forma parte del
círculo de poder que protegen más que el principio que juran defender y honrar.
jueves, abril 05, 2018
defensa de la ficción
Ya es costumbre que Mario Vargas Llosa
altere la paz de nuestro pueblito cultural, cuyos integrantes caen presos de la
conmoción a razón de las supuestas ligerezas que vienen conduciendo últimamente
su criterio. A saber, lo acusan de favoritismo por el artículo dedicado al
último título de Pedro Llosa, a quien tenemos que calificar de buen narrador; y
hace poco, de machista retrógrada por Nuevas
inquisiciones, en donde manifiesta su desacuerdo de la profilaxis que el
feminismo radical pretende llevar a cabo con los libros de ficción.
No siempre sintonizo con MVLl, pero de
dicho artículo firmo cada una de sus palabras. La razón es muy simple: estamos
ante una férrea defensa de la lectura de ficción, últimamente en peligro por
obra y gracia de la mirada fanática de la reivindicación y también por cuenta
de las estrecheces académicas de los estudios culturales. Militancia ciega y
estupidez discursiva que ahora van tras el único refugio que les queda a muchas
mujeres y hombres de cultura: la imaginación y recreación como frutos del acto
de leer.
Nuestra condición de lectores se
resentiría mucho si antepusiéramos elementos extraliterarios a lo que nos
ilumina de un libro. Las inventivas y el talento para transmitir están por
encima de la moral del emisor de turno. Eso es pues lo maravilloso de la
experiencia literaria, que nos rescata del vacío de la cotidianidad. Por
ejemplo: ¿acaso dejaré de admirar por asesina a la fabulosa narradora de
suspenso Anne Perry? En 1954, cuando Perry respondía al nombre de Juliet Hulme,
mató de 45 ladrillazos en la cabeza a la madre de su mejor amiga Pauline
Parker. Las adolescentes Hulme y Parker idearon el macabro acto con frialdad.
Fueron separadas para siempre y enfrentaron la condena social. En su encierro,
Hulme descubrió la evasión de la lectura.
…
En Caretas.
narradoras
Un acontecimiento a celebrar en la
literatura peruana del presente siglo es la aparición de una nutrida camada de
narradoras. Como en las farmacias, hay de todo: desde las que exhiben una
poética coherente hasta las que no tienen absolutamente nada que decir. Más de
una ha sabido romper mediante la calidad literaria los candados del celador
machista, lo cual es meritorio, porque el sendero para una mujer que escribe y
publica es mucho más jodido que el recorrido por un hombre de letras.
Entre las autoras que vienen
consolidando su proyecto están: Karina Pacheco, Alina Gadea, Grecia Cáceres,
Susanne Noltenius, Claudia Salazar, Yeniva Fernández, Jennifer Thorndike, Irma
del Águila, Julia Wong, Claudia Ulloa y Katya Adaui. De las nuevas voces,
destacan las talentosas Miluska Benavides y María José Caro. Podemos aseverar
que el asunto guía las poéticas de la mayoría, cosa que agradecemos, porque nos
han aliviado un poco del posero aburrimiento que identifica a muchos de sus
pares varones, tan alocados por izar la bandera multicolor de la contactología
editorial.
Ahora bien, no olvidemos a las que
publicaron anteriormente a esta eclosión y que están pasando desapercibidas:
Patricia de Souza, de quien recomiendo su última novela Mujeres que trepan a los árboles, y Teresa Ruiz Rosas, que ya
tendría que ser considerada como la mayor narradora peruana en actividad.
De RR sugiero buscar El copista (Finalista en 1994 del Premio
Herralde de Novela), La mujer cambiada
y Nada que declarar. La excelente
recepción crítica internacional de su obra no ha tenido eco en nuestro pueblito
debido a los sentimientos menores, la mezquindad y otras “maravillas”. Aún
podemos resarcirnos de tremenda dejadez, ya que circula en librerías locales El color de los hechos (2017), excelente
selección de su narrativa breve en la que hallamos inteligencia de argumento y
riqueza simbólica. Quedan avisados.
…
En Caretas.
miércoles, abril 04, 2018
expo feminista
No hay cosa que me fastidie más que el
radicalismo (y claro, también la falta de humor).
Las manifestaciones de los excesos exhiben
alcances insondables y últimamente el feminismo está cayendo en estas ciénagas
(obviamente, de mi parte hay una mirada buenagentista, puesto que no son pocos
los que aseveran que la intolerancia forma parte del feminismo).
El arte es ajeno a estas
reivindicaciones, más aún cuando estamos en tiempos en los que el tema de la Mujer
resulta delicado, circunstancia que a muchos ha obligado a abrigar su discurso
sin manifestar reparo alguno del mismo.
A lo largo de los años he visto
exposiciones de corte feminista que resultaron soberanos fiascos estéticos y que
no eran catalogados como tales precisamente por su tema. Esta tendencia
valorativa ya se ha impuesto como una norma, es decir, puedes presentar cualquier
cojudez bajo el rótulo feminista para que recibas el saludo del compromiso con
el momento “histórico”.
Por ello, no me queda más que recomendar
la exposición feminista Energías sociales/ Fuerzas sociales de Natalia Iguiñiz, que pueden ver hasta este domingo 8
en la galería Germán Kruger Espantoso del ICPNA de Miraflores.
Un buen pata me habló de la exposición,
cuando le pregunté sobre sus lineamientos, este me dijo que vaya, que no iba a
perder nada. Efectivamente, no perdí nada y gané mucho. Ni bien pisas las
instalaciones de la exposición uno experimenta una confrontación sensorial, o
llámalo incomodidad.
Se recorren pues más de quince años de
trayectoria de Iguiñiz en cuanto al tópico de la Mujer y su relación con la
sociedad. En este sentido, el discurso es frontal y como bien dijo mi recordado
Miguel Gutiérrez: “un discurso sin estética no puede aspirar al arte”. Lo de
Iguiñiz cumple este principio, el discurso encuentra justificación y epifanía
en la forma estética, detalle que podría sonar a lugar común, que no tendríamos
que indicar, pero el contexto obliga a expresarlo debido a las exposiciones encausadas
únicamente en el sendero de la denuncia.
lunes, abril 02, 2018
polémica / obra
Luego de un largo fin de semana, me
pongo al día con algunos temas que no había estado siguiendo con la frecuencia
que otros sí.
Desde hace algunas semanas se viene
discutiendo en las redes sociales la situación de la poesía peruana actual,
debate en el que participan los colectivos Sub 25, Anima Lisa y Vallejo &Co.
Para muchos, estos cruces de opinión son
una pérdida de tiempo. En lo personal, considero que todos los debates y
polémicas son positivos, nos ayudan a pensar en la visión contraria y refuerzan
nuestro discurso argumental, siempre y cuando exista voluntad para aprender y
para aceptar si es que se ha cometido alguna equivocación.
Si la memoria no me falla, esta es la
primera vez que veo un debate de poesía peruana entre sus protagonistas del siglo
XXI, cosa que me parece saludable, porque ha habido una mejora en la producción
poética de los últimos años, es decir, se ha venido abandonando la zona oscura
que cubría a casi todos los nuevos poetas peruanos.
También soy de la idea de que cuando se discute
de cualquier tema, hay que tener cuidado en no ser juez y parte del mismo. No
porque no sea pertinente, sino en aras del buen gusto, ajeno a las huachafadas
del contrabando discursivo que hemos visto en otras polémicas. A menos, claro,
que se tenga una obra que respalde la postura. Llámalo autoridad, si te parece.
En este sentido, me ha fastidiado el
tono de superioridad, el aliento vivazo,
de los participantes. Podría entender esta actitud si detrás hubiese una obra
atendible. Recordemos las polémicas de los integrantes del movimiento Hora Zero
en los setentas, también las de algunos miembros del grupo Kloaka en los
ochentas. No digo que la obra legitime la versión,
menos la rabieta, pero sí nos permite entender la posible verdad del reclamo.
No hace falta quemar cerebro, si nos
ceñimos a la obra poética como tal, siendo esta una en pleno proceso de
construcción, la conformada por Mendoza, Pera y Polack es más equilibrada y
proyectiva que la de los vates de S25 y AL.
Que siga la polémica, pero tengan en
cuenta lo siguiente: piensen en los lectores, no en los Likes.